martes, 30 de septiembre de 2008

POR ENCIMA DEL MUNDO


Paul Bowles regresó con esta novela al clíma que había manejado con tanta maestría en "El cielo protector". Ese ambiente opresivo, onírico, a veces delirante, a medio camino entre la inconsciencia y la alucinación. Parece que se hubiera copiado a sí mismo, aunque cambiando de escenario. En esta ocasión también son turistas-viajeros, una pareja norteamericana, la que llega a un país exótico, en el que, desde el mismo momento de su entrada, se verán inmersos en un mundo alucinado, que quienes les rodean quieren hacerles creer que se debe a la fiebre y a una extraña enfermedad. Bowles juega una vez más con la ambigüedad de ciertos personajes, en este caso el joven Soto, que en tras su apariencia amable y desinteresada esconde una tremenda inseguridad que le llevará a cometer desatino tras desatino. El autor norteamericano se revele una vez más como maestro en la descripción de los estados provocados por los narcoticos, con momentos de enorme brillantez que logran trasladarte a la alucinación en la que se instalan los dos protagonistas. La atmósfera es, desde el principio, opresiva, y augura un desenlace trágico, que se antoja absolutamente innecesario si no fuera por la deriva enloquecidad del anfitrión Soto. Nada nuevo bajo el sol, pero sí páginas que muestran al mejor Bowles de siempre.En realidad el título de la novela era hasgta esta edición "La tierra caliente", que el traductor Rodrigo Rey decidió cambiar a "Por encima del mundo". Cualquiera de los dos, de lo más oportuno para contar las trágicas peripecias de los Slade en su especial forma de viajar "Nosotros no somos turistas. Vamos a donde queremos. Es la única forma de viajar. Viajar en grupo es degradante. Lo que importa es ser libre".

lunes, 29 de septiembre de 2008

CAMPO DE AMAPOLAS BLANCAS


Como a estas alturas debe haber quedado claro ya, no soy lector sistemático, sino mas bien errático y amigo de bucear o picar aquí y allí sin mayores pretensiones. En estas que cae en mis manos una novelita, lo digo por lo breve, del extremeño Gonzálo Hidalgo Bayal, al parecer escritor de largo oficio y con varias novelas conocidas de las que, lo juro, no he oído hablar en mi vida, o eso creo. Con esa inocencia la he devorado de un tirón, en un rato y me ha dejado sensaciones divergentes. La novela, de título enormemente sugerente, es la historia del encuentro y desencuentro de dos amigos, desde la adolescencia has que la trayectoria de cada cual les va alejando. Una historia muy repetida en literatura y cine en la que Hidalgo Bayal puede que vierta alguna experiancia autobiográfica. Está impecablemente escrita, hasta el punto que con ese castellano impoluto resulta un tanto fría, sobre todo si de lo que se trata es de transmitir sentimientos o describir una relación que se supone ha sido intensa. Si, por un lado, me ha fascinado su dominio del idioma, por otro no deja de sorprenderme la frialdal de narrador, uno de los dos amigos. Demasiada como para hacer creíble que él pusiera la misma entrega en esa relación amistosa. Una frialdad que llega incluso a que reulte un tanto antipático el narrador, en cuanto en vez de echar una mano al amigo hizo todo lo posible por distanciarse. Hay una palabras de Luis Landero en la solapilla que definen la novela bastante bien: desoladora y magistral. Como dato curioso, la novela trranscurre en la ciudad de Murania, que al parecer es también el escenario de otras novelas de Hidalgo. Habrá que acercarse un poco más a su obra, entre la que se cuentan "El cerco oblicuo" o "Paradoja del interventor" para saber si ns estamos perdiendo a un grande o si es un autor menor.

jueves, 11 de septiembre de 2008

LA PESCA DE SALMÓN EN YEMEN


Paul Torday tira del mejor sentido del humor británico, del más hilarante para contarnos la desternillante historia de un proyecto descabellado, nada menos que introducir salmones en Yemen. Cualquiera que recuerde la situación geográfica de ese país, en la península Arábiga, se percata enseguida de la quimera. La historia le sirve a Torday para hacer un retrato, un tanto cruel, de los modos y formas de ciertas clases británicas. Muy mal parado, como siempre, el sector político, rayando el ridículo, al apuntarse de primeras a un proyecto que saben irrealizable, volverse atrás cuando pintas bastos, y recuperarlo al final cuando, contra todo pronóstico la cosa parece que va a tener éxito. Magistral el retrato del jeque Mohamed ben Zaidi, un rico yemení con finca en Escocia, gustos de sir de toda la vida y empeñado en lo imposible, todo porque no debe saber en que gasta el dinero, pero eso sí envolviéndolo en un aire místico que por momentos hace dudar de sus intenciones reales. Los peones, vapuleados por la vida son un científico, Alfred Jones, experto en piscicultura y amante de la pesca del salmón, su mujer Mary, trabajadora compulsiva en el alto mundo de las finanzas y Harriet, empleada de la empresa británica encargada de manejar las finanzas del jeque. Se nota que Torday conoce el territorio que describe, sobre todo de los Wadi yemenies, cañones abiertos en roca viva por las aguas torrenciales que una vez al año, en verano, alivian la extrema sequía de la zona. La novela tuvo su momento hace dos años, pero se mantiene como agradable lectura de verano. Recomendable.