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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 15 de diciembre de 2008

MOTÍN EN LA BOUNTY


John Boyne, el irlandés que se hizo famaso con "El niño con el pijama de rayas",realiza una nueva aproximación al ya un poco trillado motín en la fragata Bounty para realizar una versión más aproximada a la realidad, teniendo en cuenta las últimas investigaciones históricas, y reparar el honor y la fama del denostado capitán Bligh. La historia es de sobra conocida, tanto por las novelas anteriores sobre el mismo asunto como por las versiones cinematográficas. Boyne utiliza en este caso como narrador a un chaval de quince años, Turnstile, enrolado tras ser pillado intentando robar a un caballero en Portsmouth, y que a durante la travesia será el criado del capital. La Bounty parte hacia Tahití, en una travesía llena de dificultades, para llevar a las Antillas británicas el llamado árbol del pan, que se pretendía utilizar para alimentar a los esclavos. Siguiendo la ruta marcada antes por el legendario capitán Cook llegan a Tahití, recogen los dichosos árboles y cuando inician el viaje de vuelta se produce el motín. Hasta ahora las versiones que conocíamos presentaban al capital Bligh (repesentado en el cine por Charles Laughton, Trevor Howard y Anthony Hopkins en las distintas versiones) como un tipo cruel y tiránico, cuando no temerario y de alguna manera se justificaba la rebelión encabezada por un glamuroso Fletcher Christian, al que en el cine dieron vida Clark Gable, Marlon Brando o Mel Gibson. La versión que nos ofrece Boyne, más ajustada parece a la realidad, presenta al capital Bligh como el típico ejemplo de la armada Británica, leal, preocupado por su tripulación y hombre de honor y a Christian como a un ambicioso niño rico que no quiso renunciar a los placeres que las nativas le proporcionaban en el paraiso tahitiano. Boyne está esplándido en la narración, día a día, de la heróica travesía que el capital Bligh y otros 17 tripulantes tuvieron que hacer en un pequeño bote desde el punto de la rebelión hasta Timor Oriental. A mi juicio se le va un poco la mano en las retrospecciones que de una forma demasiado insistente hace Turnstile sobre los abusos sufridos en Portsmouth a cargo de un tal Lewis que se dedicaba a recoger huérfanos y usarlos como carnaza para pederastas. Pero la novela, en general, es una delicia y se lee de un tirón a pesar de lo manido de la historia. Absolutamente recomentable.

lunes, 8 de diciembre de 2008

EL TERCER HERMANO

Esta es la segunda novela de Nick NcDonnell uno de los "nuevos valores" de la narrativa norteamericana. Se le descubrió con Twelve, que no he leído, y ahora dicen que se confirma con esta y que es algo así como el sucesor de Easton Ellis. Bueno, la novela no está mal. De hecho, a falta de retos mayores, se lee de un tirón y en un ratico. El protagonista es un "niño rico" neoyorquino, ya crecidito y miembro de una familia oficialmente felíz e internamente desestructurada, con un hermano que lleva todas de convertirse en un perdedor, cómo les gusta allí esa figura, y unos padres que se pegan el día discutiendo y bebiendo. Hasta ahí nada fuera de lo habitual.
La novela transcurre en dos escenarios: Bangkok y el Nueva York del 11-S. Me gustó mucho la parte de Bangkok porque logra trasladarte a ese submundo de turistas que acuden a la capital oriental en busca de drogas y sexo barato y a ese otro submundo de extranjeros, ya mayorcitos, anclados en aquella ciudad viviendo entre drogas y corrupciones varias.
La parte neoyorquina es más de lo mismo. El susodicho 11-S se convierte además en un infierno personal que deja al protagonista más solo que la una y en una profunda crísis personal.
En fin, no es para tanto. Perfectamente prescindible si se tiene algo más a mano, que seguramente será mejor. Lo siendo Nick.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

