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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 16 de julio de 2008

EL JUEGO DEL ANGEL


Confieso que me he dejado llevar a un tiempo por el morbo y por la publicidad. Había leído en su día "La sombra del viento" y estaba a la espera, como muchos, de la nueva novela. A ver. Las primeras trescientas páginas las devoré casi de un tirón. Me reencontraba con el mejor Zafón y cada frase, salvada alguna falta de ortografía, era un auténtico placer. Pero algo empezó a ir mal desde entonces. Han pasado ya unas semanas y no sé exactamente el qué. Lo único que acierto es a recordar que en ese principio de la novela fue fácil sumergirse, entrar, creérselo. Pero los giros posteriores, ciertos personajes y el disparate final arruinaron una experiencia que prometía.
Tiene oficio. Claro que sí. Pero además de oficio hace falta alma, y la segunda parte de la novela me parece escrita desde el aburrimiento. Como intentando buscar vías llamativas, distintas, aunque se disfracen un poco de novela negra y otro poco de ciencia ficción. El problema, para mí, es que se hace , a cada página que se avanza, cada vez menos creible y tengo que decir que al final estaba pelín mosqueado.
Toda la primera parte de las vivencias de David Martín son realistas y creíbles, pero el personaje se va desmoronando. Quedan claro secundarios maravillosos como Sempere y su hijo. Personajes llenos de vida (también antes de que destroce su trayectoria) como Isabella, con toda su frescura y comicidad. En lo demás veo repeticiones de la novela anterior, personajes un tanto trasnochados y el delirante Corelli que, para mí, arruina por completo la historia, sobre todo en la parte final.
En fin, don Carlos, que, sin duda, venderá usted muchos ejemplares. No es que esté mal, pero lamento decir que esperaba bastante más. Por salvar algo, esa atmósfera de Barcelona que sabe retratar como pocos y que es a la vez amarga y entrañable. A ver si la próxima tiene más calidad y menos parafernalia. Amén.