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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 26 de abril de 2017

LOS HEREDEROS DE LA TIERRA


Otro novelón, aunque este me ha costado semanas terminarlo. "Los herederos de la tierra" algo así como una continuación de "La catedral del mar" con la que Ildefonso Falcones se convirtió en un o de los principales vendedores de best sellers, por lo menos en España. Si aquella me sorprendió agradablemente, sobre todo por los detalles de la construcción de Santa María del Mar, había algo en esta esperada continuación que no daba buena espina. Falcones despacha casi en el primer capítulo el enlace entre una y otra y hace pivotar la nueva entrega sobre un nuevo personaje, Hugo Llor, que en la obra anterior era un niño protegido por Arnau Espanyol. Despachado este, Hugo se convierte en protagonista absoluto y asistimos, a lo largo de muchos años, al sinfín de desgracias que le acontecen, algunas muy sobradas, derivando por momentos la novela en un culebrón en el que abusa de todos los recursos de ese modelo narrativo.
No me ha gustado. Es pesada. Salvo algunas páginas que refieren acontecimientos históricos que desconocía, como el asalto a la judería de Barcelona. En otras partes se extiende en demasía con las hazañas navales de Cataluña, que unas veces presenta como reino y otras como condado. Y de los personajes casi mejor no hablar. Conversos, esclavos, cayeses, nobles, una sociedad compleja al servicio de un argumento al que le sobran sobresaltos y desgracias y al que le falta más enjundia. También se le va la mano en la descripción de lugares, pocos de ínterés, salvo los que se refieren a determinadas zonas y edificios de Barcelona.
En definitiva, una obra que parece hecha, o al menos rellena, por encargo, demasiado extensa y que intenta mantener el pulso gracias a unas historias personales que son puro culebrón. Prescindible.

martes, 25 de abril de 2017

PATRIA

Ya lo he comentado en alguna que otra ocasión, pero a mí esto de tener entre manos uno de esos éxitos editoriales que todo el mundo ensalza, me echa un poco para atrás. Y en este caso más aún, porque el asunto del que trata siempre me ha provocado un especial malestar, será porque ,como a casi todos, ha marcado nuestra vida durante décadas aunque fuera colateralmente. 
Había que superar resistencias y han ayudado muchos mis lecturas anteriores de Fernando Aramburu. Había una cierta garantía de calidad y eso ya es algo y más cuando se trata de abordar un tocho de más de seiscientas páginas.
La novela, porque es eso una novela y solo una novela por más que se acerque muchísimo a situaciones y realidades que vivió, y aún persisten, la sociedad vasca, la novela decía es un retrato a corazón de abierto de una pequeña población en la que resume el drama vivido no sólo localmente sino en todo el País Vasco y en el resto de España. Es un lienzo lleno de matices que intenta exponernos a la realidad del día a día a los efectos devastadores que sobre los ciudadanos tuvo la imposición ideológica de una minoría, pero armada y muy activa, y los daños y atropellos, que también los hubo, en la respuesta estatal a ese desafío.
No desvelo nada si digo que el argumento gira en torno a dos familias, amigas de toda la vida, que casi de un día para otro se ven obligadas a ignorarse y oficialmente hasta odiarse. La una, porque uno de sus hijos, atrapado en el mundo del abertzalismo, decide unirse a Eta y los arrastra, sobre todo a la madre, a la defensa sin matices de la idea de la liberación de la patria vasca,con todo lo que eso conlleva. La otra se ve señalada, porque alguien decide que el padre, un empresario de medio pelo, debe pagar el impuesto revolucionario o morir, y en todo caso el aislamiento del resto del pueblo se les impone.
Es un cuadro atroz de los males que puede ocasionar un patriotismo a ultranza, lanzado desde una ideología de trazo gordo, poco  ajustada y justificada por la historia y la realidad de la  sociedad vasca, a la que se le va la mano cometiendo cientos de crímenes. Y a hacerla más insoportable colabora la represión estatal que ha tardado décadas en conseguir su objetivo.
Parece que la paz ha llegado para quedarse, pero la sociedad vasca sigue profundamente dividida. Y por eso es interesante esta inmersión de Aramburu en lo que fue y todavía es. Y no sale bien parada esa sociedad que calló, colaboró y otorgó vía libre a ese grupo de fanáticos. Había miedo, pero también mucha cobardía, mucho silencio.
Sin duda se habrá ganado unos cuantos enemigos Aramburu. Es una novela, sólo una novela, valiente. Desde el punto de vista literario, manifiestamente memorable. Pero el esfuerzo mereció la pena.