COSMÓPOLIS




Si en la anterior entrega me ocupaba de uno de lo grandes que tenía pendiente, hoy vuelvo a saldar otra deuda, en este caso con el escritor norteamericano Don Delillo.Me resulta incomprensible mi tardanza en acercarme a su obra y más cuando tiene tantas cosas en común con uno de mis escritores favoritos, Paul Auster. Precisamente a este le dedica su novela Don Delillo, quizá porque tiene como escenario el New York austeriano de nuestro tiempo. Es Cosmópolis una obra plenamente vigente, que desde la sátira desvelaba ya en el 2000 la que se nos venía encima, ese desplome del sistema financiero internacional, que en aquel año daba ya señales claras de alarma. Dicen los entendidos que Delillo ha tomado un poco lo mejor da cada casa para esta historia, que, como en el Ulises de Joyce , transcurre en sólo un día. Ven trazas también de Dos Passos, de Faulkner, de Wolfe, incluso de Mark Twain y de Kerouac.
Probablemente. Lo que nos cuenta es el agitado día de un tiburón de las finanzas, Eric Packer, que a sus ventiocho años cuenta con una fortuna de cientos de millones de dólares que ese día, precisamente ese día, se va a evaporar en un movimiento especulativo contra el yen,del tipo de los que le hicieron multimillonario, y que tiene toda la pinta de un suicidio, porque no hace ningún caso a las alarmas y la información al segundo de la que dispone. Ese suicidio financiero transcurre a lo largo de una jornada en la que intenta cruzar Manhattan a bordo de su desproporcionada limunisa, sólo para ir a cortarse el pelo a la otra punta de la ciudad, a la peluquería donde se lo cortaba cuando era pequeño. La ocurrencia no pasaría de un capricho más de multimillonario si no fuera porque ese día la ciudad vive uno de sus peores atascos por la visita del presidente norteamericano, una manifestación antiglobalización, el funeral de una gran estrella del rap y la lluvia. Y para añadir más salsa hay una amenaza creible contra su vida.
Asistimos así, en primera fila,a un viaje enloquecido que nos permite comprobar el nivel de descerebre del personaje, sus debilidades, sus avatares sexuales y la irrealidad del mundo en el que está instalado. Un retrato magnífico de los magnificados tiburones financieron que tanto relumbrón tuvieron y que hoy parecen cosa del pasado. Recomendable.

martes, 2 de diciembre de 2008

EL ALEPH


Pasar un rato por la biblioteca pública ha sido una idea feliz porque me ha permitido recuperar a uno de esos escritores que he obviado, sin tener muy claro por qué. Se trata del argentino Jorge Luis Borges al que dí la espalda en su día, probablemente influido por determinados antiborgianos, que los hay, que llevan a adoptar una actitud ridícula, por negativa, al despreciar a uno de los grandes. Quizá me dejé influir por algún crítico que en su día se burlaba de la pedantería de un Borges que afirmaba haber leído por primera vez El Quijote en inglés, y que lecturas posteriores, en castellano, no le habían gustado tanto como aquella versión en lengua ajena. Bueno, es verdad que Borges no ha caido bien en ciertos círculos españoles. Ahora me doy cuenta que esa actitud es profundamente injusta.
Decía que husmeando en las estanterías me encontré con varias obras de Borges y, hubiera sido imperdonable dejarlo pasar otra vez, me hice con un ejemplar de El Aleph. En buena hora. La edición recogía los 13 cuentos originales más los cuatro añadidos posteriormente, y ha sido todo un deslumbramiento. No llevo sombrero, pero sería para quitárselo ante tal derroche de imaginación, erudición, riqueza de vocabulario e inteligencia para plantar, aparentemente de forma sencilla, asuntos tan discutidos como la inmortalidad, la magnitud del universo, la cobardía y el valor...
Me han fascinado casi todos, pero hay treso, además de El Aleph, que me han conmovido especialmente: "El inmortal", "La busca de Averroes" y "La escritura de Dios". Creo que es en estos donde Borges da lo mejor de sí mismo y donde se descubre la enormidad de su cultura, la pasión con la que profundizó en textos clásicos a los que ya casi nadie se asoma y todo para construir unos relatos que, en su aparente sencillez, no dejan de conmovernos.
No voy a entrar aquí en pormenores de cada uno de los cuentos, porque seguro que esta es una asignatura que yan han pasado casi todos los lectores. Lo traigo aquí para dejar constancia de una deuda que tenía y de la que me queda mucho por zanjar. Porque Borges está entre los inmortales.