jueves, 26 de marzo de 2009

UN DÍA PERFECTO

Que un día da para mucho lo sabemos todos, sobre todo cuando una jornada es especialmente intensa y las nuevas sensaciones, los nuevos retos nos hacen vivir cada minuto como si fuera una eternidad. Esa es una forma de vivir a fondo un día, como lo es cuando se torna en tragedia o cuando la ansiedad reclama que los minutos sean mucho más cortos que los obligados sesenta segundos. La italiana Melania G. Mazzucco elige un título tremendamente atractivo, como sugerente es la foto de la portada, para entrar a saco en los horrores de la vida cotidiana de un grupo de perdedores en una Roma que se empeña en pintar más gris y desmoronada de lo que sin duda es. Hace Mazzucco una profunda disección, casi contada hora a hora, de la jornada de un grupo, interrelacionado, que arrastra sus vidas por esa Roma desmoronada, en una narración en la que ya se apunta, desde el principio, que la única salida posible es trágica.
Emma, la mujer maltratada por su marido, espejo de sueños rotos, madre de dos hijos que no entienden que pudiera dejar a su marido, superviviente en trabajos mal pagados, y que renunció para siempre a sus sueños, es el eje central de este drama, en torno al que se van dibujando los perfiles amargos del resto de personajes. El ejecutor de la tragedia, su ex, es un escolta adicto a las drogas, que no puede superar la ruptura matrimonial y que está entregado a una lucha sin cuartel por recuperar la felicidad perdida, en una apuesta por el todo o la nada. Su escoltado, un diputado en época electoral, caído en desgracia dentro del partido y con una esposa insatisfecha que se cuelga de su hijo, un niñato rico que juega a radical. La niña pequeña del diputado tiene como amigo más próximo a un niño gafotas, estrabico, blanco de bromas y burlas en el colegio, que resulta ser el hijo menor de Emma. Su otra hija está con los ardores adolescentes y por lo tanto perdida.  
Un cuadro que reúne todo tipo de vibraciones negativas. Pesimismo, desilusión, depresión, desesperanza....El horror de la vida cotidiana de una gente sin futuro cuyo perfil Mazzucco sabe trazar con maestría. La novela es triste y por momentos baja a los infiernos, pero es lo que hay. Lo mejor, cuando se termina, es buscar algo más optimista y reconfortante.

martes, 24 de marzo de 2009

NI DE EVA NI DE ADÁN

Mi interés por el mundo japonés me ha llevado a esta novela de Amélie Nothomb, una prolífica autora belga, aunque nacida en la ciudad japonesa de Kobe y muy viajada por medio mundo. De belga, poco, si acaso las raíces y el idioma, aunque parece que también domina el japonés tanto como para considerarlo idioma materno. No tenía ni idea de quien era, así que lo primero que me sorprendió es la cantidad de obra premiada que tiene y el reconocimiento poco menos que universal de la misma, pese a su juventud. Así que me acerqué con enorme curiosidad a esta novela que, a priori, presentaba una visión distinta del mundo nipón: no era el de un autor japonés, ni tampoco el de un extranjero.
La peculiar personalidad de Amélie, sus vivencias tan diferentes, son una buena tarjeta de presentación y base infinita para sus historias, en las que, dicen los que la conocen más, aparecen constantemente referencias autobiográficas.
La novela nos cuenta una historia menor que transcurre en su mayor parte en Tokio. En principio nada fuera de lo normal: chico encuentra chica, se enrrollan y, como toda historia de amor, acaba. Los protagonistas son un joven japonés y una sosias de Amélie, belga como ella, que vuelve a Tokio y para ganarse unos yenes se ofrece como profesora de francés. El joven resulta ser hijorrico y de muchos posibles , lo que nos permitirá adentrarnos en los excesos de ese segmento de la población nipona, tan constreñida en un territorio tan escaso.
Más allá de la relación sentimental, a lo que asistimos es a una recreación de la vida cotidiana nipona vista desde dentro y en la actualidad, con usos y costumbres que pueden resultarnos muy chocantes y que, por momentos, se vuelven hilarantes. Las páginas de la cena que el joven ofrece a sus amigos para presentarles a la novia extranjera son muy divertidas.
Nos permite también acercarnos a la fascinación que sobre japoneses y extranjeros ejerce el espectacular monte Fuji, con todas las leyendas que le rodean. Es una novela divertida, fresca, que se lee de un tirón y que deja abierta la curiosidad por una autora que habrá que seguir de cerca.

lunes, 9 de marzo de 2009

¿QUIÉN ES LOU SCIORTINO?

Ottavio Cappellani es uno de los valores más interesantes de la reciente narrativa italiana. Nacido en Catania sabe muy bien de lo que escribe y de ahí lo creíble de esta historia que transcurre casi toda en su región y también, en parte, en Nueva York. Es esta otra novela en torno a la mafia y sus relaciones internas, aunque en este caso afirmada sobre un fondo entre cómico y amargo. Siguiendo al nieto de un conocido mafioso italonorteamericano y neoyorquino, que tiene que tomarse una vacaciones en Catania después de que sus oficinas de productor cinematográfico, en las que se lavaba dinero, volara por los aires, vamos entrando poco a poco en las formas y modos de hacer de la mafia local. Cappelani va describiendo la cotidianeidad de la vida en la zona, donde un capo de escaso vuelo, el tío Sal, ve la oportunidad de su vida de conquistar más poder, aprovechándose de la presencia del nietísimo y del asesinato, ¿casual?, de un sargento de la policía en un atraco chapucero en una tienda "límpia". El ambiente se completa con unas barbacoas surrealistas, organizadas por el sobrino peluquero de Sal, y de asistencia obligatoria. La historia se les irá de las manos, hasta el punto de que el abuelo Sciortino se verá obligado a trasladarse a Catania para poner las cosas en su sitio.
Es una novela muy interesante que profundiza en el día a día de los mafiosillos que pululan por la zona y que marcan la vida del lugar. Nada sin ellos y poco con ellos. Un mundo estrecho, cerrado, en lo que todo parece estar bajo el control absoluto de unos pocos. El autor conoce a fondo de lo que escribe, no en vano lleva años trabajando en varios periódicos locales, sobre todo en el "Sicilia" y tuvo entre manos material de primerísima calidad para escribir esta novela que, a pesar de insistir en un tema ya conocido, no por ello tiene menos mérito.