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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

martes, 29 de noviembre de 2011

LA ACABADORA


Impactante. Por una vez me apropio de uno de los comentarios que incluye la contraportada del libro para su promoción, y que por una vez acierta de pleno. Y es que "La acabadora" es una novela completa, llena de emoción, ternura, dureza... con unas descripciones de las relaciones humanas, de la asunción del dolor, de los comportamientos y las costumbres verdaderamente memorables. Michela Murgia, una escritora de Cerdeña, ganó varios premios importantes con esta novela que centra en un territorio que conoce bien y en una época, la de los años cincuenta, que seguramente conoció por los testimonios de sus padres y abuelos. Porque esta obra es una inmersión profunda en la sociedad rural sarda de aquellos años, donde Italia es una quimera que está al otro lado del mar y que se ha llevado a muchos de sus hijos a una guerra de la que volvieron pocos. Es una sociedad donde priman todavía ritos y creencias ancestrales, contra los que la iglesia católica poco puede hacer, y donde la costumbre es ley y la justicia algo malo que conviene evitar.
El escenario es un pequeño pueblo, Soreni, donde el luto y las convenciones sociales rigen la vida diaria. Y allí hay una figura, al parecer imprescindible entonces, que ayudaba a superar situaciones extremas: era la acabadora, una adelantada de la eutanasia, que requerida por el enfermo o por sus familiares, ayudaba a hacer más fácil el tránsito a la otra vida. La gran protagonista es pues la acabadora Bonaria Urrai, oficialmente viuda, sin hijos, y dedicadas a la costura y sus labores. Es ya una mujer mayor cuando decide adoptar a la cuarta hija de una familia con problemas económicos. Otra figura muy de la zona: la niña se transforma en la fill'e anima, hija del alma, se llama María y a partir de ese momento se instala en la casa de Bonaria, a la que llama tía, y a través de ella sabemos de los largos silencios, de las salidas nocturnas intempestivas de la acabadora, de su filosofía de la vida en la que nada es lo que parece y nadie puede decir de este agua no beberé. La novela además nos irá dando pinceladas de la forma de vida en el pueblo, de las rencillas entre familias, del escaso papel del párroco, de los preparativos nupciales y las suculentas recetas culinarias para las ceremonias de pedida.
Hay dolor, hay muerte,hay tragedia, hay duelo, pero también muchos momentos agradables e incluso alegres, hay espacio para el amor, para valorar las cosas sencillas. Es una novela muy buena, de las que cuesta abandonar y en la que, como no podía ser de otra manera, por la proximidad geográfica, reconocemos costumbres y formas que también se dieron en España. En definitiva, una joya.

sábado, 26 de noviembre de 2011

EL LAGO


Es esta una de las novelas más reconocidas de E.L.Doctorow, otro maestro de las letras norteamericanas, dicen que su obra más experimental y, ciertamente, su lectura no es fácil por la ausencia de comas, la mezcla de historias en un mismo párrafo y una narración que mezcla la descripción con las ensoñaciones del protagonista. A veces es difícil saber si está contando lo que le está ocurriendo o si símplemente lo está pensando. Pero merece la pena el esfuerza para esta novela que sigue a Joe, un joven que huye de su casa, se enrola en una peculiar feria de monstruos, y llega, siguiendo un tren nocturno en el que entrevé a una joven desnuda ante un espejo, al lago Loon, que está dentro de la propiedad de un magnate de la industria, F.W.Bennet. Su viaje hasta el lago y el posterior por medio Estados Unidos es una crónica de la Gran Depresión y de la desesperanza de millones de personas abocadas a sobrevivir cada día. Hay momentos muy duros, como esa búsqueda de la subsistencia diaria, personajes perdedores, condiciones laborales extremas, actuación de matones rompehuelgas, policias a sueldo de las grandes corporaciones, sindicatos acosados por las ma Y hay concesiones a la literatura más contemplativa, la que describe lugares y entornos casi mágicos, la que se ocupa de los sentimientos y las relaciones. Y hay personajes como Warren Penfield que llegó al lago, tras una vida intensa en Japón en busca de si mismo, para matar a Bennet y acabó convertido en poeta mantenido por Bennet, que a veces ejercía de mecenas.

