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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

jueves, 21 de diciembre de 2017

4321, PAUL AUSTER

Casi mil páginas tiene esta nueva entrega de Pau Auster, así que hay que echarle tiempo y paciencia. Sobre todo porque nos encontramos a algo bien distinto a su obra anterior, una indagación a cuatro bandas sobre lo que fue y lo que pudo ser su vida, a raíz de distintos acontecimientos, aunque todo acabara convirtiéndole en escritor. El azar, la vida misma, pudo haber seguido caminos muy distintos y transformarle en una persona diferente, por avatares propios y circunstanciales. La novela está llena de referencias autobiográficas, unas más ciertas que otras, que explican lo que luego será el universo austeriano que tanto juego ha dado.
Es un planteamiento bien original el que hace Auster, que narra con todo tipo de detalles lo que fue o lo que pudo ser su vida desde la niñez, sumergiéndonos en cuatro vías distintas que en todo caso explican por qué acabó siendo escritor. Una de ellas, la que arranca cuando apenas tiene ocho años, hace referencia a una de sus grandes pasiones, el béisbol, y cómo la falta de un lápiz le impidió conseguir el autógrafo de uno de sus ídolos; fue un momento crucial que le llevó a no salir de casa, desde entonces, sin el material necesario para tomar notas.
La novela incluye todo tipo de referencias temporales, como las protestas estudiantiles de los setenta, la guerra de Vietnam, la elección de Kennedy, pero también muchas referencias familiares y personales, a sus padres, abuelos, primos, a sus amoríos y relaciones sexuales, a su fascinación por la poesía francesa, a la lucha por plantearse una vida como escritor frente a alternativas más rentables...
Es su libro más personal y por ello más alejado del espacio creativo al que nos tenía acostumbrado.
La novela se vuelve por momentos aburrida, reiterativa, excesiva, pero apasionante para quien durante todos estos años se ha acercado al mundo Auster. Una inmersión que ayuda a comprender aún mejor como ha llegado a ser uno de los grandes de la narrativa actual.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

EL LIBRO DE LOS VICIOS

Adam Soboczynski es un escritor y periodista alemán de origen polaco. Esta es su tercera novela, en la que se aprecia de lejos su oficio periodístico, ya que actualmente como narrador de la realidad de los que nos rodea, toma nota y nos lo cuenta, o eso parece. Y no es porque haga el siempre reclamado ejercicio de objetividad, sino porque lo cuenta desde su perspectiva personal, que es otra forma de hacer periodismo.
Dicho lo cual nos encontramos ante una novela, con trazos de ensayo, que pretende presentarnos una instantánea del momento en que vivimos. Y para hacerlo se acomoda en una posición fuera de lo políticamente correcto, para llamar la atención ante esa uniformización del mundo que parece que quiere imponer e progreso y la modernidad.
Con un habilísimo lenguaje lleno de ironía nos pone ante un espejo en el que han cambiado los valores. Dice, por ejemplo, que en el mundo moderno todo lo informal y erótico se combate, pero goza de aprobación general todo lo pornográfico que para él es esa impúdica exhibición pública de todas nuestras imágenes, virtudes y defectos sobre todo a través de las redes sociales. Pone muchos ejemplos: le irrita mucho la moda del jogging urbano, determinadas modas supuestamente informales en el vestir, la mala educación de los niños en los lugares públicos  bajo la mirada complaciente de los padres....En fin, enumera un sinfín de razones para combatir esa imagen de progreso. Detesta sobre todo la pérdida de identidad de las ciudades, donde calles enteras se transforman y parecen iguales a las del resto de las ciudades del mundo. La obsesión por la salud le parece enfermiza y denuncia lo que llama persecución de fumadores y bebedores.
Lo hace, repito, desde una redacción irónica y brillante. No es el carcamal que nos podríamos imaginar. Me recuerda al estilo que utiliza algunas veces Javier Marías en su crónica dominical en El País Semanal, donde sacude algunos valores que ahora se presentan como sacrosantos, y que son completamente contradictorios a los existentes no hace mucho.
Es un libro muy interesante, un espejo que nos deforma esa realidad que nos quieren presentar como luminosa y en la que disentir puede acabar arrinconándote.

