ALLAN KARLSSON está a punto de cumplir cien años. Está en una residencia de ancianos pero ni allí, ni antes, se comporta como se espera de él. De ahí que tampoco esté dispuesto a pasar por el numerito de homenaje al centenario, con presencia de alcalde y prensa local, para mayor gloria de las autoridades y la residencia. Con su rebeldía, o más bien improvisación, innata decide largarse cuando amanece tan señalado día y para esquivar a su implacable enfermera, opta por largarse por la ventana, y no sin dificultades. Y es que además de salvar la bajada lo hace sin ir debidamente preparado. De hecho calza unas pantuflas muy poco adecuadas para emprender su viaje hacia ninguna parte. Y es que lo suyo, como se verá a lo largo de la novela, es improvisar. De ahí que acabe en la estación de autobuses, se compre un billete hasta donde le da el dinero, y se largue con la maleta de un joven que le encarga vigilarla mientras él va al retrete. El problema es que la maleta lleva cincuenta millones de coronas, un pago por drogas, que complicará y mucho su periplo. Arranca ahí una especie de thriller, con tono de vodevil, que irá sumando personajes y salvando situaciones de forma sencilla pero impensable y en el que iremos conociendo sucesivamente a un delincuente de poca monta, un salchichero muy estudiado, un bella dama con una gigantesca mascota, el hermano del salchichero, un comisario con poco interés en desvelar el paradero del anciano, y varios componentes de la banda a la que pertenecía el dinero. Además de ese alucinante viaje hacia el sur que emprende el protagonista, la narración nos va desvelando la singular vida del mismo, que en el colmo del desbarre fue coprotagonista de un montón de hechos históricos, desde la invención de la bomba atómica, la ofensiva de Mao, el cortejo de Stalin o los efusivos agradecimiento del mismísimo Franco. Disparate tras disparate recibimos alguna lección de historia, y asumimos con una sonrisa, cuando no con una incontenible carcajada, las hiladas críticas a políticos, judicatura, policía y prensa, con un humor elegante y muy inteligente.
La novela tuvo su momento el año pasado, con ventas millonarias, y se la había regalado a tres amigos antes de leerla. Uno de ellos ha tenido la amabilidad de pasármela y acabo de leerla.
La novela, como dice la promoción, es una muestra de que en los países nórdicos no solo viven de relatos de crímenes y similares, sino que saben cultivar el humor y la comicidad. Es divertida, disparatada, a ratos enloquecida, y recuerda, sobre todo a medida que avanza la historia, ese humor anglosajón que tan bien representa por ejemplo Tom Sharpe. El autor, Jonas Jonasson, ha encontrado un filón y esperemos que lo aproveche , porque el buen rato, con novelas como esta, está asegurado.
Datos personales
- antonio alonso
- GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
- Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.
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