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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

domingo, 14 de noviembre de 2010

TRAIN

Pura novela norteamericana, con todos los ingredientes previsibles y bastante violencia, en algún caso un tanto gratuita. Train, título de la novela, es también el apodo de un joven negro que malvive el Los Angeles a mediados de la década de los cincuenta. Familia desestructurada, de pocos recursos, y teniendo que buscarse la vida cada día, en este caso haciendo todo tipo de trabajos en un campo de golf, incluído el de caddie. Por casualidad allí conoce a Packard Miller, un extraño personaje, del que luego sabremos que es uno de esos policías que actúan a menudo más allá de los límites de la ley, jugador aficionado al golf y sobre todo un entusiasta de las apuestas. Un encuentro fortuito que retomarán más adelante, cuando Train ha tenido que salir por pies de su casa, ha encontrado otro trabajo en un campo de golf, en peores condiciones laborales y salariales, y cuando Miller ha dado un salto en la escala social al casarse con una viuda rica, a la que aliñó el caso de asesinato de su marido por dos jóvenes negros que asaltaron su yate. Emprenderán entonces una estrecha colaboración para hacer apuestas jugando al golf, mientras vamos conociendo las angustias de Norah, la mujer de Miller, y la deriva de Plural, un ex-boxeador que pierde la vista y al que cuida Train. Aunque la crítica pone la novela por las nubes, quizá porque Pete Dexter ya es un autor consagrado y muy premiado, lo cierto es que todo suena a ya visto o leido, las situaciones no son para nada originales y el desenlace se adivina mucho antes de que empiece a desarrollarse. En fin, prescindible.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

DUERME

Más o menos todos hemos pasado, hemos experimentado algún episodio de insomnio y el que no no sabe la suerte que tiene. Así que esta novela de Annelies Verbek, ¡Duerme!, sirve, de algún modo, de recordatorio de esas jornadas de pesadilla en las que contar ovejas no sirve para nada, como tampoco sirven el sinfín de remedios más o menos caseros que con frecuencia te aconsejan para intentar hacerse con el querido sueño. La autora belga, que con esta su primera novela tuvo un gran éxito, centra la novela en dos personajes que padecen insomnio y que viven relativamente cerca. Maya es uno de ellos; lo intenta todo para conseguir unas horas de sueño, pero pronto se rinde a la evidencia y comienza unas enloquecidas salidas nocturnas por la ciudad que la llevan a emborracharse y a tener sexo con desconocidos, que la transforman en una provocadora que va llamando a los timbres de las casas para despertar a los que gozan del sueño. Si Maya es muy joven, Benoit es un cincuenton varado en la experiencia traumática de perder a su madre de niño, una madre que es puta y excelente cocinera, y a la que se aferra hasta el límite mismo de la locura, con amigos invisibles que le acompañan en su enloquecida huída hacia ninguna parte. Que ambos personajes van a coincidir se ve desde el primer momento, y toda la novela trancurre en dos mundos paralelos que se unen en algunos momentos, mientras en otros se buscan. No es una buena novela para insomnes, porque puede ser contaminante. Pero es un estupendo ejercicio sobre la fragilidad emocional, sobre la dificultad de mantener el equilibrio en situaciones de no descanso, de alta de sueño que altera profundamente la vida diaria. Hay un tercer personaje entrañable, Olga, una señora mayor que por temporadas ingresa en un hospital con enfermedades imaginarias para tener compañía y no estar sola. Interesante.

EL REGRESO



“El regreso” es una novela de Bernhard Schlink, conocido sobre todo por su obra “El lector” de tan grato recuerdo y tan espléndidamente llevada al cine. Schlink sigue dándole vueltas a la postguerra alemana, a los enigmas en que se convirtieron muchas vidas, a los cambios de identidad, a los abandonos familiares, a los exilios voluntarios en otros países donde algunos se construyeron otras vidas, como queriendo borrar de un plumazo los horrores de las Segunda Guerra Mundial en la que participaron, o de los que tienen mala conciencia. El protagonista de la novela es Peter Debauer que vive con su madre en una ciudad media alemana y pasa los veranos con sus abuelos suizos. De su padre se sabe poco, por no decir nada. Todo lo referido a él esta envuelto en un halo de silencios y medias palabras, aparentemente imposible de traspasar. Sus abuelos editaban novelitas de consumo rápido, pero una de ellas, en realidad unas pocas páginas que cayeron en sus manos llevaron a Peter a intentar hacerse con el resto de la historia y a investigar los pormenores de la vida del autor. La novelita en cuestión narra la historia de un soldado aleman prisionero de los rusos en Siberia, que logra regresar a su casa y encuentra que su mujer vive con otro hombre. Al no conocer el desarrollo de la historia y su desenlace, Peter abre todo tipo de conjeturas y empieza una investigación que le ocupará muchos años, en los que la alterna con su trabajo en una editorial jurídica mientras conocemos detalles de su azarosa vida sentimental. Tirar del hilo es lo que tiene, que a una sorpresa le sigue otra y reconstruir el rompecabezas es muy difícil y más cuando toca de lleno la vida del que lo hace y pone patas arriba su identidad tal y como la conocía. Es magnífica la equiparación que realiza entre la novelita y la Odisea y muy interesantes las reflexiones que plantea sobre las reacciones humanas ante situaciones extremas. Estamos ante una novela ambiciosa que intenta aportar algo de claridad en esa nebulosa aparentemente indescifrable que envuelve el pasado de toda esa generación de alemanes ahora ya ancianos. No falta tampoco una interesante referencia a los días de la unificación alemana y a la manera en la que la afrontaron los hasta entonces ciudadanos germanoorientales

miércoles, 20 de octubre de 2010

LA OFENSA



Llevaba unos meses oyendo comentarios, buenos, sobre la obra de Ricardo Menéndez Salmón, un filósofo gijonés metido a editor y escritor, que, dicen, va creciendo con cada nuevo texto que publica. La Ofensa es una novela de apenas ciento cuarenta páginas, de renglones generosamente extendidos y muchos espacios en blanco. Cuenta una historia aparentemente convencional, la de un soldado cualquiera, alemán, enrolado por llamamiento, e inmerso en esa locura desatada por Hitler que fue la II Guerra Mundial. La historia de Kurt, tal y como la cuenta en la primera parte de la novela, podría ser de lo más vulgar: un joven de una ciudad media alemana, cuya familia posee una sastrería, en la que estaría llamado a pasar el resto de su vida si el viento de la guerra no le llega a arrancar de su casa. Fueron aquellos primeros meses un tanto apacibles, las tropas alemanas se paseaban sin dificultad por media Europa, que no parecían tener nada en común con el vendaval trágico que se abatiría sobre el continente hasta mediados del 45. Menéndez Salmón emplea en esa primera parte un tipo de narración bastante aburrido, con muchos lugares comunes y un lenguaje un tanto rebuscado, casi antiguo, con destellos de pedantería. Pero hacia la mitad da un primer giro a la tuerca, pillando por sorpresa al lector ante una horrible masacre que tendrá un efecto inesperado en Kurt, la pérdida de toda sensibilidad. Entra ahí la narración por derroteros filosóficos, bien conocidos por el autor que reflexiona sobre la separación de cuerpo y hombre (¿alma?), sobre cuánto dolor puede soportarse, sobre la posibilidad de una vuelta atrás, de una redención, de una esperanza. Mientras el horror sigue abriéndose paso en Europa, seguiremos la penosa, pero insensibilizada vida de Kurt, al que todavía aguarda otra vuelta de tuerca más, hacia un final insólito e inquietante. Desconcierta un poco la forma de narrar de Menéndez Salmón, al menos a quien como yo está acostumbrado a textos más fáciles, sin tantas cargas de profundidad. Pero está claro que estamos ante una novela pensada retorcidamente para que reflexionemos sobre los males de este mundo y el desconocimiento que tenemos de nuestros propios cuerpos.

martes, 19 de octubre de 2010

AMOR EN VENECIA, MUERTE EN BENARÉS



Geoff Dyer es un inglés todoterreno, bien conocido por sus columnas en The Guardian, pero también como ensayista y novelista. Esta “Amor en Venecia, muerte en Benarés” es, que yo sepa, su última novela, y como indica su título tiene dos partes bien diferenciadas, que transcurren en esas dos ciudades en las que se permite ver alguna similitud (alguien lo desarrolla en la segunda parte del libro.

En la primera, que transcurre en la ciudad de los canales, nos presenta un tal Jeff, periodista freelance y sobre todo crítico de arte, que se gana la vida viendo exposiciones , asistiendo a cócteles y aportando luego su punto de vista en algunos medios escritos. Uno de ellos le manda a Venecia, a la Bienal. Llega allí, tras haberse teñido el pelo, por aquello de parecer más joven, con el encargo no solo de contar lo que vea en la muestra, sino también de entrevistar a una vieja gloria, fotografiarla y pedirle que cede a al revista un dibujo inédito. Su interés por semejante encargo es mínimo y lo único que realmente le importa es asistir a las innumerables fiestas programadas durante el certamen, en las que se sumergirá con fruición, combatiendo el pavoroso calor de esos días con el consumo desatado del conocido cóctel bellini, sin duda la estrella d la Bienal. Dyer entra a fondo en ese mundo de apariencias, de fiestas sucesivas, de intereses cruzados que es la Bienal, y deja bastante con el culo al aire a periodistas y críticos, que parecen garrapatas dispuestas a darse un banquete sinfín. Es ahí donde vivirá una historia de amor de presumible escaso futuro.

