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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

martes, 26 de abril de 2011

EL CEMENTERIO DE PRAGA

Sabía que no era una novela de lectura fácil, pero he de confesar que, una vez terminada, no sólo no fue fácil sino que acabé literalmente hasta el gorro y deseando llegar a la última página cuanto antes. Como no suelo abandonar lo que comienzo, arrastré durante semanas la lectura, cada vez con más pereza, de un texto excelentemente documentado, faltaría más estamos hablando de Umberto Eco, muy trabajado, pero excesivamente pringoso. El discurso antisemita que se sostiene a lo largo de toda la novela, aunque la pretensión del autor sea muy otra, se revela cansino, produce un hastío enorme y creo que no ayuda ni a la causa del sionismo ni a la contraria.
Eco recurre a las memorias de un anciano, un tanto inconexas, para dar pinceladas más o menos de brocha gorda de los años en que Garibaldi consiguió la unidad italiana, de las complicaciones y contratiempos de la Comuna de París, del poderío prusiano, de la creciente presencia de la Rusia zarista o del embrión que daría lugar al monstruo nazi.
El narrador es un tal capitán Simonini, un piamontés experto en todo tipo de falsificaciones que, convencido o a la fuerza, se convertirá en espía, en hábil manipulador, en terrorista y, en resumen, en alguien sin escrúpulos que se vende al mejor postor. Misógino, intrigante, tiene como pasiones el dinero y las comilonas. Su azarosa vida, llena de dobles personajes, le llega a dudar sobre sí mismo, al desdoblarse y vivir paralelamente como un abate que se infiltra entre los masones y conspira unas veces contra la iglesia Católica y otras contra "la conspiración judia".
Eco se despacha a gusto, debe ser por la edad, y no ahorra descalificaciones para franceses, alemanes o italianos, además de las mujeres, pero donde se le va la mano es a la hora de recoger testimonios o creaciones propias que ponen literalmente a parir a los judíos. Supongo que todo es una provocación, pero creo que se pasa muy mucho y provoca primero un fuerte rechazo y luego dudas sobre si realmente lo que pretende es denunciar el antisemitismo tan presente en el XIX y de efectos devastadores en el XX o si no tiene algún resabio propio.
En fin, al maestro hay que reconocerle la calidad que se le supone pero no creo, para nada, que esta sea su mejor creación.

lunes, 4 de abril de 2011

EL OLVIDO QUE SEREMOS

"El olvido que seremos" está tomado de un verso de un poema de Jorge Luis Borges que el doctor Héctor Abad Gómez llevaba en el bolsillo el día que sicarios paramilitares le asesinaron en pleno centro de Medellín. Era un médico que a pesar de las amenazas se había ido volcando cada día mas en la defensa de la igualdad social y los derechos humanos, en construir una medicina preventiva para atajar muchos de los males que afectaban a la salud de los colombianos, derivados en muchos casos de la misma injusticia y la pobreza.
Su hijo, Héctor Abad Faciolince, recupera su memoria en este libro que es toda una declaración de amor filial y un repaso a una vida ejemplar, aunque quien lo diga sea precisamente parte interesada y mucho. No es ficción, es la vida de un hombre y su familia, a lo largo de décadas, contada a través de las cosas pequeñas, pero también de las grandes empresas acometidas por el médico. La narración nos permite asomarnos también a esa tragedia colombiana de décadas en la que la violencia iba ganando terreno año a año, cuando no de la mano de las guerrillas izquierdistas, de la mano de los paramilitares alentados desde sucesivos gobiernos o la oligarquía del país.
Es un relato conmovedor porque asistimos en primera línea a la tragedia cantada de una familia, una de las muchas que fueron tocadas por la violencia en ese país. Y lo hacemos desde una intimidad que queda reflejada en párrafos como este: "Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cuando los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi papá. Y siento que a mis hijos nos les puede pasar nada si están conmigo".
Además de intimidades y proximidades familiares Héctor Abad nos regala una manera de contar muy rica, salpicada de citas literarias y pasiones que compartió con su padre. En fin, un documento a tener en cuenta, de un gran coraje personal, que da testimonio de un tiempo en Colombia, y de gran interés literario.