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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 21 de enero de 2013

EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ

ALLAN KARLSSON está a punto de cumplir cien años. Está en una residencia de ancianos pero ni allí, ni antes, se comporta como se espera de él. De ahí que tampoco esté dispuesto a pasar por el numerito de homenaje al centenario, con presencia de alcalde y prensa local, para mayor gloria de las autoridades y la residencia. Con su rebeldía, o más bien improvisación, innata decide largarse cuando amanece tan señalado día y para esquivar a su implacable enfermera, opta por largarse por la ventana, y no sin dificultades. Y es que además de salvar la bajada lo hace sin ir debidamente preparado. De hecho calza unas pantuflas muy poco adecuadas para emprender su viaje hacia ninguna parte. Y es que lo suyo, como se verá a lo largo de la novela, es improvisar. De ahí que acabe en la estación de autobuses, se compre un billete hasta donde le da el dinero, y se largue con la maleta de un joven que le encarga vigilarla mientras él va al retrete. El problema es que la maleta lleva cincuenta millones de coronas, un pago por drogas, que complicará y mucho su periplo. Arranca ahí una especie de thriller, con tono de vodevil, que irá sumando personajes y salvando situaciones de forma sencilla pero impensable y en el que iremos conociendo sucesivamente a un delincuente de poca monta, un salchichero muy estudiado, un bella dama con una gigantesca mascota, el hermano del salchichero, un comisario con poco interés en desvelar el paradero del anciano, y varios componentes de la banda a la que pertenecía el dinero. Además de ese alucinante viaje hacia el sur que emprende el protagonista, la narración nos va desvelando la singular vida del mismo, que en el colmo del desbarre fue coprotagonista de un montón de hechos históricos, desde la invención de la bomba atómica, la ofensiva de Mao, el cortejo de Stalin o los efusivos agradecimiento del mismísimo Franco. Disparate tras disparate recibimos alguna lección de historia, y asumimos con una sonrisa, cuando no con una incontenible carcajada, las hiladas críticas a políticos, judicatura, policía y prensa, con un humor elegante y muy inteligente.
La novela tuvo su momento el año pasado, con ventas millonarias, y se la había regalado a tres amigos antes de leerla. Uno de ellos ha tenido la amabilidad de pasármela y acabo de leerla. 
La novela, como dice la promoción, es una muestra de que en los países nórdicos no solo viven de relatos de crímenes y similares, sino que saben cultivar el humor y la comicidad. Es divertida, disparatada, a ratos enloquecida, y recuerda, sobre todo a medida que avanza la historia, ese humor anglosajón que tan bien representa por ejemplo Tom Sharpe. El autor, Jonas Jonasson, ha encontrado un filón y esperemos que lo aproveche , porque el buen rato, con novelas como esta, está asegurado.

martes, 15 de enero de 2013

HACIA UNA MONTAÑA EN EL TÍBET

Colin Thubron, un muy conocido escritor de viajes británico, autor de "En Siberia" o "En el corazón perdido de Asia, presenta en esta ocasión un duro y esforzado viaje a uno de los puntos sagrados de Tíbet, la montaña de Kailash, sagrada tanto para budistas como para creyentes de otras religionas como la antigua bon, predominante en la zona antes de la llegada del budismo. Lo que Colin Thubron nos trae no es un simple viaje a tan exótico lugar, ni un pormenorizado, que si, relato de las penalidades para llegar a tan singular monte, sino que es también un viaje introspectivo, una aventura para superar tragedias personales como la muerte de sus padres o la desaparición de una hermana en una avalancha en los Alpes que le mantuvo alejado de las montañas durante muchos años. Pero más allá de esa búsqueda personal el libro constituye, sobre todo, un ejercicio de explicación para que los occidentales intentemos entender la razón última que mueve a miles de personas a pasar todo tipo de penalidades para acercarse a esta montaña sagrada, y realizar la circunvalación, siempre en el sentido de las agujas del reloj, que les aliviará de sus pecados y facilitará su reencarnación en una vida mejor.El monte Kailash es para el budismo y para los bon, un lugar mítico, donde habitan todas las divinidades y demonios de la imaginería de sus religiones. Es además en el punto en el que nacen algunos de los ríos más largos de Asia, como el Indo y el Brahmaputra, y sus lagos, que se encuentran entre los más elevados del mundo, son lugares soñados de purificación por millones de personas. Colin Thubron además de ponernos al día de todas las deidades, cultos, creencias y supersticiones que encuentra a lo largo del camino hacia el Kailash nos pinta un detallado relato de la vida en las regiones que atraviesa, donde se sobrevive al día y donde la bota china sigue machacando las  ancestrales costumbres y ritos tibetanos. Un control policial que las gentes de la zona soportan con una sonrisa que puede probablemente más que cualquier otro tipo de revuelta. Dan ganas, por un lado de ir hasta el Kailash, pero las penalidades del viaje y el férreo  y arbitrario control chino lo desaconcejan. En todo caso, siempre nos queda este viaje a través de los ojos de Thubron.