En la segunda parte cambia de tercio y, por encargo de un periódico, se va a Benarés para hacer un gran reportaje. La ciudad sagrada del hinduísmo le atrapa desde el primer momento, hasta el punto de dejarlo varado, cada vez más alejado de su regreso a Londres y cada vez más adaptado a la forma de vida que le rodea. De la curiosidad de los primeros días, que nos permite conocer los distintos ghats, las zonas de acceso directo al Ganges donde pululan peregrinos, gurús, mendigos de toda clase, turistas y comerciantes de todo tipo, junto a vacas, cabras, monos.....El río más sagrado de la India nos los describe como una síntesis de todo lo bueno y malo del mundo, y es esa visión sintética la que le atrapa y la que le irá abriendo una nueva vía, en la que casi todo es prescindible y la vida se reduce a breves paseos por los ghats, la contemplación, o los baños en el río. La adaptación de Jeff a Benarés nos permitirá conocer a fondo la ciudad, distintos tipos de personajes, locales y llegados de todo el mundo, y una religión, el hinduísmo, de difícil comprensión para los occidentales.

Estamos ante un interesantísimo acercamiento a dos ciudades, que se disfruta mucho más si se conocen.

miércoles, 13 de octubre de 2010

MONDO Y OTRAS HISTORIAS

Tenía una deuda pendiente con JMG Le Clézio, premio Nobel de Literatura hace dos años. Hasta en dos ocasiones intenté leer otras tantas novelas y, quizá, porque no era el momento o porque realmente no me decían nada, acabé por abandonarlas a las pocas páginas. Así que ha llegado a mis manos MONDO Y OTRAS HISTORIAS y ha tenido que revisar todo lo que pensaba del amigo francés. El libro contiene hasta ocho relatos, algunos casi novelas cortas, que tienen en común a los niños como protagonistas. Son todos niños raros, algunos muy raros, y el mundo en el que se desenvuelven no nos es fácilmente reconocible, no tenemos datos suficientes sobre su ubicación real y sus paisajes y formas sociales a veces parecen anclados en el medievo y otras en escenarios post-cataclismo. Pero son todos estos relatos de una belleza increible. Me encantan especialemente dos: Mondo, un niño feliz en una ciudad donde intenta hacer amigos entre toda la gente con la que se va cruzando, y “Los pastores” una inquietante historia en un ambiente apocalíptico que deja abiertas demasiadas incógnitas. Hay otra historia fascinante, la de Daniel, en “El que nunca había visto el mar, que deja a escondidas la especie de internado en la que reside para, emulando a Simbad, largarse a recorrer mundo para localizar el mar, su gran obsesión. O esa otra, la de Jon, “La montaña del dios viviente” que se deja seducir por el misterio que envuelve a una poderosa montaña que domina la ciudad. Los personajes son un portento de inocencia y curiosidad, en mundos que por momentos resultan amenazantes, pero en lo que todo parece transcurrir con total serenidad y de forma natural. En fín, para no perdérselo.

lunes, 4 de octubre de 2010

SABER PERDER


No es esta una novela que busque trascendencia literaria, y probablemente es de fácil olvido. Lo que sí es, es una instantánea interesante de un momento, de una época de la sociedad española, de estos años, con guiños interpretables justo ahora aunque no está claro que lo sean dentro de, por ejemplo, veinte años. Me gusta como escribe David Trueba. Me gustan sus columnas en el diario El País y también algunas de sus películas. Aunque tiene dos novelas anteriores esta es la primero que leo. Y ha sido una sorpresa agradable, por momentos absorbente, aunque todo suene a conocido y, en algún caso, un poco manido. Dividida en cuatro partes, que se recrean en el deseo, el amor, la identidad o el final de las cosas, las relaciones, la vida misma, la novela pivota sobre cuatro personajes: Sylvia (sic), una dieciseisañera de hormonas revueltas y a la que un accidente dará un importante cambio a su vida; su padre, Lorenzo, empresario fallido y arruinado por un amigo, que busca esperanza y ánimo en una inmigrante vecina; Leandro, abuelo de Sylvia, que tras una vida llena de rutinas, y cuando todo se viene abajo a su alrededor, se interna en una aventura sin futuro con una prostituta; y Ariel, sí nombre de detergente, promesa futbolística argentina que llega a Madrid en un estado de inmadurez que le dificulta ubicarse y cuando comienza a hacerlo, con una relación que le pone contra las cuerdas si trascendiera, no logra los resultados que esperaba el club y tiene difícil su continuidad en la ciudad. Es quizá este personaje uno de los más logrados. Trueba demuestra un buen conocimiento de los entresijos del mundo, de las promesas argentina, y maneja con soltura vocabulario, expresiones y un cierto enfoque del mundo tan peculiar en el país sudamericano. Hay, lógicamente, otros personas, algunos un tanto tópicos que, por momentos, deslucen la historia. Pero está bien, un poco larga pero atractiva y de fácil lectura. Quizá le falte un poco de ambición en cuanto a la trama argumental, pero lo cuenta bastante bien.

martes, 28 de septiembre de 2010

EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS


Creo que ya lo he apuntado en otro post anterior, pero no me importa repetirlo. Soy austeriano, admirador convencido de casi toda su obra, casi un propagandista y por eso siempre acojo con entusiasmo cualquier texto suyo. Este “El país de las últimas cosas” no es reciente. Simplemente se me había pasado y la recomendación insistente de un amigo, también tocado por la gracia de Auster, me llevó a la novela. No me debió pillar en un buen momento, quizá estaba necesitado de una lectura más ligerita, o quizá fue la sorpresa al adentrarme en un mundo demasiado siniestro y falto de esperanza, tan lejos de la frescura y la riqueza imaginativa de otros libros de Auster. Ha sido un auténtico mazazo, porque es difícil mantener la compostura ante una narración en la que se se atisba la más mínima esperanza, en que todo conduce al vacio, a la nada, en la que es difícil hasta explicar porque los personajes se empeñan en sobrevivir cuando no hay resquicio alguno por el que escaparse. A ese mundo cruel y autodestructivo llega Anna, en busca de su hermano, periodista, que meses antes se había trasladado a una ciudad y un país que estaba sufriendo un increíble fenómeno de autodestrucción incontrolable. La acompañamos en un viaje sin destino, en una encerrona sin escapatoria, en una ciudad donde el gobierno solo se ocupa de recoger a los muertos de las calles, donde nadie produce nada, donde todos se dedican a encontrar algo que les permita sobrevivir ese día y si puede ser el siguiente. No explica Auster las causas de esa decadencia suicida que acabará con la ciudad y sus habitantes en poco tiempo; prefiere detenerse, en una aparente reflexión sobre la catástrofe a la que nos conduce el estilo de vida contemporáneo, en las cosas mas nímias, las más importantes, en ese reciclaje compulsivo de objetos cotiadianos que ahora sirven para un trueque salvador, en ese sálvese quien pueda que se olvida de la solidaridad o de la compasión misma. De lo que pasa en la ciudad, de lo que le pasa a la propia Anna sabemos por una carta-diario que dirige a alguien no identificado. La única esperanza que asoma en todo el libro es pensar que finalmente alguien pudo escapar de semejante infierno, hacernos llegar ese texto por el que sabemos de tanta penalidad, de tanta miseria física y moral, de ese mundo condenado en el que los gestos de solidaridad se cuentan con los dedos y en el que parece que lo más razonable sería morir cuanto antes. En fin, un texto muy deprimente con un futuro muy negro, que hay que leer con buen estado de ánimo. No sé cual sería el de Paul Auster cuando lo escribió, pero está claro que no estaba en sus mejores días (emocional e intelectualmente hablando). En todo caso la trama, como en todo texto austeriano, atrapa y te deja casi sin aliento. Ojo al elegir el momento para empezar su lectura.