martes, 24 de octubre de 2017

PUREZA, de Jonathan Franzen

Finalmente me metí en esta extensa novela, setecientas páginas de Franzen, después de haberlo dudado mucho tras la lectura de LIBERTAD. Dudaba sobre todo porque cuando llegó a las librerías no faltaron los que con rapidez inusitada, y seguramente sin leerla, llegaron a proclamarla como "la gran novela americana", esa que se espera desde hace décadas como si de un nuevo mesías se tratara. Pero más allá de las obsesiones de los autores y prensa norteamericana, estamos ante otro ejemplo de esa frescura en la escritura que caracteriza a muchos autores estadounidenses. Y Jonathan Franzen pertenece a ese club en el que se mezcla un cierto lenguaje muy visual junto un descenso, a veces extrema, de la descripción de los detalles.
Una vez nos encontramos con varias historias entrelazadas, cuyo nexo es una joven, Purity, a la que coloquialmente se la conoce por Pip, que tras finalizar en la universidad trabaja en lo que puede para intentar hacer frente al pago del crédito que tenía para poder estudiar. Es hija de una Anabel, de la que pronto adivinamos que vive en la pura excentricidad, y que le oculta uno de los secretos que más quiere desvelar: quién era su padre. La pregunta nunca obtiene respuesta clara de su madre, que cada vez le cuenta una historia a cual más rocambolesca.
Esa obsesión por encontrar a su padre la va a llevar a contactar con Andreas Wolff, lider de Sunlight Project, una organización similar al Wikileaks de Julian Assange, a quien Andreas odia con todo su alma. Andreas es un pájaron de cuidado, disidente consentido en la RDA  que vive sus últimos estertores y reconvertido en Robin Hood de la informática para denunciar todo tipo de abusos. Perseguido por muchos, está refugiado en la selva boliviana desde donde opera. Andreas en su tiempo conoció a un periodista norteamericano, John Aberand, también dedicado a la investigación, pero de algún modo enfrentados. En medio de ambos aparecerá Pip y poco a poco se van desvelando historias muy reveladoras del pasado de todos los personajes.
En fin. Entretenida a ratos. Demasiado extensa otros. Con historias que ya suenan demasiado. Demasiadas páginas para tan poca chica. Y los que esperan la gran novela norteamericana, tendrán que seguir esperando.

jueves, 20 de julio de 2017

TORMENTAS COTIDIANAS

Hay títulos de novelas que realmente no se sabe a que corresponden. No son afortunados. O, por lo menos, no en su traducción al castellano. Este es uno de esos casos. Y no porque en la narración no haya "tormentas", que las hay, sino porque no son, ni por asomo, cotidianas. Dicho esto, recupero esta novela de William Boyd, de hace unos siete años, por aquello de asegurarme un texto de calidad garantizada. Pero, en esta ocasión, no ha sido para tanto.
Y es que la historia que nos cuenta Boyd suena un tanto manida. Como que ya la hemos visto en algún telefilm o en otras novelas parecidas. La gran tormenta es la que generan unos empresarios farmacéuticos que dejan muy escondidos sus escrúpulos éticos para intentar sacar al mercado una revolucionaria medicina contra el asma. El mercado es inmenso y las ganancias ingentes en muy corto plazo.
El problema lo tienen con el científico que dirige la investigación, que es un estorbo y que puede frenar toda esa macrooperación.
Esa es en esencia la tormenta en la que Boyd nos irá adentrando poco a poco. Y para darle color coloca como protagonista a un joven climatólogo que pasaba por allí y que, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en un asesinato del que aparenta ser culpable, lo que le lleva a intentar pasar completamente desapercibido, en una ciudad como Londres en la que le buscan policía y asesinos a sueldo, y en la que tendrá que ingeniárselas para adquirir una nueva identidad y de paso investigar de que va todo el lío.
La historia está bien contada, sin sobresaltos, con personajes de todo tipo, desde la alta sociedad a el inframundo londinense pero, insisto, la historia suena un poco manida y el final muy previsible.
No estamos ni mucho menos ante el mejor Boyd, pero es un interesante pasatiempo, sobre todo como lectura de verano.

viernes, 30 de junio de 2017

EL VIAJE DE MARCOS

En el contexto del Worldpride Madrid 2017 nada mejor que acercarse a una sección de la narrativa con escasa difusión, pero en la que no faltan piezas de calidad, la de temática homosexual o gay. Para ello he acudido a uno de los premios anuales más conocidos para este tipo de literatura, los Odisea, y en concreto uno premiado hace ya años, en 2002. Se trata de El viaje de Marcos, de Óscar Hernández Campano. Aunque de temática gay, no cae en los tópicos que parecen marcar esta clase de novelas, no hay sexo explícito, ni morbo. Es más bien una historia que vuelve sobre un tema tantas veces repetido, el del primer amor, ese que nunca se olvida. En este caso lo protagonizan dos chicos, Marcos y Alex, en un tiempo difícil, los setenta, y en un escenario previsiblemente hostil, un pueblo de Castilla-La Mancha donde todavía se sienten los rigores del régimen franquista. 
La novela arranca con el regreso, veinticinco años después, de Marcos a ese pueblo. Y ese viaje es el que nos adentrará en otro, el que hizo con su hermano Gus, dos décadas antes para pasar unos días con la abuela. El encuentro con Alex, el flechazo inmediato, el amor imparable, la comprensión de la abuela y de Gus, la incomprensión del resto...Puede parecer una historia trillada, una historia de amor que como tal apunta un final no feliz precisamente, pero está bien contada, con las palabras justas, sin excesos.
Obviamente no va a pasar a la historia de la literatura, pero es una novela entretenida, que habla de sentimientos universales, de diversidad, de un lenguaje del amor entendible por todos "ames a quien ames" como dice el slogan del Worldpride. No está mal para acercarse a esa otra literatura.

miércoles, 28 de junio de 2017

VIVE COMO PUEDAS

Luis tenía casi todo al alcance de la mano pero, azares del destino, parece que le salió todo al revés. Vamos que se convirtió en eso que llaman un perdedor, aunque en este caso con muchos matices. La historia que nos presenta Joaquin Berges es precisamente esa, la de un hombre que por mucho que se empeñe ha tomado un camino cuesta abajo y que sólo espera alcanzar el punto crítico, una catarsis, para recomponer el rumbo de su vida. El momento que elige para contarlo arranca cuando vive con Sandra, su segunda mujer, naturista y ecologista rayana con el fundamentalismo, a la que no quiere de verdad porque de quien está enamorado de verdad es de Carmen, su primera esposa, que ahora vive con un primo suyo quien también le arrebató un puesto directivo en la empresa en que trabaja. Todo son traspiés. Se ve superado por el ambiente laboral, por sus hijos, por sus mujeres, por una madre que le hace tomar cada día nota de su tensión arterial. Desde el principio se adivina que esa situación tiene que estallar y ¡cómo lo hace!.
Estamos ante una historia tragicómica, plagada de guiños y situaciones hilarantes, que retratan a un hombre desconcertado que asume a golpe de realidad las situaciones más insólitas.Especialmente divertidas las escenas en la playa nudista o su perplejidad ante las preguntas cada vez más desconcertantes de su hijo pequeño, que para más inri se llama Everest del Himalaya por decisión materna. Cómo sobrevivir a esa situación constituye el meollo de esta novela que se lee de un tirón, con momentos especialmente brillantes y apuntes destacables como el rescate de una palabra que ya casi todos tenemos olvidada: equilicuá.
El autor aragonés mantiene el listón alto y habrá que estar atentos a sus próximas obras. La línea de esta novela tiene mucho terreno para explorar.

