Veinte años tardó en publicar esta novela Richard Ford. Y no sólo porque durante mucho tiempo guardó el borrador en un cajón a la espera de encontrar la inspiración definitiva, sino porque le gustar escribir de forma muy pausada, casi sopesando cada palabra, reteniendo la historia al máximo. Y en esta ocasión le ha salido un texto extenso, demasiado me parece, muy lento, excesivamente pausado, recreándose en cosas aparentemente nímias para crear ese ambiente especialísimo y tan característico de sus obras.
El narrador es un chaval de quince años, Dell, cuya vida, en un momento tan delicado como el de la adolescencia, sufre un vuelco espectacular. Y todo porque sus padres, unos padres que jamás darían el tipo de asaltabancos, deciden hacerlo. Los padres suelen estar muy presentes en las novelas de Ford y aquí su papel es relevante en cuando determinarán para siempre el futuro de sus hijos. Son un ex-militar, optimista irredento, con escasa visión para ganarse la vida, y una profesora de ascendencia judía que aparece en un estado permanente de perplejidad porque no se explica como pudo enredarse tanto la vida para acabar con semejante marido y todas sus perspectivas arruinadas. Fue un matrimonio de penalty, del que salieron dos genmelos: Dell y Berner. Tras varios años de base en base por motivos militares, acaban en Great Falls, en Montana, donde Ford se recrea a fondo en la vida cotidiana de esa pequeña localidad, donde el aburrimiento parece marcarlo todo.
Las dificultades económicas llevan a la pareja a realizar un atraco chapucero que supondrá un cambio brutal para todos. El matrimonio a la cárcel, Berner huyendo de casa y Dell trasladado a Canadá a vivir con un extraño personaje estadounidense, autoexiliado para purgar una vieja cuenta.
Es desde la praerie, ese vasto territorio canadiense de campos de cereales interminables en verano y una llanura nevada sin fin durante el invierno, donde Dell nos irá contando los detalle de esta historia y donde vivirá los profundos cambios que van a marcar su vida. Allí no solo reflexionará sobre su familiar, sino también sobre su presente y su futuro, verá puestos a prueba sus endebles principios morales y brotará su resolución para reconducir su vida en un país que no es el suyo pero al que habrá de acomodarse.
Como decía, la novela es muy larga, muy lenta y a ratos cansina. Pero uno tiene que quitarse el sombrero ante la maestría de Ford para recrearse con las cosas más cotidiana, para describir paisajes y atmósferas y para plantear la supervivencia de determinadas convicciones éticas cuando son sometidas a pruebas muy duras.
Interesante, pero menos de lo que esperaba.
Datos personales
- antonio alonso
- GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
- Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario