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- antonio alonso
- GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
- Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.
lunes, 22 de mayo de 2017
EL AMOR DEL REVÉS
No soy muy de autobiografías. Me da cierto pudor asomarme a las vidas de los demás aunque estos se hayan arriesgado a exponerlas públicamente. Pero una referencia a este libro me llevó a comprarlo y a leerlo, casi del tirón, entre otras cosas por las vivencias temporales, finales de los setenta y década de los ochenta que compartimos. Y es precisamente en lo que escribe sobre esos años donde me chirría un tanto lo que cuenta. Y es que yo percibí y recuerdo todavía aquellos años como una época de descubrimiento, de curiosidad, de exploración sin límites de la liberta. Y lo que Luisgé cuenta es lo contrario: una sociedad tan opresiva y condicionante que marcará indefectiblemente su vida.
Luisgé tuvo un descubrimiento temprano, el de su homosexualidad, que no supo acomodar a los vientos de libertad que entonces recorrían el país y, en especial, Madrid, y se refugió en la negación y la culpa hasta extremos enfermizos. Es verdad que, dependiendo del lugar en el que te movías, las percepciones podían ser distintas. Pero también es verdad que en una ciudad como Madrid, en aquel entonces, había ya suficientes espacios para explorar otros territorios personales que no estuvieran sometidos a lo socialmente bien visto o a la ominosa culpabilidad que imponía la iglesia Católica sobre la moral y otros cuentos.
Estamos pues ante la narración de una experiencia muy personal, un camino lleno de sufrimiento y negación, en los que el cuerpo y las sensaciones se acaban imponiendo a determinaciones insostenibles y, esas sí, contra natura. Porque negar lo que uno es no lleva a ningún lado y ceder a lo que el cuerpo pide, cuando intentas negarlo, solo conduce a la culpa y al desequilibrio.
Luisgé cuenta detalladamente el atormentado camino que le lleva desde la negación rotunda a una progresiva aceptación de si mismo, retrasada con respecto a la realidad social del momento.
Y más allá de esa experiencia personal tiene escaso interés este libro que ofrece una visión de las cosas determinada precisamente por ese proceso personal que distorsiona casi todo y va a remolque de una sociedad que se quita de encima con más facilidad los prejuicios y los juicios de valor trasnochados.
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