lunes, 26 de mayo de 2008

AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA

He recuperado esta primera novela de Michel Houllebecq por la buenísima impresión y poso que me dejó sus Partículas Elementales. Es esta una novela distinta, un tanto deprimente si uno no se encuentra en el campo de los triunfadores y una reflexión, sin distancia alguna, sobre las vidas anodinas que recorren-recorremos muchos en la sociedad actual. El protagonista es un informático que, con escasa convicción, parte de gira por Francia para contar las excelencias de la nueva tecnología, contratado por el ministerio de Agricultura francés. Nada va bien desde el principio, pero no porque no se crea el trabajo que tiene que hacer, sino por que está ya herido, sumido en la apatía, el desconsuelo, la desilusión, el desinterés por las cosas públicas y por las relaciones personales. Le acompaña Tisserand, un tipo feo entre los feos, virgen a sus años, y obsesionado con dejar de serlo cuando antes, pero consciente, cada día más, de su patética situación. La novela, desde el principio, anuncia que se trata de una caída en picado, de una bajada a los infiernos, cuando a uno apenas le quedan recursos para explicarse su vida en este mundo y recurre a tremendas fábulas protagonizadas por animales. Es una novela dura, sobre todo si no te pilla en un buen momento emocional, pero necesaria porque detrás de ese rumbo hacia la depresión podemos reconocer a muchas personas que tenemos alrededor. La desgana vital gana terreno página a página y el delirio empieza a imponerse en una vida cotidiana que transcurre además en las semanas previas e inmediatas a la Navidad. En fin, algunos críticos destacaron que se trata de una obra de humor negro. Yo diría que extremadamente negro. En todo caso, en la línea de calidad que siempre ofrece Michel Houellebecq.

jueves, 22 de mayo de 2008

CORTEJO DE SOMBRAS


Julián Rios, gallego, reconocido, cómo no, mucho más en el extranjero que en España, rescata una serie de relatos que escribió entre 1966 y 1968 y, sin retocarlos, como él mismo asegura, los entregó primero a su editor francés y han aparecido este año aquí. Los agrupa bajo el título "Cortejo de sombras", y los nueve relatos conforman en realidad una novela coral sobre Tamoga, un pueblo que se asoma al mar y a Portugal en una época tan sombría como la guerra civíl y la postguerra. Cada uno de los retratos se centra en un personaje, pero a través de él nos hacemos una idea muy completa de lo que es ese pueblo, el tétrico ambiente que lo marca todo, las venganzas y querellas que se mantienen en el fondo y los atropellos que se cometieron amparándose en una guerra civíl que como bien dice Julián Rios fue la excusa para ajustar viejos resentimientos.
El libro es un ratito, se lee casi de un tirón y está muy bien escrito. Otra cosa es el interés que pueda tener ese retrato ya un tanto manido de la España de los cuarenta, tan triste, tan plomiza, tan terrible. Julian Rios retrató en lo sesenta ese clima opresor y lo trasladó muy bien a esos relatos, cuya vigencia hoy es dudosa salvo para los que quieran conocer como fueron aquellos tiempos o los que, habiéndolos conocido aunque fuera de oídas, quieran recordarlos. No acabo de entender, sin embargo, por qué Julian Rios tardó tanto tiempo en publicarlos.