lunes, 22 de mayo de 2017

EL AMOR DEL REVÉS


No soy muy de autobiografías. Me da cierto pudor asomarme a las vidas de los demás aunque estos se hayan arriesgado a exponerlas públicamente. Pero una referencia a este libro me llevó a comprarlo y a leerlo, casi del tirón, entre otras cosas por las vivencias temporales, finales de los setenta y década de los ochenta que compartimos.  Y es precisamente en lo que escribe sobre esos años donde me chirría un tanto lo que cuenta. Y es que yo percibí y recuerdo todavía aquellos años como una época de descubrimiento, de curiosidad, de exploración sin límites de la liberta. Y lo que Luisgé cuenta es lo contrario: una sociedad tan opresiva y condicionante que marcará indefectiblemente su vida.
Luisgé tuvo un descubrimiento temprano, el de su homosexualidad, que no supo acomodar a los vientos de libertad que entonces recorrían el país y, en especial, Madrid, y se refugió en la negación y la culpa hasta extremos enfermizos. Es verdad que, dependiendo del lugar en el que te movías, las percepciones podían ser distintas. Pero también es verdad que en una ciudad como Madrid, en aquel entonces, había ya suficientes espacios para explorar otros territorios personales que no estuvieran sometidos a lo socialmente bien visto o a la ominosa culpabilidad que imponía la iglesia Católica sobre la moral y otros cuentos.
Estamos pues ante la narración de una experiencia muy personal, un camino lleno de sufrimiento y negación, en los que el cuerpo y las sensaciones se acaban imponiendo a determinaciones insostenibles y, esas sí, contra natura. Porque negar lo que uno es no lleva a ningún lado y ceder a lo que el cuerpo pide, cuando intentas negarlo, solo conduce a la culpa y al desequilibrio.
Luisgé cuenta detalladamente el atormentado camino que le lleva desde la negación rotunda a una progresiva aceptación de si mismo, retrasada con respecto a la realidad social del momento.
Y más allá de esa experiencia personal tiene escaso interés este libro que ofrece una visión de las cosas determinada precisamente por ese proceso personal que distorsiona casi todo y va a remolque de una sociedad que se quita de encima con más facilidad los prejuicios y los juicios de valor trasnochados. 

miércoles, 26 de abril de 2017

LOS HEREDEROS DE LA TIERRA


Otro novelón, aunque este me ha costado semanas terminarlo. "Los herederos de la tierra" algo así como una continuación de "La catedral del mar" con la que Ildefonso Falcones se convirtió en un o de los principales vendedores de best sellers, por lo menos en España. Si aquella me sorprendió agradablemente, sobre todo por los detalles de la construcción de Santa María del Mar, había algo en esta esperada continuación que no daba buena espina. Falcones despacha casi en el primer capítulo el enlace entre una y otra y hace pivotar la nueva entrega sobre un nuevo personaje, Hugo Llor, que en la obra anterior era un niño protegido por Arnau Espanyol. Despachado este, Hugo se convierte en protagonista absoluto y asistimos, a lo largo de muchos años, al sinfín de desgracias que le acontecen, algunas muy sobradas, derivando por momentos la novela en un culebrón en el que abusa de todos los recursos de ese modelo narrativo.
No me ha gustado. Es pesada. Salvo algunas páginas que refieren acontecimientos históricos que desconocía, como el asalto a la judería de Barcelona. En otras partes se extiende en demasía con las hazañas navales de Cataluña, que unas veces presenta como reino y otras como condado. Y de los personajes casi mejor no hablar. Conversos, esclavos, cayeses, nobles, una sociedad compleja al servicio de un argumento al que le sobran sobresaltos y desgracias y al que le falta más enjundia. También se le va la mano en la descripción de lugares, pocos de ínterés, salvo los que se refieren a determinadas zonas y edificios de Barcelona.
En definitiva, una obra que parece hecha, o al menos rellena, por encargo, demasiado extensa y que intenta mantener el pulso gracias a unas historias personales que son puro culebrón. Prescindible.