En el fondo de la novela está la eterna lucha, tan norteamericana, por hacerse a uno mismo, en la que el joven Joe reúne muchas de las características que llevaron a Bennet desde la nada a convertirse en el gran magnate. Es el sueño americano aún mas descarnado si lo situamos, como hace Doctorow en plena Gran Depresión.



jueves, 24 de noviembre de 2011

FORMAS DE VOLVER A CASA

Alejandro Zambra es uno de esos autores encuadrados en lo que llaman la nueva generación chilena, la misma que vivió la niñez mientras el país estrenaba la tiranía de Pinochet. Y esta "Formas de volver a casa" es una novela sobre esa etapa, no tanto la dictadura como las vivencias personales de un niño en una etapa tan negra. Zambra, sin esfuerzo aparente, recrea el Chile de aquellos años, desde la mirada de un niño de nueve años sobre todo por descubrir día a día la vida que tiene alrededor, lo que hay más allá de su hogar, de su barrio, de su escuela. De interpretar el comportamiento de los mayores. De que más allá del juego hay misterios por descubrir. De ahí que para él fuera un juego el encargo de una niña mayor de vigilar a uno de sus vecinos, sus movimientos, quien entraba o salía de su casa. Sólo avanzando en la novela descubrimos que esa vigilancia aparentemente inocente dejaba al descubierto las formas de supervivencia de algunos de los perseguidos por la dictadura, el miedo generalizado, la vida en la clandestinidad o la complacencia de otros con el régimen. Todo parece muy personal en esta novela, hasta el retrato de unos padres que prefirieron mirar para otro lado y se convirtieron, por omisión, en cómplices del dictador.
Aunque la dosis de amargura está presente, la simplicidad del lenguaje, la inocencia de los comentarios la visión, en definitiva, del mundo a través de los ojos de un niño, la convierte en una novela amable, muy digerible y que se lee de un tirón. Y más cuando ya sabemos que aquellos tiempos oscuros ya pasaron. En todo caso las situaciones que describe nos resultan muy familiares a los que vivimos en países que también sufrieron dictaduras, desde Argentina a Uruguay o la misma España.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LIBERTAD

Nos la están vendiendo como la gran novela norteamericana de este siglo XXI. Parece que se les ha ido un poco la mano. Grande sí es. Nada menos que 667 páginas para seguir los avatares de una familia del Medio Oeste de Estados Unidos, que transcurre en las últimas décadas y que viven situaciones que nos son conocidas, no se si por proximidad o porque las hemos visto en su literatura o en sus películas hasta la saciedad. La familia a la que seguimos está compuesta por Walter, un ecologista convencido cuya integridad se pondrá a prueba cuando entra al servicio de un gran empresario sin muchos escrúpulos que envuelve sus intereses en la supuesta defensa de un ave en peligro de extinción; Patty es la pareja de Walter, una excelente jugadora de baloncesto en la universidad, que decide casarse con este a pesar de estar colgada del amigo, Richard, un rockero que no acaba de encontrar su lugar en el mundo musical, mientras deriva entre faldas y trabajos para subsistir. Patty se entregará en cuerpo y alma a sus hijos, sobre todo al menor, al que mimará tanto que logrará el efecto contrario, que se vaya de casa y se refugie con una familia vecina, antagonista de Walter y Patty. Con este epicentro vamos conociendo a las familias de ambos protagonistas, un cuadro, una representante de los clanes bien situados y otra entretenida en sobrevivir como puede. El escenario, la América de los Bush y Clinton, de los atentados del 11-S, de a guerra de Iraq. El choque entre republicanos y demócratas, los años de la especulación financiera y el enriquecimiento rápido y sin escrúpulos...Se lee bien. Atrapa y la escritura es impecale. Pero en definitiva estamos ante un excelente retrato de los Estados Unidos de los últimos años, con algunos descosidos en personajes que se pasan de tópicos, pero con otros que no son muy reconocibles. Seguramente quedará como una buena crónica de costumbres, pero de ahí a ser la gran novela norteamericana del siglo, insisto, se les ha ido la mano.