miércoles, 21 de mayo de 2008

SALE EL ESPECTRO

Qué mala es la vejez. Mala de verdad. "Sale del espectro" parece el canto del cisne de Philip Roth. Esperemos que no. La última novela del escritor norteamericano me deja un extraño sabor, es como si pretendiera un ajuste de cuentas consigo mismo, cabreado por su decadencia, y con el mundillo cultural al que parece temer, no vaya a ser que se cebe con su biografía y anecdotario y olvide con el tiempo su obra.
Rescata Roth a Zuckerman para detallarnos sus inquietudes de este tiempo. Las de un escritor que ha querido dar la espalda a la sociedad contemporánea, aislarse del mundo deliberadamente, justificarlo por su desilusión ante la política y la vida social, y mostrarse luego sorprendido por lo mucho que ha cambiado el mundo, que ha seguido girando mientras él miraba para otro lado, y confirmar que no le gusta nada.
Es mala la vejez. Porque conlleva deterioro físico, pérdida de vitalidad pero también de memoria. Pero no hay resignación. De ahí que no dude en trasladarse a Nueva York para visitar a un cirujano que le abre una posibilidad de frenar su incontinencia, derivada de su cáncer de próstata. Es la misma esperanza que luego le tienta para recuperar su anterior vida neoyorquina, hasta que topa con la realidad de una chica idealizada que hoy es una anciana moribunda, un joven escritor ambicioso y sin escrúpulos que pretende arruinar la imagen de su adorado Lonoff, tirando del hilo de un turbio escándalo que él no sabe si existió, y al que intentará frenar aparentemente sin éxito, y una pareja, con la que pretende intercambiar casa, más que nada porque se ha quedado colgado de la chica, con un amor adolescente, irreflexivo e impetuoso que no tiene más destino que la constatación de su chochera.
La novela no tendría más interés si no fuera por el momento en que la escribe y los resabios que trasluce. Parecen así forzadas las excusas para arremeter contra críticos y el mundillo literario que mira al autor y no su obra. Dan cierta vergüenza ajena las recreaciones de conversaciones inexistentes con la joven de la que se enamora, ágiles pero poco imaginativas. Deja demasiado colgada la figura de Amy Belette, amante de Lonoff y toda una historia en sí misma.
En fín, para estos trajes quizá hubiera sido mejor que dejara a Zuckerman en su retiro en los Berkshires, aunque cualquier reflexión sobre la vejez, que insisto es mala, siempre debería ser bienvenida en un mundo que sigue ofuscado por lo joven. En todo caso no estamos ante el mejor Roth.

miércoles, 14 de mayo de 2008

ELEFANTA SUITE

El norteamericano Paul Theroux se marca otra novela de viajes. En realidad tres novelas cortas, con alguna interrelación, que tienen como escenario una India lejos de la imagen tópica y típica que muchos tenemos. En la primera, un matrimonio norteamericano de posibles se da la gran vida en un balneario de Agni, cerca de una ciudad donde musulmanes e hindúes se disputan el terreno sobre el que se asienta el templo de Hanuman, el de los monos. Viven ajenos a la pobreza, a la lucha soterrada y no tanto entre ambas comunidades, dejándose llevar entre clases de yoga y masajes, hasta que la pulsión sexual les lleva por territorios que pondrán fin a su estancia con un desenlace un tanto previsible. La segunda historia, La Puerta de la India, trazala peripecia vital de un abogado de Bostón que llega a Bombay, con una vida personal destrozada por un divorcio reciente, y que redescubre y encuentra otras posibilidades, aunque sea a costa de meterse en relaciones un tanto sórdidas, dejándose mecer por las ambiciones de otros. Y la tercera novela, El dios elefante, se detiene en el prototipo de joven norteamericana que va a la India buscando esa imagen idílica y se encontrará con que las bajas pasiones son un fenómenos universal y su fe en algunas de las referencias hindúes se convierte en la única vía de escape.
Las tres historias comparten un ambiente de creciente desasosiego. dan una imagen muy distinta de la India idealizada por tantos, es a veces un tanto cruel en su trabajo por desmontar esa idealización, y deja pocas expectativas en pie y pocas ganas de darse una vuelta por semejante país.
A pesar de las críticas apasionadas, me parece bastante prescindible. Y es que los libros de viajes o pseudoviajes de Theroux no acaban de convencerme, salvo la inolvidable "La Costa de los Mosquitos" o la futurista "La zona exterior". Tengo pendiente de lectura el que dicen es su mejor libro de viajes, "El gran bazar del ferrocarril" según dicen un fascinante relato del viaje entre Gran Bretaña y Japón con el que deslumbró. En fín, se puede pasar de Elefanta Suite, salvo que alguien tenga alguna experiencia personal en la India, que pueda contrastar con lo que cuenta Theroux.