sábado, 25 de septiembre de 2010

TODOS LOS JÓVENES TRISTES Y LITERARIOS

Es esta otra novela generacional. Muy reciente. Su autor, Keith Gessen, tiene treinta años, y sus tres personajes rondan esa edad, están intelectualmente bien preparados, y tienen como él ascendencia rusa y judía, lo que da idea de que la novela está llena de referentes autobiográficos. Ha tenido mucho éxito en Estados Unidos y quizá ese éxito tiene explicación en clave puramente norteamericana. Vista desde aquí no es más que una serie de pinceladas sobre un cierto tipo de gente, todavía joven, muy bien formada, pero tan despistada como tantos otros de generaciones anteriores. No son generación X, pero no sería difícil ponerles nombre. Uno, Mark, vive dándole vueltas a una tesis eterna sobre los mencheviques; Sam está decidido a escribir la obra sionista definitiva, aunque un viaje a Cisjordania le hará no solo ver las cosas de forma diferente sobre la crisis israelo-palestina sino sobre sus propios objetivos profesionales. Y el tercero, Keith, analista político, anda tan hundido con los años de gobierno Bush, que no se encuentra. Todos ellos van a la deriva en sus vidas sentimentales, y los tres acaban en Nueva York, que se convierte en la ciudad faro para todo urbanita que se precie. Supongo que en Estados Unidos habrá más de uno que se identifique o identifique a estos personajes con gente que conoce. Es todo muy norteamericano y muy parecido a lo que vemos en algunas películas o series de factura USA. Visto desde aquí es una mera curiosidad, apenas una pieza del inmenso mosaico estadounidense que aporta bien poco, más allá de la compartida zozobra de la crisis de edad, en este caso de la treintena. Aunque ¿la crisis vital no era a los cuarenta?.

jueves, 23 de septiembre de 2010

TODO FLUYE


No hay nada más demoledor para una ideología que el retrato que sobre su aplicación en la vida real hace alguien desde dentro, alguien que una vez creyó en la revolución y que, a pesar de los peligros, decide denunciar no ya sus fallos, sino sus atrocidades sin fin, su manipulación social, sus imperativos impuestos a sangre y fuego. Es el caso del comunismo soviético y de Vasili Grossman que renunciando a su silencio para medrar en la compleja sociedad rusa de la época, prefiere dar cuenta al mundo de lo que ocurre y atenerse al ostracismo, la mejor de las suertes que le quedaban. Grossman ya había sido cronista de la batalla de Stalingrado, ya había denunciado, entre los primeros, la existencia de los campos de exterminio nazi y, en una acción casi suicida, se apuntó a desvelar el peor de los secretos del stalinismo, los horrores de los campos de trabajo, más bien de exterminio, comunistas en la Siberia profunda, los desplazamientos en masa de pueblos vistos como inferiores, las purgas interminables. Lo hacia, eso en VIDA Y DESTINO, con el trasfondo de la Segunda Guerra Mundial. Una obra vetada durante mucho tiempo, algo que no le desanimó, sino todo lo contrario, a proseguir con su denuncia. TODO FLUYE es su última novela, escrita durante la etapa en que la URSS fue gobernada por Jruschev, en plena desestalinización. Y es en esta novela donde Grossman va más allá que en las anteriores y siguiendo la vida de Iván Grigórievich, que pasó varios años en campos siberianos, nos sumerge en una profunda reflexión sobre la deriva hacia el horror en que cayó la revolución que destronó al zar y que en años sucesivos repetiría los errores de aquel régimen absolutista y llevaría el horror a límites desconocidos.Analiza Grossman los motivos que llevaron a Lenin a deshacerse de todos sus compañeros del viaje de la revolución. Asegura que Lenin fue implacable porque, como buen iluminado, se creía en posesión de la verdad absoluta, se negaba a todo debate y optó por deshacerse de todo el que no pensara como él. Se pregunta Grossman si Lenin fue consciente de los atropellos y actos criminales que generó su proyecto político en el que el estado pasó a serlo todo y donde la libertad, algo que los rusos nunca conocieron, no fue mas que un concepto verbal de uso propagandístico. Los errores descomunales de los primeros años adquirieron con Stalin proporciones gigantescas. Todo era estado, y por el bien de este todo estaba permitido. Se iniciaba así una política criminal que despojó de las tierras a millones de campesinos, después de haber despojado de las mismas a los terratenientes. Una política que poco a poco fue ampliándose y por la cual todos perdieron sus negocios privados, desde una gran empresa a un pequeño comercio. La estatalización de la tierra, los programas de producción obligatoria, los planes quinquenales y la falta de alimentos provocaron millones de muertos en el campo. No había comida para quien no cumpliera con la entrega de la cuota establecida. Esa política arrasó sobre todo los campos de Ucrania y Bielorrusia. Se fomentó además la delación, la denuncia sin necesidad de prueba, las detenciones masivas con acusaciones falsas, la escenificación de arrepentimientos por delitos que ni siquiera sabían que habían cometido, las deportaciones, la apertura de campos de trabajo gigantescos en la terrible Siberia. Nadie estaba a salvo, todo el mundo era sospechoso de contrarrevolucionario y el terror se instauró como el mejor de los métodos para asegurar al estado. Un estado que controlaba todo, desde el cauce de un riachuelo en Balkaria, la producción de una gran fábrica en los Urales o el permiso vacacional de un funcionario de Odesa. Todo. Es esta una novela que no hay que perderse, sobre todo si uno ha tenido algún tipo de interés por Lenin, por su revolución y por los progresos de la extinta Unión Soviética. Y es que nadie conoce mejor lo que pasa en casa que el que está dentro.

viernes, 17 de septiembre de 2010

PAZ


PAZ. Un curioso título para un relato de guerra. La novela, de apenas doscientas páginas, va más allá del episodio bélico para concentrarse en el dilema moral que se plantean los miembros de una patrulla, cuyo sargento asesinó a sangre fría a una mujer desarmada, descubierta junto a un oficial alemán que previamente mató a dos soldados norteamericanos en un control de carretera. Ese debate moral, sobre si deberían denunciar o no al sargento, sobre si la muerte de la mujer estaba o no justificada, transcurre a lo largo de varios días en los que tres de los miembros de la patrulla, guiados a la fuerza por un anciano italiano, deben subir una montaña, en condiciones muy penosas, para comprobar si hay unidades alemanas en la zona, estamos en Italia en 1941, si están atrincheradas o si van en retirada. La atmósfera, verdaderamente asfixiante, ya que hace un frío extremo, llueve a mares e incluso nieva, hace penoso no ya el camino, sino las reflexiones de los integrantes de la patrulla, que no dejan de rememorar su vida anterior, su América feliz, la injusticia de estar en una guerra en la que pueden morir. Afloran además los miedos más primarios, la inseguridad, la desconfianza. Hay una mezcla de amor y odio entre ellos, que unas vez se ven como aborrecibles e inaguantables y luego se convierten en extremadamente solidarios, casi hermanos, cuando la lucidez se impone por la consciencia de que es su única posibilidad de sobrevivir. Richard Bausch, prolífico autor norteamericano de cuentos y novelas, logra atraparnos en esa difícil atmósfera de miedo y esperanza, de desesperación y agobio, de frialdad y pasmo. La muerte lo sobrevuela todo y los momentos, cambiantes, justifican las variaciones, a veces contradictorias, en el debate moral que se plantean. El ruido de la guerra no logra sofocar esa lucha individual por mantener una cierta coherencia personal, un mantenimiento de los valores compartidos. En definitiva, la novela es una excelente inmersión, una forma distinta de acercarse al fenómeno de la guerra, que me ha atrapado y me ha recordado las magnificas series para televisión HERMANOS DE SANGRE y THE PACIFIC, que produjeron Spielberg y Tom Hanks.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

JERNIGAN


David Gates es uno de esos periodistas norteamericanos que sienten el gusanillo de la literatura. Bien conocido por su quehacer como redactor jefe de Newsweek, es autor de numerosos cuentos y de varias novelas. Con JERNIGAN, que publicó en 1991, logró ser finalista del premio Pulitzer. JERNIGAN es algo así como una foto fija de un hombre que llegado a los cuarenta se sumerge en la crisis propia de ese momento generacional y empieza a caer y caer sin que se vea el fondo. Su mujer se suicida, le despiden del trabajo de la inmobiliaria con el que había ocupado su vida los últimos diez años, y no sabe como manejar a su hijo adolescente, que apenas pisa la casa. Es la suya una caída lenta, pevisible, sin grandes aspavientes, que vive mirando al mundo desde una borrachera cada vez más habitual y un creciente sarcasmo. Ni siquiera el inicio de una relación con una vecina divorciada, madre a su vez de una hija enganchada, novia de su hijo, parece ser el revitalizante que necesite para salir de la situación.

