martes, 26 de enero de 2010

El camino hambriento

Ben Okri es un escritor de origen nigeriano que ha pasado media vida en Londres. Por tanto es un africano atípico, aunque sus raíces estén en Africa y su literatura se nutra esencialmente de las leyendas, vivencias y tragedias de ese continente. "El camino hambriento" es la primera novela de una ambiciosa trilogía que pretende mostrar esa Africa sufriente, anclada por tantos atavismos y vapuleada por una modernidad de la que sólo parece llegarle lo peor. Okri conoció la guerra de Biafra, que quizá resuma la crueldad y el horror padecido por aquella gente y que luego ha tenido y tiene tantas réplicas. Por eso Okri hace un esfuerzo por trasladarnos el Africa espiritual, el de las tradiciones, el de las religiones y costumbres locales, ese lado africano que para muchos occidentales significa atraso, salvajismo, primitivismo o cualquier otro ismo, pero que dista bastante de la realidad y que, en cualquier caso, choca con las formas de vida, las creencias y las convenciones importadas o impuestas a la fuerza por Occidente.
Azaro es un abikú , un niño-espíritu, que decide no solo nacer, sino permanecer junto a sus padres, no regresar al mundo de los espíritus, a pesar de que eso supone compartir una vida de miseria, de sufrimiento, de incomprensión, y de búsqueda diaria de la supervivencia. A través de sus ojos vemos la realidad de un país africano a punto de lograr la independencia, con sus tensiones políticas, la violencia y las coacciones, el empleo de todo tipo de presiones, el recurso a la brujería, las falsas promesas para lograr el voto, el avance arrollador del "progreso" que arrasa la selva, aunque a veces la naturaleza toma su venganza...Junto a esa visión de los real, a través de Ázaro accedemos a todo el mundo espiritual que rodea la vida cotidiana africana, los tabúes, el recurso a explicaciones a cual más exotérica para explicar determinados hechos, los personajes que viven de encantamientos y sobreviven con amenazas,y la lucha del propio niño contra los que le reclaman desde el otro mundo, que constantemente le tienen trampas para llevárselo.
Entre los personajes destaca madame Koto, una mujer de la que se dice que tiene más de doscientos años, que regenta un bar que pronto convierte en prostíbulo, que se suma al partido de los ricos, y que mantiene su propio pulso con el mundo de los espíritus. El padre de Ázaro, un perdedor que se resiste a serlo, pendenciero, aprendiz de boxeador y político y cargador en el mercado, porque hay que sobrevivir. Y sobre todo la madre de Ázaro, la única que parece tener los pies en el suelo, la que busca soluciones prácticas, la que logra retener al niño cuando parece a punto de irse con los espíritus, la que calma al marido irritable y fabulador, la que cada día, dejando a un lado las flaquezas, sale a mercadear para llevar un bocado a la mesa.
Es una novela intensísima, donde la parte espiritural, la de las leyendas y tradiciones, domina claramente sobre la crónica real de un país africano sumido en las contradicciones propias del fin de la etapa colonial. A veces confunde tanta mezcla de realidad y ensoñación, pero conviene tener siempre presente que Africa es otra cosa y hay que entrar para intentar entender.

martes, 12 de enero de 2010

NO HAY BESTIA TAN FEROZ

Hay algo en Carlos Boyero, crítico de cine del diario El País que me fascina. No sé si es su impertinencia crónica, o la sinceridad de unas críticas bien armadas, aunque casi nunca coincida con sus impresiones. Pero uno pica. Fue su recomendación en el suplemento literario Babelia la que me llevó a hacerme con NO HAY BESTIA TAN FEROZ, primera novela de Edward Bunker, escritor hecho a si mismo en largos períodos carcelarios, un chico malo que también hizo sus pinitos en el cine y que se ha convertido en una referencia de primera línea en la novela negra norteamericana. La verdad es que tengo bastante abandonada la novela negra, tras un período de consumo compulsivo, pero el que el extremista Boyero recomendara esta era garantía de que no iba a dejarme indiferente. Y así fue.
Bunker debe haber volcado muchas de sus vivencias en el retrato de Max Dembo, personaje central de la novela, que, en primera persona, irá contando su salida de prisión, en libertad condicional, su meditada decisión de iniciar una nueva vida alejada del crimen y las circunstancias que le vuelven a conducir a esa vida, convencido de que no tiene alternativa y decidido a vengarse de una sociedad y un sistema judicial que le dan la espalda. Aparentemente hay mucho de autobiográfico en esta novela, ya que Dembo, al igual que Bunker, es un lector voraz en prisión, y utilizará la escritura para verter su amargura y su crítica feroz a un sistema que no está pensado para la reinserción, sino que condena al reo a volver una y otra vez al crimen. La novela, y sobre todo la parte final, suena a venganza, aunque sea literaria, contra todo ese estado de cosas, aunque deja entre bambalinas la sensación de que además del problema social hay un problema personal del preso liberado, y es que en el fondo aspira a retornar a la cárcel, el lugar donde se siente más seguro frente a un mundo que cada vez entiende menos.
La novela está escrita con un lenguaje muy directo, muy visual, y, a veces muy crudo, y fue base de la película LIBERTAD CONDICIONAL, en la que Dustin Hoffman daba vida a Dembo. En todo caso estamos ante un texto imprescindible para todo amante de la novela negra y fuera, al menos para mí, de la lista de autores habituales en el género.