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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

martes, 17 de noviembre de 2009

LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL

Por aquello de recuperar algo del pasado, no del mío obviamente, uno es mayor pero no tanto, me decidí por esta novela de Flaubert, don Gustavo, que, coincidencias de la vida, aparecía mencionada en varios artículos que he leído la última temporada. Así que predispuesto, con la cabeza en el XIX, me puse a ello y, a fuer de sincero, tengo que reconocer que me costó, y mucho, llegar al final. "La educación sentimental" está considerada como una de las mejores novelas del siglo XIX y, por tanto, uno siempre se siente cohibido a la hora de expresar su opinión sobre texto tan consagrado. Pero como aquí no voy de crítico, ni de enterado, sino de lector y punto, pues allá va.
Me ha costado. Mucho. Quizá porque no era el momento apropiado, o por que esta retahíla de amores más insinuados y platónicos que reales huele a cursilada difícil de entender a estas alturas. Pero claro, hay que situarse en la época y entender que un leve roce con la mano o la visión de un simple tobillo pueden ser fuente de inmensa felicidad o de grave trastorno emocional. La verdad es que el protagonista, Frederic, me cayó mal. Y es que es difícil congraciarse con un señorito de provincias que, más despistado que un mono en la ciudad, se traslada a París para vivir sin dar golpe, convertirse en un rentista de por vida y atormentarse por lograr el amor de una mujer casada, mientras se consuela con otras más accesibles, al tiempo que no acaba de decidirse si dedicarse a las artes o a la política.
Francamente la vida amorosa del protagonista, en el que dicen hay mucha tinta biográfica de Flaubert, es aburrida y falta de todo interés. Si acaso se puede utilizar como excusa para enterarse de como se comportaba entonces la "buena sociedad", esa que se daba a las cenas exclusivas, los bailes o las soirees hoy completamente olvidadas.
Si hay algo que me ha interesado en esta novela, en todo caso muy ambiciosa, es el contexto histórico. Ese París agitado de mediados del XIX, toda una ciudad llena de conspiradores, reuniones mas o menos secretas, algaradas callejeras, asaltos a las instituciones, confrontación de ideas....todo ese ambiente que confluye en la revolución de 1848 que acabó con la monarquía de Luis Felipe de Orleans y dió paso a la breve segunda República. Hay páginas muy brillantes sobre esa crisis, y también sobre las ambiciones de algunos de los personajes secundarios.
Nadie le va a discutir a Gustave Flaubert su puesto en el olimpo de las letras francesas y universales, pero, personalmente, tendré que buscar otro momento para asomarme a obras como esta, para disfrutarlas olvidándome de todo lo que las sociedades han cambiado desde entonces. En todo caso ha sido un interesante ejercicio de lectura y de repaso histórico.

lunes, 16 de noviembre de 2009

ULISES FROM BAGDAD

"Me llamo Saad Saad, que en árabe significa "Esperanza, Esperanza" y en inglés "Triste Triste"....En la lotería del nacimiento hay números buenos y números malos. Cuando uno aterriza en América, en Europa o en Japón, basta con tomar tierra y ya está...Sin embargo, cuando uno ve la luz en Africa o en Oriente Medio...."
Así comienza ULISES FROM BAGDAD, una novela del francés Eric-Emmanuel Schmitt descaradamente destinada a denunciar el drama de los sin papeles, de los clandestinos, la huída desde un país imposible hacia un futuro que Tiene que ser mejor.
Recurre el autor a la Odisea para contar en forma paralela el largo viaje del nuevo Ulises desde su Bagdad natal hacia la fortaleza europea, con destino final en Londres. No nos ahorra los detalles de la tragedia que se ceba sobre su país y su familia, para justificar ese viaje a lo desconocido, lleno de peligros y en el que la muerte está en cada esquina, pero que se convierte en única alternativa de supervivencia personal y familiar.
La novela pretende ser eso, una denuncia de un drama que decenas de miles de personas viven cada día en todo el mundo. Sus tratos desiguales con las mafias que controlan la inmigración clandestina, la asunción de riesgos que se parecen a una ruleta rusa, y la pérdida de muchos de los que comparten tragedia en ese camino de desesperación.
Cuando uno acaba la novela, que es eso, una novela, tiene un regusto amargo y doble: por un lado, porque lo que cuenta se las trae, aunque las concesiones que hace al humor para descargar un poco el drama no me parecen muy acertadas; por otro, porque uno está seguro que esta historia es muy suave comparada con las reales, con las tragedias personales de los sin papeles, que, casi todos, optan por callar, rumiar su drama y seguir adelante. Está bien, aunque un poco ilusoria, su denuncia de las fronteras, y su discurso de hermandad universal que, en estos tiempos que corren, parece un tanto falta de contenido.
En cuanto a la trama, parece un poco excesivo tanto paralelismo con el Ulises de la Odisea, en distintos episodios demasiado parecidos. Me quedaría mejor con el nombre Nadie que el protagonista elige en una de sus entrevistas con funcionarios de inmigración.
En todo caso estamos ante una novela interesante, muy próxima, y que, al menos, sirve para acordarnos que detrás de ese africano, paquistaní, árabe, americano...que encontramos cada día hay una historia personal que esconde, en muchos casos, un drama que sin duda supera con mucho la ficción.