Es una novela sobre gente corriente, sin demasiadas expectativas, de la que seguramente podremos encontrar muchos ejemplos alrededor, aunque sin tanto histrionismo. Es una excelente disección del ejemplar cuarentón que ha perdido el rumbo, que tampoco tiene especial interés en encontrarlo, agobiado un tanto por los problemas cotidianos, como pagar la hipoteca, perder el trabajo, tener un adolescente perdido que se fuma las clases, y cada vez más aficionado a tirar para adelante a base de darle al alcohol...Lo que está claro es que esta novela, como muchas películas norteamericanas, nos pintan una visión de Nueva Jersey penosa, ese jardín al lado de Nueva York, llamado a ser el escenario idílico de la familia burguesa, que bajo el césped artificial esconde un mundo de depresiones, falta de ilusión y aburrimiento extremo cuyos desenlaces son imprevisibles. En definitiva, una entretenida novela, de fondo tragicómico, que refleja como un espejo esa realidad que muchas veces tenemos delante y no vemos por ser tan corriente.

lunes, 19 de julio de 2010

PURO FUEGO

Joyce Carol Oates es una prolífica escritora norteamericana, sin que la cantidad suponga baja calidad, ni mucho menos, y además eterna candidata al Nobel. No le ha caído, pero cualquier año de estos lo conseguirá. PURO FUEGO, CONFESIONES DE UNA BANDA DE CHICAS es una de sus asombrosas disecciones de la sociedad estadounidense, con esa peculiar manera que tiene de darnos una visión de conjunto a partir de un pequeño grupo. En este caso se trata de un grupo de adolescentes, chicas ente 13 y 16 años, casi todas provenientes de familicas disfuncionales que tienen como pegamento común a Legs, una joven de fuerte personalidad, convicciones muy arraigadas y una profunda fe en que se puede luchar contra la Injusticia, así con mayúscula.
La acción está situada en los años cincuenta, donde el mundo femenino tiene unas pautas muy marcadas y estrechas y donde parece inconcebible que un grupo de chicas adolescentes pueda constituirse en una banda, al estilo de las que surgían casi de forma natural entre los chicos y sobre todo en los barrios. Nace así Foxfire, una pequeña comunidad de chicas fruto de la necesidad de defenderse. Se identifican con un tatuaje y un pañuelo y pronto harán notar su presencia en la ciudad. Recurren a la violencia, pero sólo cuando consideran que no hay otra salida y siempre por una causa "justa". La amplicación de la banda, los primeros tropiezos con la policía, el sueño de crear una comunidad propia de autodefensa, les lleva a una deriva cuyo final parece abocado a una tragedia irremediable.
Oates nos presenta, de forma fascinante, a ese grupo de adolescentes que descubre un mundo que no les gusta y que quieren adaptar a sus propias reglas. Una tarea titánica, que a veces parece cercana y otras imposible de alcanzar. Por el camino, la desilusión ante unas familias que no se comportan como tales, ante unos padres cada días más extraños, el descubrimiento del compañerismo y la solidaridad, la lucha contra el machismo....En fin, un enfoque distinto, de una época, los cincuenta, distinta y ya lejana, pero con mensajes y retratos que se pueden encontrar hoy día.

miércoles, 30 de junio de 2010

DIARIO DE MARTÍN LOBO

Estando como estamos en la semana del Orgullo, tenía la excusa perfecta para acercarme a la literatura en torno al mundo gay, que la hay, aunque tengo que reconocer que la desconozco por completo. El título era atrayente y venía avalado por el éxito de un blog, Blogback Mountain, que sobrevivió un par de años en el digital de El Mundo, al parecer con gran éxito de visitas.
La novela viene a retomar partes de aquel blog y pretende acercar más datos sobre su autor, se dice que hay mucho de autobiográfico en ella. Estamos pues ante los que nos quiere contar un joven treintañero, gay, de provincias, y viviendo a tope la libertad de Madrid. junto a esos pasajes escogidos de su blog, vamos conociendo datos de su pasado en una ciudad del norte donde descubrió a trompicones su identidad sexual, para salir del armario por completo en la capital y tener la valentía de compartir sus andanzas, sus sentimientos, sus batacazos y también sus alegrías.
Tiene un tono tragicómico, a veces recurre a ciertos topicazos, y otras al puro desvarío, como a pasión turco-kurda de una de sus amigas, o la implicación de su compañero de piso en una trama de narcotraficantes escasamente creíble. Pero la prosa es brillante, el ritmo atrapa, y tiene una enorme habilidad para transmitirnos sus estados de ánimo. Sus enamoramientos y sus sufrimientos ante los abandonos. Su desconcierto, sus bajones y sus huidas por la noche madrileña en busca de sexo rápido y anónimo. Hay momentos de provocación, enarbolando la bandera de lo políticamente incorrecto, y otros que reflejan los miedos que podemos compartir todos, gays o no, ante determinadas situaciones de la vida, ante los fracasos por las amistades truncadas, los amores desvanecidos o las traiciones. Tiene Martín Lobo la fuerza de los treinta años y la desinhibición del que tiene claras sus opciones, del que no se deja amadrentar. Estamos ante un estupendo ejercicio de libertad, por supuesto muy entretenido y esclarecedor.

lunes, 21 de junio de 2010

EL TERCER REICH

Acercarse a Bolaño es garantía de buena literatura. Y así pasa con esta novela que escribió en 1989 y que se editó después de su muerte. Deslumbrado por "2666" me enfrenté a esta novela esperando algo parecido para encontrarme con una trama extraña y con unos personajes de carácter muy marcado, y muy diferentes, en una Costa Brava que el escritor chileno conocía muy bien. Es una historia distinta, pero que al parecer está muy relacionada con la que fue una de sus grandes pasiones, los juegos de guerra o wargames.
Para justificar de alguna forma esa pasión, para darle credibilidad, elige un protagonista muy joven, Udo Berger, que con veinticinco años es todo un campeón de esos juegos en su país. Lo que parece ser una novela de verano, con su toque de nostalgia, pronto se adentrará en una atmósfera inquietante, desasosegante y de salida incierta, que mantiene la tensión hasta el final.
Udo y su novia Ingeborg se van de vacaciones a la Costa Brava, un mes de Agosto, y a un hotel que conocía porque había pasado varios veranos de niño, cuando acudía puntualmente con sus padres y hermana. Lo que podría ser un viaje con la novia de lo más normal, comienza a tomar otro cariz por dos razones: Udo quiere aprovechar el tiempo para perfilar su estrategia en un juego conocido como el Tercer Reich, que como su nombre indica va de estrategia guerrera con Alemania conquistando, y luego perdiendo, media Europa; y por otra conocen primero a una pareja alemana y luego a varios personajes españoles, con apodos más que llamativos, como el Lobo, el Cordero o el Quemado, que van a generar situaciones a cual más dramática e inquietante. También jugarán un papel muy importante los dueños del hotel.
No es cuestión de destripar aquí la historia, llena de matices y recovecos, un arte en el que Roberto Bolaño fue todo un maestro. Si al principio el argumento parece discurrir por caminos muy trillados, las sucesivas vueltas de tuerca te pegan a las páginas hasta no poder dejar la historia, deseando cuanto antes conocer el desenlace.
En fin, una estupenda novela, de lo más apropiado para leer en el playa o piscina. A disfrutarla.

jueves, 10 de junio de 2010

EL RÍO DE LA LUZ:UN VIAJE POR ALASKA Y CANADÁ

Acabo de devorar este estupendo libro de viajes, uno más de mi admirado Javier Reverte, aunque, hago ya la salvedad, no me ha resultado tan completo como su "Corazón de Ulises" o su trilogía africana, pero quizá es porque puso el listón muy alto. Alaska y la canadiense Columbia Británica están en mi imaginario, creo que desde que tengo uso de razón, o como se llame. Es un viaje pendiente, aunque no tan ambicioso como el que se marcó Javier Reverte, cuyo detalle dibuja en este libro, acompañado siempre de citas literarias, especial fijación con Jack London, y salpicado de anécdotas y datos históricos de gran interés, aunque en algún momento, sobre todo cuando se quiere seguir su propia experiencia, se hacen un tanto extensos y por momentos pesados.
El reto, cubierto, de Reverte era un viaje por un tramo del Yukón, uno de los rios más salvajes y literarios del mundo, precisamente el que coincide con los puntos donde se produjo la avalancha de buscadores de oro, a finales del XIX y principios del XX. Javier rinde homenaje a las decenas de miles de personas que se lanzaron a buscar fortuna haciendo frente a la dureza de una tierra donde sobrevivir era toda una hazaña. Se nota que se ha documentado muchísimo sobre aquella marea humana y los personajes, algunos inmortalizados por el cine, que adquirieron un cierto protagonismo, casi siempre rayando o claramente ligados a actividades ilegales.
Es fascinante la manera en que se enfrentó al descenso, en canoa, de ese tramo del Yukón, teniendo en cuanta que nada sabía de navegar y menos en aguas tan turbulentas. Más allá del Yukón nos da noticia de otras localidades de las que nunca había oído hablar, como Nomé, y de auténticos paraísos donde los osos son casi tan numerosos como los bosques. Una pasada fascinante.
Con más de quinientas páginas, que incluye cronología histórica canadiense, se me hace raro las pocas líneas que dedica a Vancouver, la rapidez con la que pasa por las Rocosas, o la avaricia a la hora de despachar el larguísimo viaje en tren desde la Britihs Columbia y Toronto. Es más, disiento claramente de su visión de Toronto y no acabo de comprender como se embarcó en un autobús turístico(lo digo al referirme a un viajero tan curtido como él) para ver Niágara, cuando las cataratas y su región, por libre, son, sin duda, uno de los parajes más hermosos del mundo, algo parecido al paraiso, supongo.
Envidiable su regreso a Europa ,desde Montreal, en un barco mercante.
No ha sido el libro que me de el empujón necesario para ir Alaska y el oeste canadienses, pero todo se andará. Por lo demás, siempre un placer gozar de la enorme sabiduría de ese viajero impenitente.