martes, 25 de abril de 2017

PATRIA

Ya lo he comentado en alguna que otra ocasión, pero a mí esto de tener entre manos uno de esos éxitos editoriales que todo el mundo ensalza, me echa un poco para atrás. Y en este caso más aún, porque el asunto del que trata siempre me ha provocado un especial malestar, será porque ,como a casi todos, ha marcado nuestra vida durante décadas aunque fuera colateralmente. 
Había que superar resistencias y han ayudado muchos mis lecturas anteriores de Fernando Aramburu. Había una cierta garantía de calidad y eso ya es algo y más cuando se trata de abordar un tocho de más de seiscientas páginas.
La novela, porque es eso una novela y solo una novela por más que se acerque muchísimo a situaciones y realidades que vivió, y aún persisten, la sociedad vasca, la novela decía es un retrato a corazón de abierto de una pequeña población en la que resume el drama vivido no sólo localmente sino en todo el País Vasco y en el resto de España. Es un lienzo lleno de matices que intenta exponernos a la realidad del día a día a los efectos devastadores que sobre los ciudadanos tuvo la imposición ideológica de una minoría, pero armada y muy activa, y los daños y atropellos, que también los hubo, en la respuesta estatal a ese desafío.
No desvelo nada si digo que el argumento gira en torno a dos familias, amigas de toda la vida, que casi de un día para otro se ven obligadas a ignorarse y oficialmente hasta odiarse. La una, porque uno de sus hijos, atrapado en el mundo del abertzalismo, decide unirse a Eta y los arrastra, sobre todo a la madre, a la defensa sin matices de la idea de la liberación de la patria vasca,con todo lo que eso conlleva. La otra se ve señalada, porque alguien decide que el padre, un empresario de medio pelo, debe pagar el impuesto revolucionario o morir, y en todo caso el aislamiento del resto del pueblo se les impone.
Es un cuadro atroz de los males que puede ocasionar un patriotismo a ultranza, lanzado desde una ideología de trazo gordo, poco  ajustada y justificada por la historia y la realidad de la  sociedad vasca, a la que se le va la mano cometiendo cientos de crímenes. Y a hacerla más insoportable colabora la represión estatal que ha tardado décadas en conseguir su objetivo.
Parece que la paz ha llegado para quedarse, pero la sociedad vasca sigue profundamente dividida. Y por eso es interesante esta inmersión de Aramburu en lo que fue y todavía es. Y no sale bien parada esa sociedad que calló, colaboró y otorgó vía libre a ese grupo de fanáticos. Había miedo, pero también mucha cobardía, mucho silencio.
Sin duda se habrá ganado unos cuantos enemigos Aramburu. Es una novela, sólo una novela, valiente. Desde el punto de vista literario, manifiestamente memorable. Pero el esfuerzo mereció la pena.

jueves, 30 de marzo de 2017

LA TIERRA QUE PISAMOS

Aqui tenemos la segunda novela de Jesús Carrasco. En cuanto arrancas con la lectura, te acompañan dos sensaciones claras que se mantendrán hasta el final de la novela: la primera, que la historia cojea por poco creíble; la segunda, que Jesús Carrasco tiene un notable dominio del idioma y nos regala pasajes muy hermosos que, aún así, no dan lo suficiente para convencernos de la historia.
 Y es que plantear una gran guerra en Europa, con el triunfo de un imperio presumiblemente norteño, en el que España está anexionada, no resulta muy creíble como arranque. Faltan más detalles que sostengan la historia, pero presumiblemente al autor optó por esas lagunas para no desvirtuar más la historia.
El imperio es generoso sobre todo con los suyos, de ahí que los que han hecho mucho por la victoria tengan la opción de instalarse en fincas y grandes casas en los lugares que elijan. Así es como algunos de esos norteños europeos se establecen en una zona de Extremadura, donde gozan de una vida idílica y llena de comodidades, algo que no ocurre con la población local.
Entre las llegadas está Eva, una señora que parece disfrutar de una segunda vida, con un clima acogedor muy distinto al de su país de origen, con una gran casa en una finca donde tiene de todo.
Vive Eva en un pequeño paraíso, aparentemente estable, y en plena felicidad cuando la repentina presencia de un hombre en su finca, que se establece bajo una encina y empieza a trabajar en la huerta, lo altera todo. Eva no sabe nada del hombre, de nombre Leva, y lo poco que averigua se refiere más a sus movimientos cotidianos a su extraña manera de comportarse, a su amor por la tierra...Se empieza así a forjar una extraña relación, sin apenas comunicación entre ellos, que habla del mundo de vencedores y vencidos, y es que detrás de Leva se adivina una historia de sufrimiento y exilio que le ha reducido al mínimo, a lo básico, al regreso al origen y el aferramiento a los elementos mínimos de vida. 
En fin, una novela rara y una historia extraña, no exenta de páginas memorables que, en todo caso, no la salvarán de un pronto olvido.

jueves, 16 de marzo de 2017

AL OTRO LADO DEL CANAL

Julian Barnes. Regreso a uno de esos escritores  de estilo privilegiado, fina ironía, y observador privilegiado. Es una colección de diez relatos que tiene ya unos años, pero que viene bien al caso, lo digo por el Brexit, para recordar esa eterna fascinación que tienen los británicos por las formas de vida y la forma de ser de los que vivimos al otro lado del Canal, es decir el resto de Europa.
Barnes se ciñe en este caso a Francia y la difíciles e imprescindibles relaciones que el Reino Unido mantiene con un país por el que siente una profunda admiración, sin esconder su clara francofilia.
Son diez relatos que sitúa a lo largo de tres siglos, lo que nos da pinceladas bien interesantes desde la época de la revolución francesa hasta nuestros días, donde sitúa el titulado "El túnel".
Son historias en algún caso excéntricas que en muchos otros no esconden la enorme simpatía de Barnes por Francia y su forma de vida. A veces tiene un punto cruel con sus paisanos, como cuando describe el comportamiento del aristócrata inglés sólo interesado en el criquet mientras en Francia estalla la revolución. O cuando un compositor  británico que vive aislado en un pueblo francés, pretende y consigue que los vecinos apaguen cualquier generador o aparato eléctrico que pueda interferir en su audición de una pieza clásica que difunde la radio inglesa.
Hay otros relatos magníficos como el de las dos señoras que venden sus posesiones en Essex para instalarse en la región de Burdeos donde compran un viñedo.
En fin, nada del otros mundo, pero siempre gratificante leer buena literatura y sobre gente tan cercana como franceses e ingleses.

martes, 28 de febrero de 2017

UNA HISTORIA SENCILLA

A veces no está mal echarle un vistazo a otro tipo de narraciones, que no sean novelas, porque nos aportan una visión distinta y más pegada a la realidad, aunque lo que se cuente  nos sea muy lejano. Es el caso de este trabajo de Leila Guerriero que tiene mucho de reportaje periodístico, pero que bien podría ser un relato costumbrista. Y es que la autora, por otro lado periodista, se adentra en la Argentina profunda para descubrirnos un festival de baile desconocido en el resto del mundo y poco conocido en su país. Y lo hace para retratar la pasión  de unos pocos para participar en un concurso durísimo en el que ganar tiene el siempre gratificante título de ser el mejor, pero que al tiempo pone fin a su carrera como bailarín en esa especialidad, ya que no podrá volver a participar en ninguna competición de baile de este estilo nunca más. Durante un año, el ganador será casi un dios para esa minoría seguidora de esta danza, y hará giras por el país para luego acabar, en el mejor de los casos, como preparador de futuros bailarines.
El baile en el que se fija Leila  Guerriero es el malambo, prácticamente reservado a hombres, que se preparan durante años, con una disciplina durísima para participar en el campeonato "mundial"de Laborde, una minúscula población perdida en el centro de Argentina. A ese festival acuden bailarines de todo el país, casi todos cortados por el mismo patrón: chicos jóvenes, de medios rurales o barriadas, muchos son serias dificultades económicas, con una preparación exhaustiva y muy sacrificada tanto física como económicamente, que se lo juegan todo en un concurso en el que no hay gratificación económica, sólo el inmenso orgullo de ser el mejor. 
La autora se ha fijado pues en uno de esos concursos épicos, alejados de los focos mediáticos, arraigados a la tierra y cuyas claves, satisfacciones y decepciones, comparten muy pocos. Y lo hace siguiendo la trayectoria de uno de esos bailarines a lo largo de un año, para comprobar la disciplina y voluntad de hierro de la que hacen gala casi todos los participantes.
En definitiva un relato reportaje que tiene un punto de fascinación, pero que va poco más allá de la anécdota en este mundo global en el que vivimos.

