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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

CARIBOU ISLAND

Por muy prevenidos que vengamos, a la hora de abordar esta novela, David Vann logra sorprendernos con una historia que nos cuenta de una manera muy próxima la degradación de la relación de una pareja, un matrimonio de largo recorrido, que afronta la última etapa de su vida tras el vacío que deja el que los hijos abandonen el hogar.
Es el momento de reflexionar, con más silencios que palabras, sobre lo que ha sido esa relación y, sobre todo, lo que será a partir de ahora.
El amor parece agotado, la convivencia se vuelve cada vez más insoportable y el final de la relación, al que se resisten, está cada vez más próximo e imprevisible. Los protagonistas son Gary e Irene. El primero tiene una larga lista de quejas, de frustraciones ante una vida que no fue ni es lo que quería, y que no asume que si están donde están es sobre todo por su voluntad. Viven en Alaska, en un lugar apartado, en el que apenas han hecho amistades y en el que la naturaleza es más una amenaza que el cálido ambiente para un hogar. Irene le ha seguido en todo, ha abandonado todo para ocuparse de sus hijos, y a estas alturas se siente menospreciada, ninguneada y traicionada por Gary, del que piensa que la va a abandonar. Su salud se resquebraja, aunque los médicos no le encuentran nada, pero con ese panorama decide resistir e impedir el abandono. La lucha por una relación frustrante pero la única posible.
Los dos hijos, Mark y Rhoda, tienen sus propias preocupaciones y solo la segunda se alarma ante la deriva de sus padres. Y es que estos se han embarcado, capricho de Gary, en una última aventura vital, la construcción de una cabaña, con sus propias manos, en una pequeña isla, en un lago, que pronto quedará aislada por el frio. Es una construcción dramática, contrarreloj, contra los elementos y con una tensión creciente entre la pareja que lo mismo se arroja reproches que silencios.
Es una visión demoledora de la relación de pareja, marcada por la desesperanza. Pero David Vann hace un ejercicio de auténtico maestro para involucrarnos en una historia que en esquema nunca nos gustaría y que poco a poco nos obliga a asumir, a intentar entender y hasta a tomar partido.
Vann nació en Alaska y, además de buen diseccionador de las relaciones, es un magnifico testigo de la vida en esa última frontera, cuya dureza compite con su belleza. Una novela desoladora, pero magnífica. De las que dejan poso.

viernes, 9 de diciembre de 2011

EN EL CONDADO DE GROUSE

"En el condado de Grouse" es la primera novela de Tom Drury. Publicada en 1994, con partes que ya habían aparecido previamente en el New Yorker, no se tradujo al castellano hasta hace un par de años, después de que aparecieran por aquí otras novelas del autor. Es esta una obra coral que se entretiene en contarnos el día a día de algo más de medio centenar de personas que viven en ese supuesto condado norteamericano del Medio Oeste, el de Grouse, en el que Drury debe verter muchas de sus experiencias vitales en una zona rural de su estado natal, el de Iowa.
La narración gira sobre una pareja protagonista, la del sheriff Dan Norman, especializado en esquivar problemas y en no indagar más allá del mínimo exigible, y Louise Darling, una chica que hace profesión de su insatisfacción y que lo mismo trabaja de fotógrafa que se escapa una temporada a casa de una tía y la sustituye repartiendo periódicos a domicilio de madrugada. Junto a ellos también destaca Tiny, el ex de Louise, un tipo muy perdido que lo mismo decide cambiar de estado que regresar para enrolarse, como conferenciante, en un programa de rehabilitación y prevención de drogas. Todo muy norteamericano.
Hay auténtica maestría en Drury en pegarse 382 página en contarnos aparentes nimiedades en unas vidas marcadas por el aburrimiento, en una zona rural en la que cualquier novedad, el traslado por ejemplo de una caravana, puede convertirse en un gran acontecimiento. Hay mucho talento en trasladarnos, sin aburrir, esa lentitud en el paso de los días, casi todos iguales, y en contarnos vidas apenas sobresaltadas porque, por ejemplo no les funciona la heladera. Es en todo caso una visión amable, un tanto superficial, de una forma de vida que probablemente nos atacaría los nervios a los urbanitas y, contra lo esperado, no nos lo presenta como un mundo idílico y envidiable, aunque tampoco como un lugar del que salir huyendo de inmediato.
Se lee en la contraportada que el mundo creado por Drury recuerda en cine de los hermanos Coen. Incluso USA Today le encuentra semejanzas con los mundos inventados por Faulkner. Bueno, cada uno tiene lo suyo. Es interesante, pero puede ser totalmente prescindible.