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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

PUNTO OMEGA

A Don DeLillo le debió impresionar fuertemente la obra videográfica de Douglas Gordon PSICOSIS 24 HORAS, consistente en la proyección a velocidad ultralenta de la famosa película para que dure eso, 24 horas. Proyección que se realizó en Glasgow, Berlín y Nueva York, en sala desprovista de cualquier otro elemento que no sea la gran pantalla. Le debió impresionar, digo, porque tanto el capítulo final como el último de su novela Punto Omega, publicada el pasado año, transcurre en esa sala y tiene como espectador casi diario a Jim Finley, un joven cineasta que luego querrá realizar su propia experiencia cinematográfica, saliéndose de los cánones habituales con un único protagonista, Richard Elster, hablando o gesticulando todo el tiempo ante una cámara.
Elster es un conocido asesor de guerra del Pentágono, que puede decir mucho, si quiere sobre la guerra de Iraq, y por eso Finley le ha elegido para protagonizar su película. El problema está en que vive retirado en el desierto y no tiene el más mínimo interés en participar en la misma. Su vista a Elster en tan aislado lugar servirá para que DeLillo se marque un profundo experimento narrativo, en el que desmenuza casi la nada en un tiempo que parece detenido. Y es que en las casi ciento cincuenta páginas si algo queda claro es la poca importancia de ese tiempo, vivído de forma inhabitual, que el retirado y el joven director emplean en mirar el paisaje, trabajar sus silencios e intercambiar filosofía de andar por casa. Le llegada de Jessie, la hija de Elster podría haber aportado algo de realidad a esa vivencia, pero es un caso en si misma.
Han puesto la novela por las nubes, que si es espléndida y feroz, que si es pura poesía,que si corta el aliento....Bueno, está claro que a cada cual un libro, una novela le dice lo que le dice. A mí nada de nada. Me pareció extremadamente aburrida y falta de interés. Menos mal que era corta. Pero ya se sabe, para gustos....

EL VIAJERO DEL SIGLO

Cuesta entrar en esta novela del argentino Andrés Neuman, un tocho de más de quinientas páginas, ambientada en el siglo XIX en una zona presumiblemente alemana. Pero hay elementos que poco a poco van asentando el interés y por momentos recrea unos ambientes y debates del todo apasionantes.
"El viajero del siglo" tiene como protagonista a Hans, un traductor que sobre todo se dedica a viajar y que en su destino a Dessau para para pasar la noche en una extraña ciudad, Wandernburgo, inexistente, que resulta ser un feudo católico en medio del mar protestante. Desde el principio hay algo raro en esa ciudad, parece que se mueve, que nada está en el sitio que se suponía que estaba, pero también hay algo que atrapa que de alguna manera impide abandonarla.
La breve estancia de Hans se va a ir alargando a medida que conoce a distintos personajes: el organillero, el español Alvaro, los asistentes a un salón de debate y tertulia los viernes y, sobre todo, la anfitriona de ese salón, Sophie, con la que iniciará una apasionada historia de amor.
Las muchas páginas que dedica a los debates en el salón, se convierten en un escaparate magnífico para entender los debates políticos en la Europa postnapoleónica, en los que está ya el germen de la necesidad de una unión europea, para hacernos una idea de la increible actividad de los filósofos de esos años, de los apasionados debates sobre religión y moralidad.Hay también apuntes muy interesantes sobre el eterno drama español.
La novela es muy ambiciosa, abarca tanto que por momentos parece desbordarse, pero es un mosaico increiblemente bien construído que nos permite no solo conocer lo que fue el apasionante XIX sino muchos debates que se abrieron entonces y que están plenamente vigentes.
Con esta obra, Neuman ganó en 2009 el premio Alfaguara, sin duda bien merecido.