lunes, 14 de noviembre de 2011

VIDA DE PABLO

No me gustan las novelas que aparentan ser autobiográficas y no lo son, ni las que se convierten en un mero ejercicio onanista que demuestra que no le importa un carajo lo que hay más allá de sus narices. Si además añadimos un componente generacional, en este caso muy distante, tenemos el elemento definitivo para que el texto no me diga nada en absoluto o, lo que es peor, me aburra soberanamente. Esta es la conclusión a la que he llegado tras esforzarme para llegar hasta el final en esta "Vida de Pablo" que firma Carlos Pardo. Lo que pretende ser un acercamiento a la vida del tal Pablo, un joven pintor que abandona sus ínfulas artísticas para ponerse detrás de la barra de un bar, se le fue la inspiración, acaba derivando en una introspección creciente del narrador, el propio Carlos, que se pasa el resto de la novela haciendo ombliguismo, lamentándose a ratos de su situación, mientras combate su aburrimiento vital con mucho alcohol, dosis abundantes de drogas y una aventura amorosa difícilmente sostenible. Y es que Carlos es otro reflejo de esa parte de la juventud que pone siempre el yo por delante y ve poco más allá de sus narices y de sus fatigosas insatisfacciones. Es poeta, o pretende serlo, a ratos se permite mirar por encima del hombro a los demás, malvive como pinchadiscos y en casas prestadas y probablemente busca, aunque sea de forma inconsciente, un cierto malditismo que dé sentido a su creación literaria.
La obra es lenta, desquiciante a ratos, y con unas disgresiones literarias y filosóficas un poco forzadas.
Me acerqué con interés, pero me aburrió. Quizá porque hay todo un abismo generacional. Quizá porque aborrezca cada vez más a ese sector de jóvenes que hacen de su marginalidad forzada una forma de ir tirando. Pero eso ya no es original. Hace mucho que está inventado, y solo certifica la pobreza de su mundo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

QUE EMPIECE LA FIESTA


Es esta, dicen, una de las sensaciones literarias de la pasada temporada en Italia, que consagra a Niccolò Ammaniti como uno de los autores de moda, un escritor de costumbres pegado a su tiempo.
La novela sigue tres líneas que inevitablemente confluirán: por un lado un escritor de éxito rápido, que pulula por los platós de televisión, ávido de fama y dinero, y ligero de escrúpulos, que cultiva una cierta imagen progresista, algo así como escritor maldito en una sociedad muy consumísta, aunque esa imagen tiene poco que ver con la realidad; por otro está un grupúsculo satánico, cuyos integrantes más que descerebrados acumulan un sinfín de inseguridades lo que les lanza a una desquiciada operación para llamar la atención que podría costarles incluso la vida; y por último está un constructor, Chiatti, venido a mas, ejemplar típico del enriquecimiento rápido y sin escrúpulos y deseoso de reconocimiento social.
Este último, que ha comprado un parque a la ciudad de Roma, Villa Ada, para convertirlo en finca privada, organiza la llamada a ser fiesta del año a la que ha invitado a todo el famoseo romano. Se gasta una millonada en llenar el parque con fieras compradas a precio de saldo a circos arruinados de la Europa del Este, contrata a decenas de camareros y asistentes a los que disfraza para la ocasión y organiza tres cacerías que concluirán en pantagruélicas cenas temáticas que hagan inolvidable la jornada. Como es previsible todo se tuerce y los disparates se suceden sin respiro.
Es una novela entretenida, de las que buscan más que una sonrisa pero te pueden congelar la carcajada. Es más de verano que otra cosa. Y entretenidilla. Pero recuerda demasiado un tipo de humor muy anglosajón, el que abusa del disparate y cuyo maestro indiscutible es Tom Sharpe. No es cuestión de cebarse, pero me parece que el libro ha levantado demasiado ruido para tan poca originalidad.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LA BOFETADA