miércoles, 2 de junio de 2010

EDUCACIÓN SIBERIANA

Los urcas, hoy dispersos por medio mundo, eran una especie de comunidad, de religión ortodoxa, pero con múltiples peculiaridades y una serie de reglas y valores únicos, que vivía en Siberia, pero que Stalín decidió trasladar masivamente hacia el Oeste. Siguieron la ruta contraria a la de cientos de miles de rusos y otros pueblos de la antigua URSS, dispersados por Siberia por orden expeditiva del dictador.
Lo que diferencia a los urcas es que era una comunidad de bandidos, de hecho ellos mismos se definían, con orgullo, como criminales honestos. Tenían como referente el respeto máximo por los lazos familiares, la protección de los más débiles, la vida sin ostentaciones y otra serie de valores que chocan frontalmente con los nuestros. Por ejemplo odian profundamente a los políticos, al estado, a los ricos y sobre todo a los policías. De hecho matar policias es algo así como ponerse medallas. Vivían sobre todo de atracos, asaltos y trapicheos de todo tipo, vamos delincuencia pura, que convirtieron en una forma de ser y en orgullo de la comunidad. Por eso muchos de ellos pasaron gran parte de su vida en prisión, donde seguían protegidos por la comunidad que seguía fuera. Tenían sus propios medios para comunicarse entre los distintos grupos dispersos por la URSS e incluso Europa Occidental, que escapaban por completo al control de las autoridades pertinentes.
Pues bien, en el seno de uno de esos grupos dispersos nació Nikolái Lilin, el autor a través del que conocemos el fascinante y a veces espeluznante modo de vida de los urcas. Lo que nos cuenta en esta novela, de claras referencias autobiográficas, fue su niñez y primera juventud en Bender, una ciudad del Trandniester, también llamada Transnistria, territorio moldavo constituido en república independiente desde hace casi veinte años, tutelado y tolerado por Rusia, y escondite favorito para todo tipo de redes criminales: no solo los urcas, tambien georgianas, ucranianas, armenias, moldavas... En fin, lo mejor de cada cas. Un lugar, en todo caso, en el que había reglas claras y acuerdos explícitos que les permitían convivir y al mismo tiempo vivir al margen.
El libro no tiene desperdicio, y como dice alguna crítica, para abordarlo hay que dejar atrás las definiciones que tenemos sobre el bien y el mal, para entender una forma de pensar, actuar y vivir tan lejana a la nuestra. Hoy de aquella comunidad, cuenta Lilin, no queda nada, pero es un fenómenos todavía muy reciente, que nos habla de la complejidad de lo que fue la URSS y de sus despojos a través de los ojos de un niño, y más tarde un joven, que creció con un extraño código de honor en el que lo de menos era el asesinato o la violencia sobre los demas. Espeluznante.


miércoles, 19 de mayo de 2010

EL GRAN MUNDO

Con casi veinte años de retraso nos llega esta novela de David Malouf, un australiano de origen libanés, un dato no menor si luego observamos esa sensibilidad "mediterránea" a la hora de describir ambientes familiares, aunque sea en un escenario tan distinto como el de las antípodas. Es una estupenda novela centrada en la vida paralela de dos personajes que se harán amigos en la veintena, cuando comparten los horrores y sufrimientos de los campos de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, en el Pacífico. Pero antes de encontrarse ya tenemos suficientes datos sobre su infancia. Los dos nacen en un ambiente de extrema pobreza, de lucha diaria por la supervivencia. Y esa etapa marcará toda su vida: en uno, aceptando resignado la forma de vida conocida; en otro, provocando una rebelión interna que luego materializará dando un espectacular vuelco a su vida, y convirtiéndolo en un controvertido empresario de éxito en la Australia de los cincuenta y sesenta.
Si la infancia es cruda para Digger y Vic, su paso por la guerra es de un dramatismo extremo. Esa desquiciante situación, en la que lo más fácil era rendirse a la muerte, fue definitiva para el encuentro entre ambos y el inicio de una amistad, a partir de la antipatía de los primeros contactos, que durará toda la vida.Es difícil explicar la perdurabilidad de una amistad entre dos tipos tan distintos. Digger se conforma con lo que hay porque el mundo le daba vértigo y estaba lleno de de complicaciones que no lograba entender. Vic, haciendo un esfuerzo heroico por superarse y por ocultar sus debilidades, aprende a retorcer ese mundo y explotar al máximo sus posibilidades. A través de ellos conocemos a sus respectivas familias y todo el entramado de relaciones que Malouf describe con auténtica maestría.
En principio la novela nos cuenta una historia en un escenario que nos puede resultar un tanto ajeno, pero la profundización en las relaciones sociales y familiares (desgarradora la ruptura entre Vic y su hijo) nos acerca a sentimientos y frustraciones comunes independientemente del lugar donde se ha nacido.
En fin, una oportunidad estupenda de acercarse a otros mundos, tan parecidos al nuestro.

jueves, 6 de mayo de 2010

THE GIVEN DAY

Que nadie se asuste. La he leído en inglés y, al final, cuando la acabo de devolver a la biblioteca pública ( si, en esta tienen literatura en varios idiomas, un lujo, vamos) me he enterado que hay versión en castellano y que se titula
"Cualquier otro día". Pero ya que me he chapado las más de setecientas página en la maltratada lengua de Shakespeare, también a ella le ocurre, pues me tiro el pisto y hago la reseña sobre la versión original. La firma Dennis Lehane que así, por el nombre, tengo que confesar que no me sonaba de nada. Sólo al leer la breve referencia autobiográfica que incluye la novela me he enterado que es el autor de otras muy conocidas llevadas al cine con éxito como Mistic River, Shutter Island, o Gone baby gone.
Aclarado el asunto, decir que la novela, como no podía ser menos al ser la octava de un experto en bestsellers, es atractiva, por momentos frenética y, en algunas páginas acongojante. Aunque hay muchos personajes, el argumento gira en torno a dos tipos y sus respectivas familiar. Uno negro, Luther Laurence, que pasa las de Caín, como no podía ser de otra manera, tiene que huir de Tulsa, donde hacía poco que se había establecido con su mujer, y acaba en Boston, una ciudad, a finales de la primera Guerra Mundial, con un clima convulso, para algunos prerrevolucionario, que va a marcar el paso a otros lugares de Estados Unidos en los años siguientes. El otro blanco, de ascendencia irlandesa, Danny, es un poli de esos inquietos que después de realizar varias misiones encubiertas en los ambientes bolcheviques (dios bendito, que obsesión), anarquistas, socialistas y no se cuantas istas más empieza a tomar conciencia de que la situación de los polis es insostenible, con pagas por debajo del nivel de subsistencia y condiciones laborables y sociales casi esclavistas. En torno a ellos giran una serie de personajes a cual más curioso, luchadores o de mafia a pequeña escala en el caso de Luther, y poderosos, con pasta, y profundamente clasistas y racistas en el caso de Danny. Siguiéndoles tenemos un retrato de aquellos años tenebrosos y de unos días que pusieron patas arriba la ciudad de Boston, por una huelga policial que ha quedado en los anales de la historia norteamericana. El cuadro que nos pinta Dennis Lehane es desolador: una sociedad tremendamente clasista, con empleos que exigen más de ochenta horas de trabajo semanales, sueldos de miseria, gansterismo y turbios manejos patronales, policiales y, por supuesto, políticos. Hay un tercer personaje que, un poco artificiosamente hace de nexo de unión entre Luther y Danny, un jugador de beisbol llamado Babe Ruth, que parece ajeno a todo lo que se mueve a su alrededor, excepto la pasta.
Bueno. Entretenida y estupenda para leer bajo un árbol, al lado de la piscina o en la playa, ahora que se acerca el buen tiempo (¿de verdad?).

viernes, 23 de abril de 2010

EL OFICINISTA

Unos amigos argentinos me han pasado esta obra de Guillermo Saccomanno, autor que solo conocía de nombre y que tiene escasa difusión en España. Esperemos que el premio Biblioteca Breve de este año que le ha correspondido ayude a normalizar la difusión de sus obras.
Dicho lo cual apuntaré primero que estamos ante una novela que nos sumerge en un mundo oscuro, el interior del protagonista, el oficinista, y el exterior, el de una ciudad sumida casi siempre en la penumbra, sobre la que cae lluvia ácida, sobrevolada permanentemente por helicópteros artillados, con una plaga de murciélagos que se estampan contra las cristaleras, otra plaga, de perros clonados, que campan a sus anchas por las calles y la amenaza constante de un terrorismo cuyo origen o razón no se nos explica. Lo único que sabemos es que estamos ante una sociedad, la de esa ciudad, que vive una auténtica pesadilla, en la que hay muchos excluidos, y en la que todos parecen guiarse por el miedo, el miedo a perder la vida, el trabajo, por lo que callan, agachan la cabeza y otorgan. Todo para no caer en ese mundo paralelo de perdedores que pueblan las calles, ahítos y encogidos por el hambre.
Sabemos poco del oficinas, ni siquiera su nombre. Está casado y se reconoce como cobarde. Su obsesión es pasar lo más desapercibido posible para evitar que le despidan. De momento lo consigue, pero todo empieza a cambiar cuando tras el autorreconocimiento de su cobardía se autoconvence de que podría sorprender a todos con otro yo, radicalmente distinto, que incluso podría ser violento, y pillarles por sorpresa. Atrapado por la infelicidad de un hogar bien distinto al que pensaba, y atenazado por las sospechas que él mismo genera sobre la actitud de un compañero de oficina, el oficinista hallará la oportunidad de ponerse a prueba al iniciar una relación con la secretaria del jefe.
La atmósfera que crea Saccomanno es un tanto asfixiante y desde el principio nos deja claro que el desenlace no puede ser feliz. Hay mucho de ciencia ficción en la ciudad que nos describe, y algo orwelliano en la oficina en la que trabaja. Es un drama de tonos apocalípticos, desesperanzado y que nos alerta ante un futuro posible que no estaría demasiado lejos. No es una novela optimista, ni mucho menos, pero se lee de un tirón y hasta se agradece su brevedad.

