viernes, 14 de diciembre de 2018

ORDESA, de Manuel Vila

Nueva novela de Manuel Vilas que, en esta ocasión, parece un ejercicio autobiográfico destinado a poner negro sobre blanco sus obsesiones en un momento claramente depresivo. Para los que tenemos una edad, hay muchas referencias que nos son comunes, sobre todo las que transcurren en los sesenta, setenta y ochenta. Referencias que se refieren a episodios de una niñez en los estertores del franquismo, y una adolescencia y juventud en los primeros años de la democracia. Lugares comunes para una generación que los sigue teniendo muy presentes, aunque todo haya cambiado.
El protagonista, pongamos el propio Vilas, nos acerca a dos figuras contrapuestas, sus padres, ahora ya fallecidos, a los que quiso mucho pero a los que no supo decírselo ni tiene constancia de que ellos se lo dijeran. Se querían, sin verbalizar esa querencia. Así, nos va presentando distintos momentos de su relación con ellos, con detalles aparentemente menores, muchos de ellos de máxima proximidad, otros que dejan a las claras su lejanía y la incomprensión de ciertas actitudes que, ahora, pasado el tiempo, apenas logra comprender. Hay otros personajes, casi todos de la familia, a los que, al igual que a sus padres, les irá poniendo nombres de compositores de música clásica. Por eso desconocemos la mayoría de los nombres reales.
Esa evocación constante a sus padres se produce en Barbastro, en Zaragoza, en Huesca, un mundo más que suficiente para los protagonistas y en el que prácticamente transcurre toda su vida.
Son casi cuatrocientas páginas, de factura impecable,  en las que nos presenta un crudo destape emocional. Un tanto obsesivo y reiterativo. Muchas horas de lectura para contarnos una y otra vez su amor y desamor por sus padres. Para mi, un ejercicio excesivo que, curiosamente, ha despertado el elogio unánime de los escritores españoles. ¿Habrá algo de gremialismo en todo esto?. Dicen que es la obra del año. Para mi, completamente prescindible.

lunes, 10 de diciembre de 2018

LOS DIECISÉIS ÁRBOLES DEL SOMME, de Lars Mytting

Un anciano y un niño, abuelo y nieto, viven una vida humilde y aparentemente feliz en una granja perdida en el campo noruego. Van pasando los años y pequeños acontecimientos ponen en cuestión esa tranquilidad e invitan a averiguar ese algo que se intuye bajo esa atmósfera casi idílica. Primero es un bosque abedules, del que surgen extraños sonidos que tienen que ver con unos clavos de hierro que alguien introdujo en su tronco con propósito desconocido. Luego la pintada de una esvástica en el coche el abuelo. La muerte de este y la llegada para él de un extraño ataúd, de remitente desconocido, abre para el niño, ya joven adulto, un universo de incógnitas que pretende resolver porque, entre otras cosas, atañen a su identidad y al misterio que rodea sus orígenes. 
Sólo sabe que sus padres murieron en un extraño accidente en un bosque del Somme, el lugar donde más de un millón de soldados murieron durante la Primera Guerra Mundial. Que su padre era hijo del abuelo, pero su madre, con dos identidades, era francesa. Hay además un supuesto tío abuelo, al que se deba por muerto, que vivió refugiado en las Shetland y que tenía un extraño trato con un millonario escocés en el que había por medio la madera centenaria de un bosque de nogales en el Somme, precisamente el lugar donde murieron sus padres. Encajar las piezas le va a llevar mucho tiempo, esfuerzo y dinero. A cada avance en su investigación se tropezaba con una nueva sorpresa que retorcía cada vez más la historia que iba averiguando.
Se trata de una novela que va ganando interés a medida que se avanza en ella y que atrapa como pocas.
Con ella, Lars Mytting ganó el premio de los Libreros noruegos y ha vendido cientos de miles de ejemplares. Al tiempo le ha consagrado como uno de los más relevantes escritores contemporáneos noruegos.

EL DÍA QUE LA VIRGEN LLEGÓ A LA LUNA, de Rolf Bauerdick

Con esta novela, la primera en su haber, el periodista alemán Rolf Bauerdick dio el pelotazo, al conseguir en 2012 el Premio Libro Europeo. Leída la novela, sigo sin tener claro como este alemán parece  conocer también Rumania, sus zonas rurales y más cuando sitúa la acción en los años cincuenta de la pasada década.
Y es que en aquellos años sucedieron cosas espectaculares. Los soviéticos lanzaron su primera nave espacial con la perrita Laika y preparaban el primer viaje con un ser humano a bordo. La Urss llevaba ventaja sobre Estados Unidos y esa situación era vista con cierta alarma por dos ancianos de un remoto pueblo de Rumania, a pesar de que el país estaba oficialmente en la órbita sovética.
Esos dos ancianos, un gitano intelectualmente muy curioso y un tabernero que le seguía el rollo, veían grandes males para el mundo tras el lanzamiento del Sputnik, que creían tenía como objetivo demostrar la inexistencia De Dios, y si este existiera quitarle una de sus bazas principales: capturar a la Virgen María, que según sus cálculos, los de los dos amigos, debía estar escondida en el mar de la Serenidad, en la Luna.
Con estos mimbres no es difícil imaginar el tono humorístico que marca toda la novela, que no por ello abandona asuntos tan delicados como la colectivización forzosa, la represión de la Securitate, la corrupción...
El escenario es Baia Luna, una aldea remota de la región de los Cárpatos, próxima a Hungría, y durante mucho tiempo olvidada por el régimen de Bucarest. La aparente calma se rompe pronto:la maestra del pueblo, la Barbulescu, desaparece una noche misteriosamente; a misma noche en que aparece asesinado el párroco, que no goza del favor ni de la iglesia oficial ni de las autoridades; la misma noche en que desaparece la venerada Virgen local y se apaga el fuego del santísimo en la iglesia, lo que solo puede augurar grandes desgracias.
El hilo conductor de la narración lo lleva Pavel, nieto del tabernero, y que jugará un papel principal en las averiguaciones sobre los sucesos del pueblo, y a través el que conoceremos todos los avatares personales y políticos hasta la ejecución del mismísimo Conductor, Ceaucescu,y las maniobras para controlar el país.
El tono general de la novela es muy divertido, con momentos realmente hilarantes, con unos personajes  que van desde los modestos campesinos locales a los político emergentes y a los desmanes de un régimen que por momento pareció rozar la locura total.
Una excelente oportunidad para hacerse una idea de cómo fue una parte de la vida en las sociedades que quedaron al otro lado del telón de acero, y todo con una sonrisa.

viernes, 7 de diciembre de 2018

EL LIBRO DE LOS BALTIMORE, de Joël Dicker

Un día ocurre algo que lo cambia todo. No siempre, pero a veces ocurre. Y ese algo puede ser tan desestabilizador que un clan familiar aparentemente firme, estable e invencible, se desmorona sin que nada ni nadie pueda impedirlo. Ese es un hecho que se anuncia desde el principio de la novela, y Joël Dicker nos embarcará en una mirada retrospectiva para hallar las claves de ese declive y esa irremediable caída.
Dicker recupera a Marcus Goldman, que protagonizara la inolvidable "LA VERDAD SOBRE EL CASO HARRY QUEBERT", pero ahí se acaba la coincidencia. Mismo personaje, pero una historia totalmente distinta. Es verdad que hay algunas cosas comunes, como el escenario, los idílicos parajes del Este norteamericano, o su obsesión por explicar los complicado y trabajoso que resulta el oficio de escribir. Pero la historia es bien diferente.
Aquí, Marcus Goldman forma parte de un clan familiar con dos ramas. Él pertenece a la rama menos favorecida, los Goldman de Montclair, que viven razonablemente bien, pero sin lujos. Su obsesión, su anhelo de toda la vida, era formar parte de la otra rama, los Goldman de Baltimore, ricos a rabiar, educados, divertidos, siempre con el viento a favor...hasta que un día todo se desmorona. La novela es la historia del clan familiar: por allí desfilan abuelos, padres, tíos, primos...y a través de los recuerdos de Marcus, de su infancia, adolescencia, juventud, como va tomando forma todo y se van alumbrando las razones de que todo, o casi todo, acabara mal.
Dicker distribuye muy bien ,en el texto, continuas referencias al pasado que atrapan nuestra atención y nos invitan, cada vez con más intensidad, a seguir leyendo para saber qué pasó y, sobre todo, por qué pasó.
Ni es una continuación de la anterior novela, ni, posiblemente, tenga la misma altura. Pero lo cierto es que se lee de un tirón, y nos involucra en una historia familiar a pesar de no tener nada en común con nosotros, sobre todo gracias a una excelente recreación de los personajes, que los hace muy próximos y como si los conociéramos de toda la vida. En todo caso, una excelente elección.