Australia es, al parecer, mucho más que esas idílicas imágenes de playas interminables llenas de surferos, territorios vastísimos y despoblados que transportan a una de las últimas fronteras, koalas y canguros, gente desenvuelta y maja, en fin uno de los pocos países que figuran en el imaginario colectivo como lugar a donde uno emigraría sin dudarlo si estuviera en esa tesitura. Pero claro esas imágenes standarizadas, como suele ocurrir, son solo una parte, la que interesa quedarse, pero ocultan otro mundo que reproduce, vaya por dios, las mismas miserias y placeres que se pueden vivir en otros países, sobre todo de la órbita occidental. Y eso es lo que retrata Christos Tsiolkas, autor consagrado, descendiente de griegos y que con mucho detalle nos va desgranando esa otra Australia alejada de la imagen turística, pero acomodada y occidentalizada. Tsiolkas bucea en una sociedad que conoce bien, la de clase media australiana, en este caso en Melbourne, para desvelarnos lo que ya sospechábamos, que su forma de vivir, sus problemas, sus formas de divertirse, la complejidad de sus relaciones, son similares a las que puedes encontrar en capas sociales similares en Estados Unidos o Europa.
La excusa para meterse a fondo en esas vidas aparentamente apacibles es la bofetada que un adulto le da a un niño de cuatro años durante una barbacoa en una casa de las afueras de la ciudad. A partir de ahí, y a través de la interpretación de varios de los asistentes, se entra en el debate de hasta que punto se tenía merecida el niño, ejemplo donde los haya de malcriado, esa bofetada, o si es aceptable o no que un adulto golpee a un menor, aunque haya circunstancias atenuantes. Y es que el crío, Hugo, cuatro años, que todavía mama del pecho de su madre, acostumbrado a hacer lo que le da la gana con el aplauso de sus padres, parece pedir a gritos esa bofetada. Pero el autor de la misma, padre a su vez de otro menor, y que justifica su acción para defender a su hijo del inminente golpeo con un bate por parte de Hugo, tiene un historial de malos tratos que desmonta cualquier justificación de su forma de actuar.
Pero la bofetada en sí, decía, no es más que una excusa para conocer a fondo a los distintos personajes que están en esa barbacoa. Sus miserias e insatisfacciones. Sus ansiedades e inseguridades. Sus ambiciones. Su defensa o no de tradiciones importadas de sus países de origen. El miedo a envejecer. La rabia por la frustración de una vida lejana a la que ambicionaban. La incomprensión de los mas mayores ante un mundo que les resulta cada vez más ajeno. Y el racismo.
Y esto último es quizá lo que mas sorprende. Porque Australia da imagen de sociedad multicultural modélica y bien avenida, pero a lo largo de la novela aparece constantemente el recelo racista, mas o menos disimulado, y la pervivencia y el aferramiento a las viejas raíces étnicas. Esa mezcla de griegos, judíos, aborígenes, indios, anglos que convive aparentemente con naturalidad es en realidad un magma a punto de explotar que se mantiene controlado más por ser políticamente correctos que porque se lo pida el cuerpo.
En todo caso es una novela fascinante, con una riqueza desbordante de personajes y un acercamiento a la realidad australiana que merece la pena. Además de ese debate común sobre la educación de nuestros hijos, la falta de disciplina y responsabilidad, que ha generado varias generaciones de consentidos que no entenderán ya nunca que no siempre pueden hacer lo que les da la gana.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

RECUERDOS DE UN CALLEJÓN SIN SALIDA

"Recuerdos de un callejón sin salida" cuenta la historia de una joven abandonada por el novio de siempre que, se viene abajo, y sale a flote aislándose en un pequeño apartamento y gracias a las sonrisas, más que conversaciones, de Nishiyama, un joven que trabaja en el bar de abajo y que desborda vitalidad. Este cuento da título general a la recopilación que incluye otros cuatro textos cortos de Banana Yoshimoto, una de las autoras japonesas más conocidas en Occidente, que aquí hace un auténtico ejercicio propio de malabaristas para sacar historias de la cotidianidad más aburrida. Y es que es todo muy naíf. Los cinco personajes principales son chicas que han sufrido algún desengaño, casi siempre amoroso, y que a base de fijarse en las cosas más nímias, por las que parece apostar la autora, se autofianzan y van saliendo adelanta. Hay demasiada ingenuidad en las historias, muy poco creíbles, al menos para nuestra mentalidad, en esa paz que todos parecen encontrar en la contemplación de un río, un árbol o la fachada de una casa. Simplezas para serenar espíritus que parecen estar próximos al encefalograma plano. Preguntarse por el sentido de la vida y cómo encontrar la felicidad son comunes en todas las culturas. Avanzar en ello a base de la contemplación de lo que nos rodea es muy oriental, y difícilmente asimilable por nosotros. Por momentos alguno de los cuentos es pura ñoñería, pero lo salvaremos por aquello de que las culturas son diferentes, y por tanto enriquecedoras, y siempre tendremos que aprender de quienes apuestan por la extrema sencillez para superar problemas tan universales como el abandono, la soledad o las pérdidas de seres queridos. Como en el epílogo la autora asegura que esta es su obra preferida, me doy por enterado y doy por leído todo lo que escriba.