martes, 23 de marzo de 2010

INVISIBLE

Soy un austeriano militante, y por tanto convencido, desde hace tiempo además, y por tanto ni pretendo ser objetivo ni podría serlo a la hora de dar mi opinión sobre esta nueva entrega del autor de Nueva Jersey. Es verdad que esta vez no me he lanzado sobre la novela en cuanto apareció, como otras veces, quizá porque tenía un ligero temor a que siguiera la línea, mucho menos brillante que en obras anteriores, que marcó en sus últimas "Viajes por el scriptorium" y "Un hombre en la oscuridad". Pero la espera ha merecido la pena Auster vuelve por sus fueros y nos trae otra muestra envidiable de lo que este autor puede hacer cuando se pone a contarnos algo.
Probablemente en el protagonista de esta nueva novela, Adam Walker, hay algún que otro punto autobiográfico, ya que sitúa el arranque de la historia en la Universidad de Columbia, donde el propio Auster estudió, y por los mismo años, a finales de los sesenta del siglo pasado.
El arranque, el primer capítulo, ya de atrapa de forma inexorable, porque utiliza esos recursos del lenguaje que tan buenos resultados le han dado en historias anteriores. Enseguida te mete en la historia y asistes en primer plano y casi como estuvieras presente, maestro que eres un maestro, al abordaje del joven Walker por una extraña pareja, que le va a enredar la vida y mucho. En el segundo capítulo la historia nos la cuenta ya desde otro punto de vista, como parte de un libro de memorias que el viejo Walker remite a un antiguo amigo de la Universidad. Y, en el tercero y último, ese ese viejo amigo el que nos aportará el resto, después de darle forma al esquemático resumen que le envió Adam en una carrera contrarreloj, porque la enfermedad le tenía sitiado.
La narración es una constante vuelta de tuerca, en el mejor estilo Auster, llena de giros inesperados y personajes que de pronto pasan de ser una simple mención a plantarse como coprotagonista inesperado en un momento de la historia. Es fascinante la forma de narrar de Auster y es lo que salva a esta nueva novela, cuyo contenido argumental flaquea en algún momento, se disparata en algún otro, pero hay que destacar, por el contrario, la manera abierta y extremadamente cuidadosa de tratar el incesto.
No es, desde luego, su mejor novela. Está lejos de "El Libro de las ilusiones" o "La noche del oráculo" o, por supuesto, "La trilogía de Nueva York", pero Invisible vuelve a mostrar que está en forma y que hay Auster para rato. De lo cual me felicito.

miércoles, 17 de marzo de 2010

FIN

Soy en general reacio a acercarme a los "nuevos valores" de la literatura española, porque en general solo he cosechado decepciones y algún que otro cabreo. De hecho, y por lo que podéis ver en este blog, suelo sumergirme preferentemente en otras literaturas que, personalmente, me dan mas juego y me acercan mundos y situaciones que o bien me gustan o bien tienen un cierto punto de exotismo. Pero bueno, uno es de los que tropieza en la misma piedra. Así que después de leer algunas reseñas sobre esta novela, me decidí a leerla.
Y aquí llega el problema. Porque esta ópera prima de David Monteagudo tiene un poco de todo. El arranque no es muy original, grupo de antiguos amigos en la adolescencia que decida reunirse venticinco años después. Trillado está el recurso a que esa reunión se haga en un lugar apartado, en este caso un refugio de montaña, y también las posibilidades un tanto siniestras que concede ese tipo de situación.
El grupo está integrado por gente normalita, con pequeños y a veces vergonzantes secretos que irán apareciendo a lo largo de la novela, y uno más inquietante que el resto, y que se pretende como causa explicativa del horror por el que van a pasar. Y es que Monteagudo logra montar una tensión creciente con cada capítulo, ofreciendo poco a poco retazos de un apocalípsis inexplicable pero que se va imponiendo imparable hasta el final de la obra. Logra efectivamente transmitir ese desasosiego, primero, esa tensión, cierta histeria y todo el horror ante lo que no se entiende, pero que tampoco se puede evitar. Es sin duda su mejor hallazgo, junto a los diálogos, a veces, cuando no se deja arrastrar por tanto punto suspensivo y tantos lugares comunes. Es interesante, aunque al final aburre un poco, la manera como suele comenzar los capítulos, como si fuera un vouayer que primero echa un vistazo al panorama y luego pone su ojo en un catalejo con el que se fija en la acción: en es grupo de amigos que primero camina en busca de una explicación y luego huye sin más.
Dicho esto, que es lo mas interesante que puedo decir, hay otras cosas que me cansan, y que no entiendo como el editor, el corrector o quien supervise la obra antes de la publicación, no corrige o insta a corregir. Hay a veces problemas de concordancia verbal, hay faltas de ortografía (Persona rallada por rayada), hay episodios de leísmo, hay expresiones que "rayan": "los mosquitos se nos van a comer"; hay demasiadas curvas en el trayecto, y hay demasiados adjetivos....
En fin, está bien que las editoriales busquen nuevos valores, que se intente potenciar a nuevos escritores, pero entre las malas traducciones y los raros repasos a los originales (¿dónde están los correctores, ¡por dios!), a uno le quedan pocas ganas de explorar los "nuevos valores". Así que ni me atrevo a recomendarla, ni intento disuadir a nadie. Si uno no es muy escrupuloso puede pasar un buen rato.

miércoles, 10 de marzo de 2010

VILLA TRISTE

De nuevo me acerco a Patrick Modiano, confiado en sacarme la espina de "En el café de la juventud perdida", que no me convenció del todo. Elegí esta vez "Villa Triste", una sugerente historia de los años sesenta, contada en primera persona por un joven de apenas 18 años, cuya identidad no se declara, pero que en un momento determinado, puesto en la disyuntiva de decir su nombre recurre al de conde Victor Chmara.. El joven, al parecer de posibles, llega a una pensión en una de esas ciudades balneario próximas a Ginebra, aunque en la parte de Francia, donde la burguesía de la época pasa el verano. Allí conocerá primero a una joven local, con ínfulas de actriz, Yvonne, y a un médico que se dedica a misteriosas actividaes, Meinthe, que además manifiesta constantemente su profunda admiración por Astrid, reina de los belgas, hasta el punto de usurpar nombre y título. A través de estos tres personajes, Modiano va diseccionando la vida ociosa de esa localidad y la de las gentes que allí pasan las vacaciones, ajenos a la tragedia de la guerra en Argelia. En realidad es una historia de una amor de verano más, con algunos personajes peculiares, en la que el autor se siente muy cómodo. Esta claro que a Modiano le encantan las distancias cortas y diseccionar, para ofrecer en partes, esos retratos y clarooscuros de los distintos personajes. En fin, no es para tirar cohetes, pero sí un interesante acercamiento a una sociedad que ya es pasado y perfectamente olvidable.

MARIA CHAPDELAINE

LOUIS HÉMON fue un periodista francés, abogado y experto en lenguas orientales que a los treinta años sintió el tirón de la aventura y decidió irse a Canadá. Eligió además uno de los lugares más duros, el norte, donde el clima tiene fuerzas sobrenaturales, donde los inviernos parecen no tener fin y los veranos son apenas un suspiro. Un vida durísima que se aguanta cuando uno sabe que quiere ser pionero e intentar la difícil tarea de domeñar a la naturaleza. Se estableció en una granja de Péribonka como trabajador y allí vivió las experiencias que plasmaría en esta novela, Maria Chapdelaine, que forma parte del imaginario histórico canadiense, y sobre todo de Quebec, cuya identidad contribuye a reforzar.
Es una novela de sabor antiguo, que refleja el esfuerzo y el gusto por las cosas pequeñas. Que habla de las desventuras y la sencillez con la que afrontan la vida esos pioneros que no dejan de maravillarse ante una naturaleza inmensa que los maneja a su gusto
Es un viaje a las cosas primeras, al esfuerzo titánico por arrancar a una tierra virgen sus primeras cosechas, por hacer retroceder a un bosque que al menor descuido recupera terreno, por sobrevivir en una tierra de nieves y vientos glaciales que se adueñan del territorio de Octubre a Mayo. Es también un viaje a la soledad, al valor de los vínculos familiares, a la resignación de renunciar a una vida más cómoda, a la capacidad para sobreoponerse a la escasez de recursos. Les queda la oración, la satisfacción ante el trabajo bien hecho, el disfrute de las raras reuniones sociales, la querencia por autorrealizar el sueño de toda una vida.
La novela parece un poco trasnochada a estas alturas. Tampoco mantiene una tensión narrativa vivaz. Más bien hay que acercarse a ella como un vistazo a una época pretérita, de valores distintos, un tiempo ya dejado muy atrás pero que es mirado con orgullo por los canadienses. Su historia es corta y sus orígenes están ahí. La novela gira en torno a la familia Chapdelaine, y sobre todo en torno a la hija mayor, María, la que tiene ante sí el dilema de continuar su vida en la granja aislada de sus padres o compartiendo la vida con un campesino de la zona, o irse a Estados Unidos donde un pretendiente le asegura una vida cómoda, en una ciudad llena de diversión y posibilidades. El final es previsible y la novela es todo un poema al Quebec rural en su etapa más dura.

lunes, 1 de marzo de 2010

THE ROAD (LA CARRETERA)

He llegado a esta novela a través de la película, que tengo pendiente de ver, y con la garantía de que Cormac McCarthy no nos deja de ninguna manera indiferentes. Si ya me había conmocionado "No es país para viejos", también llevada al cine, otro tanto ha ocurrido con esta. Y como en la anterior ocasión he preferido acercarme primero al original antes de ver lo que han hecho en la película.
Aparte la traducción al español que deja bastante que desear (¡qué cruz!, ¿cuando van a arreglar esto?) la historia es todo un mazazo para los hiperoptimistas y una invitación a reflexionar sobre la fragilidad de este mundo y las terribles consecuencias que podría tener la frívola dedicación que algunos tienen a acumular y desarrollar armas de destrucción masiva.
El autor no nos cuenta que pasó. Damos por supuesto que ha debido ser una catástrofe nuclear de gran envergadura porque ha acabado con toda vida en la tierra, aparentemente, salvo algunos grupos, sin cuantificar, humanos. Grupos que en algunos casos derivan hacia el canibalismo y que en otros se limitan a intentar sobrevivir. Entre estos últimos, "los buenos", encontramos a esa pareja, padre e hijo, que en condiciones cada vez más penosas viajan tozudamente hacia el sur, huyendo del invierno y buscando una oportunidad de vida que más bien parece una quimera. El escenario en el que se mueven es aterrador, las condiciones en que lo hacen dificilísimas de narrar, su objetivo primario llegar al día siguiente, porque apenas tienen comida, sobreviven con lo poquísimo que milagrosamente van encontrando, hace un frío terrible, y los medios de abrigo están cada vez más deteriorados y son muy difíciles de reponer.
McCarthy crea una atmósfera difícilmente soportable y uno vive con auténtico terror ese peregrinaje desesperanzado del padre y el hijo, cuyos nombres no llegamos a concer, sabedores de que un final feliz es imposible. A pesar de la aparente monotonía, el autor logra mantener la tensión todo el tiempo, aunque la mayoría de las jornadas son casi de pura rutina, a través de paisajes desoladores, bajo una lluvia pertinaz y una obscuridad que se vuelve pura negrura cuando cae la noche. Logra trasladarnos ese desamparo hasta hacernos partícipes y ponernos del lado del padre cuando tiene que tomar decisiones difíciles e incompresibles para su hijo.
La novela es soberbia y solo espero que la película esté medianamente a la altura.

martes, 23 de febrero de 2010

FALCONER

FALCONER es la novela que consagró a John Cheever como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo pasado.. Después de años dando tumbos en su carrera literaria y en su vida personal, con Falconer marca un punto de inflexión. Nada de lo que escribió, a partir de esta novela, fue igual a lo anterior. Sus relatos consiguieron una fuerza y una frescura que sacaron a la luz el gran escritor que llevaba dentro.
Además Falconer contiene muchas referencias autobiográficas, de ese descenso a los infiernos que supusieron sus fracasos, el alcoholismo, una vida desbordada por todo tipo de experimentaciones, la depresión....Incluso traslado las enemistades familiares, su rivalidad por no llamar odio hacia su hermano.
Falconer es el nombre ficticio de la prisión en la que seguiremos los atormentados días de Farragut, un profesor universitario condenado a cadena perpetua por matar a su hermano en un momento de locura provocado por su drogadicción. Los detalles de por qué fue condenado los vamos conociendo en distintos flashbacks, que nos permitirán también acercarnos a su fría relación con su esposa Marcia, la añoranza por su hijo o el descenso a los infiernos que supuso su entrada en la cárcel. Lo que Cheever consigue es que vivamos en primera fila la vida cotidiana en la prisión, de un desgraciado como Farragut que solo está pendiente de su dosis programada de metadona, y que vive rodeado de personajes un tanto enigmáticos de los que apenas sabe nada, ni le importa. Su única visión del exterior llega a través de la exigua ventana de su celda y a través de él conoceremos las arbitrariedades y penalidades que son el pan de cada día en un centro de internamiento de ese tipo. Hay guiños al amor, como la pasión que vive con un preso joven, y también a la esperanza, con un final entre amargo y caricaturesco, excesivamente rápido.
Cheever, durante años colaborador bien conocido en The New Yorker consiguió con Falconer el reconocimiento como uno de los autores más sólidos y originales de las décadas sesenta y setenta en Estados Unidos. Una obra para disfrutar, para quienes no temen abordar un tema un tanto manido, duro, pero que supone la rutina para millones de personas en todo el mundo.

martes, 16 de febrero de 2010

EL CHINO

Los caminos por los que uno llega a determinados libros son inescrutables, como los de aquel otro, y el empecinamiento en leer, a quien de antemano no convence, aún más inexplicable. Quiere esto decir que Henning Mankell nunca ha figurado entre mis escritores favoritos y, aún más, de lo que he leído podía haber pasado tranquilamente. No me encuentro por tanto entre los que echan de manos la sagacidad y saber estar del inspector Wallander. Dicho lo cual, un reciente viaje a China y comentarios favorables de varios amigos sobre esta novela me animaron a leerla.
Pues bien, 469 páginas después creo que mi opinión sobre Mankell no solo no ha variado sino que se ha confirmado e incluso para peor.
Juega aquí el actor a presentarnos una serie de piezas separadas que al final confluyen en una misma historia, y que, por tanto, justifican el reguero de muertes que se da de principio a fin. El problema está en que las piezas parecen tan independientes que su hilazón resulta inverosímil y por ende toda la historia.
Casi una veintena de muertos en un remoto pueblo sueco, medio aislado por la nieve, o lo que es lo mismo casi toda la población, en un crimen aparentemente inexplicable parecen un buen arranque para una novela negra. Pero el asunto se le va de las manos cuando intenta montar toda una trama internacional, buscando la justificación de otros crímenes ocurridos siglo y medio antes. Aunque interesante la juez Birgitta Roslin. su relación con algunas de las víctimas de la masacre resulta un tanto forzada y que sea a través de ella, mejor dicho de un hilo rojo que la susodicha encuentra, ella solita, en el lugar de la matanza, que por cierto había sido peinado y acordonado hasta la extenuación por la policia antes de su llegada, resulta un auténtico despropósito. Las historias que ocurren en Estados Unidos, las que tuvieron lugar en China en el siglo XIX y la lucha interna entre comunistas reformistas y conservadores en la actual China, son platos fuertes de difícil encaje en la historia primigenia que se pretendía contar. Quizá el colmo de la frustrada historia está en la estancia de la juez sueca en Pekín y el cúmulo de casualidades que allí suceden y que la pondrán en el ojo del huracán de esta historia.
En definitiva, una historia poco creíble, con momentos brillantes, como no podía ser menos, y otros escritos demasiado aprisa, como si hubiera tenido que terminarlos en un plazo determinado o por simple aburrimiento. En fin, creo que hay cosas mas interesantes por ahí, por muy de moda que esté lo que lleve sello escandinavo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

AL PIE DE LA ESCALERA

No sabía nada de Lorrie Moore desde que leyera "Pájaros de América" y de eso hace ya mucho tiempo. Parece que tampoco se prodigó mucho en los últimos años. Esta novela nos ha legado con todos los parabienes de la crítica norteamericana y la local , y desde su arranque logra efectivamente atraparte en un mundo que, no por ajeno, deja de resultar muy cercano. Lorrie Moore se dedica en estas más de cuatrocientas páginas a realizar una profunda disección de la América profunda, la de las llanuras del centro-norte, que debe ser similar a las vivencias de gran parte del país, sobre todo el alejado de las grandes ciudades. La novela transcurre en Troy, ciudad Demócrata de toda la vida, universitaria y de ambiente liberal, y en Dellacrosse, una zona rural relativamente próxima a Chigaco, donde todavía arrastran la herencia, al menos en la toponimia, del paso de los primeros colonos franceses. Es a través de Tassie, una joven universitaria, como vamos descubriendo el pálpito tan distinto de ambos lugares y, con ello, la vida misma de la Norteamérica cotidiana. Hay distintos planos en la novela: uno aborda el descubrimiento de un amor no correspondido por la protagonista, otro su papel en la adopción por una pareja blanca de una niña afroamericana, y uno mas el tedio de la vida en la granja paterna, donde su hermano se debate en la confusión y toma decisiones que se tornarán en desgracia. La novela es muy de nuestros días, y más, un retrato a ratos humorístico, irónico y desalentador de los males y temores que aquejan a los norteamericanos. La adopción de la niña servirá para destapar no ya los errores que algunas veces se cometen en ese tipo de procesos, sino el racismo latente en la sociedad norteamericana, incluso en ambientes autoproclamados liberales. El 11-S extiende su sombra sobre todo el país que apenas se resiste a las aventuras militares que desatan el presidente Bush y su alocada concepción neocón del mundo. Y asistimos en primera fila al desgarrador golpe del dolor y la pérdida que alcanza a los mas inocentes.
Está bien. Se lee con facilidad y es difícil escapar de una historia con tantos flecos que es imposible no identificarse con alguno. Un buen retrato de estos años, aunque dudo que pasado un tiempo tenga alguna vigencia.

lunes, 8 de febrero de 2010

PARIS

No recuerdo como llegó a caer en mis manos esta obra de Mario Levrero, escritor ya fallecido y encuadrado en un grupo atípico, los raros, en el que e ha ido encajando a varios autores uruguayos de difícil clasificación. No había oído hablar de él y sólo después de leer este París me dio por enterarme un poco de lo que fue su vida. Un tipo polifacético que fue, entre otras cosas, y además de escritor, librero, fotógrafo, editor, periodista....En fín, un todoterreno cuasi olvidado que de pronto ha sido recuperado. Parece que en ello han tenido mucho que ver el boca a boca y una serie de aficionados a la ciencia ficción que se entusiasmaron con sus obras y las colgaron en internet para descarga libre. Llegué a él no a través de una descarga, sino de este título, París, que forma parte de la trilogía Involuntaria, junto a otras dos novelas-cuento, "La ciudad" y "El lugar".
La historia ya arranca rara, con un señor que llega a una estación de París, toma un taxi y su conductor está muerto y desde hace tiempo. La cosa se complica cuando el taxi le conduce a una especie de edificio prisión, de la que apenas puede salir, si no es usando sus alas o mediante otras vías igual de peculiares. Lo que da este libro es mucho tufo a Kafka. Recuerda constantemente situaciones y protagonista de "El Proceso" y uno no puede dejar de preguntarse ¿si ya existió un Kafka para qué queremos más?.


A fuer de ser sincero diré que no me gustó. Está impecablemente escrita, pero es aburrida, sus flirteos con la ciencia-ficción y con el surrealismo chirrían un tanto frente a fragmentos muy próximos a los personajes y, personalmente, me hace la lectura demasiado incómoda.

Bien. Dicen que es un autor de culto. Bueno, está bien, debe serlo. Hay gente para todo y sobre gustos.....
Más allá de esta, aparece muy comentada su obra póstuma "La novela luminosa". Dicen que se trata de un deslumbrante canto al ocio. Otros se dicen decepcionados. Yo, de momento, paso.
En todo caso, no está mal aventurarse en estos "raros", porque no a todo el mundo los autores y sus obras nos dicen lo mismo.

martes, 26 de enero de 2010

El camino hambriento

Ben Okri es un escritor de origen nigeriano que ha pasado media vida en Londres. Por tanto es un africano atípico, aunque sus raíces estén en Africa y su literatura se nutra esencialmente de las leyendas, vivencias y tragedias de ese continente. "El camino hambriento" es la primera novela de una ambiciosa trilogía que pretende mostrar esa Africa sufriente, anclada por tantos atavismos y vapuleada por una modernidad de la que sólo parece llegarle lo peor. Okri conoció la guerra de Biafra, que quizá resuma la crueldad y el horror padecido por aquella gente y que luego ha tenido y tiene tantas réplicas. Por eso Okri hace un esfuerzo por trasladarnos el Africa espiritual, el de las tradiciones, el de las religiones y costumbres locales, ese lado africano que para muchos occidentales significa atraso, salvajismo, primitivismo o cualquier otro ismo, pero que dista bastante de la realidad y que, en cualquier caso, choca con las formas de vida, las creencias y las convenciones importadas o impuestas a la fuerza por Occidente.
Azaro es un abikú , un niño-espíritu, que decide no solo nacer, sino permanecer junto a sus padres, no regresar al mundo de los espíritus, a pesar de que eso supone compartir una vida de miseria, de sufrimiento, de incomprensión, y de búsqueda diaria de la supervivencia. A través de sus ojos vemos la realidad de un país africano a punto de lograr la independencia, con sus tensiones políticas, la violencia y las coacciones, el empleo de todo tipo de presiones, el recurso a la brujería, las falsas promesas para lograr el voto, el avance arrollador del "progreso" que arrasa la selva, aunque a veces la naturaleza toma su venganza...Junto a esa visión de los real, a través de Ázaro accedemos a todo el mundo espiritual que rodea la vida cotidiana africana, los tabúes, el recurso a explicaciones a cual más exotérica para explicar determinados hechos, los personajes que viven de encantamientos y sobreviven con amenazas,y la lucha del propio niño contra los que le reclaman desde el otro mundo, que constantemente le tienen trampas para llevárselo.
Entre los personajes destaca madame Koto, una mujer de la que se dice que tiene más de doscientos años, que regenta un bar que pronto convierte en prostíbulo, que se suma al partido de los ricos, y que mantiene su propio pulso con el mundo de los espíritus. El padre de Ázaro, un perdedor que se resiste a serlo, pendenciero, aprendiz de boxeador y político y cargador en el mercado, porque hay que sobrevivir. Y sobre todo la madre de Ázaro, la única que parece tener los pies en el suelo, la que busca soluciones prácticas, la que logra retener al niño cuando parece a punto de irse con los espíritus, la que calma al marido irritable y fabulador, la que cada día, dejando a un lado las flaquezas, sale a mercadear para llevar un bocado a la mesa.
Es una novela intensísima, donde la parte espiritural, la de las leyendas y tradiciones, domina claramente sobre la crónica real de un país africano sumido en las contradicciones propias del fin de la etapa colonial. A veces confunde tanta mezcla de realidad y ensoñación, pero conviene tener siempre presente que Africa es otra cosa y hay que entrar para intentar entender.

martes, 12 de enero de 2010

NO HAY BESTIA TAN FEROZ

Hay algo en Carlos Boyero, crítico de cine del diario El País que me fascina. No sé si es su impertinencia crónica, o la sinceridad de unas críticas bien armadas, aunque casi nunca coincida con sus impresiones. Pero uno pica. Fue su recomendación en el suplemento literario Babelia la que me llevó a hacerme con NO HAY BESTIA TAN FEROZ, primera novela de Edward Bunker, escritor hecho a si mismo en largos períodos carcelarios, un chico malo que también hizo sus pinitos en el cine y que se ha convertido en una referencia de primera línea en la novela negra norteamericana. La verdad es que tengo bastante abandonada la novela negra, tras un período de consumo compulsivo, pero el que el extremista Boyero recomendara esta era garantía de que no iba a dejarme indiferente. Y así fue.
Bunker debe haber volcado muchas de sus vivencias en el retrato de Max Dembo, personaje central de la novela, que, en primera persona, irá contando su salida de prisión, en libertad condicional, su meditada decisión de iniciar una nueva vida alejada del crimen y las circunstancias que le vuelven a conducir a esa vida, convencido de que no tiene alternativa y decidido a vengarse de una sociedad y un sistema judicial que le dan la espalda. Aparentemente hay mucho de autobiográfico en esta novela, ya que Dembo, al igual que Bunker, es un lector voraz en prisión, y utilizará la escritura para verter su amargura y su crítica feroz a un sistema que no está pensado para la reinserción, sino que condena al reo a volver una y otra vez al crimen. La novela, y sobre todo la parte final, suena a venganza, aunque sea literaria, contra todo ese estado de cosas, aunque deja entre bambalinas la sensación de que además del problema social hay un problema personal del preso liberado, y es que en el fondo aspira a retornar a la cárcel, el lugar donde se siente más seguro frente a un mundo que cada vez entiende menos.
La novela está escrita con un lenguaje muy directo, muy visual, y, a veces muy crudo, y fue base de la película LIBERTAD CONDICIONAL, en la que Dustin Hoffman daba vida a Dembo. En todo caso estamos ante un texto imprescindible para todo amante de la novela negra y fuera, al menos para mí, de la lista de autores habituales en el género.