martes, 31 de enero de 2017

PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE

Estamos ante uno de esos fenómenos editoriales de hace unos meses, que he  metido en el cajón una temporada para luego acercarme a él sin tanto condicionamiento. Y ya lo he hecho. Y, primera conclusión, no es para tanto.
Parece que editoriales y críticos andan rebuscando con qué sorprender, más que atendiendo la calidad literaria de lo nuevo. Y así las primeras dan uno de esos pelotazos que tan bien les vienen para sus balances anuales.
Pero pongámonos en situación. Estamos ante la primera obra, al parecer puramente autobiográfica, de un veinteañero francés que ha encontrado en la literatura la mejor forma de compartir sus traumas infantiles con el gran público antes que contárselos a un psicólogo o psiquiatra. Porque de eso va, de la narración de una infancia desgraciada que le lleva un día a huir de su familia y su pueblo y en su huida hasta se deja nombre y apellidos y se los cambia por Édouard Louis.
Tiene mérito ese striptease personal, valiente sin duda, pero otra cosa es su valor literario. Y, para mí, deja bastante que desear.
La narración de esa infancia terrible no deja indiferente. Tenía todas las papeletas para ser desgraciado: una familia pobre de solemnidad, padre alcohólico, pueblo del norte de Francia con  para muy alto, nivel de vida muy bajo,y donde cultura o literatura son algo completamente ajeno. El niño vive señalado además desde muy pequeño por su amaneramiento, es el marica de la escuela con el que se ensañan los matones tipo, y tiene que soportar durante años e impotente el acoso de compañero de colegio y niños del pueblo.
Un cóctel realmente explosivo para un niño que ya adolescente decide decir basta, poner tierra por medio y denunciar y contar una infancia que odia con todas sus fuerzas y que le llevó a refugiarse en París.
El lenguaje es crudo, la realidad que pinta espantosa y el único futuro que propone es la huida y darle la espalda a lo que fue su pasado y todo lo que implica.
En fin, una obra literaria menor, una autobiografía demasiado fresca a la que quizá le falta un poco más de distancia. Y la confirmación de que los fenómenos editoriales no siempre merecen la pena.

lunes, 23 de enero de 2017

EL LADO OSCURO DEL AMOR

Si en la reseña anterior escribía sobre un tocho, en referencia a su volumen, hoy voy referirme a otro, ya que supera las ochocientas páginas. Muchas, sin duda, pero, como el anterior, sin desperdicio.
"El lado oscuro del amor" es una obra madurada durante mucho tiempo por Rafik Schami, un escritor sirio afincado en Alemania, donde ha hecho una carrera importante. Es una novela muy interesante y más aún en estos tiempos en que la tragedia siria ocupa un día sí y otro también las portadas de la prensa. Y es que en esta obra hay algunas claves de la agitada historia siria que nos pueden ayudar un poco a entender lo que está pasando allí hoy día.
La historia se nos presenta como un drama amoroso más, el de dos jóvenes, Farid y Rana, que habrán de pasar las de Caín y esperar muchos años, para poder amarse en plenitud. Y es que, como en otras muchas historias, hay una serie de  barreras familiares, aparentemente infranqueables, que imposibilitan ese amor. Una historia de rencillas, de odio, de venganzas, que viene de generaciones y que nadie parece dispuesto a superar. La desdicha de los dos jóvenes parte del odio  inmenso que se tienen dos familias cristianas, la una ortodoxa, la otra católica, que se disputan no solo la verdad religiosa sino el control de un pueblo en la montaña siria.
El autor ha escogido deliberadamente a los protagonistas en dos minorías, de las varias que hay en Siria, para darnos una clara idea de la complejidad social, política y religiosa de su país, partiendo del fin del imperio otomano hasta nuestros días.
La que fuera una influyente minoría en los primeros años de la independencia del país, va perdiendo fuera a medida que los musulmanes, la gran mayoría, dividida a su vez entre sunies y chiitas, asume el poder. Asistimos, como telón de fondo y a veces como escenario principal en la historia de amor de Farid y Rana, a la sucesión de golpes militares y dictadores, al intento frustrado de unión con Egipto, a las sucesivas revueltas hasta la llegada de Assad al poder. Por el camino hay represión, torturas, campos de internamiento, persecuciones y el surgimiento de un vecino peligroso, Israel, y la presencia en el país de las milicias palestinas, un microestado dentro del estado.
Es muy fácil encontrar en esta novelas las raíces de las que se nutre la actual tragedia siria, aunque las milicias tengan otros nombres y haya más actores internacionales en la lucha por el control de ese territorio. Por eso es muy bueno leerla con atención, porque es una historia que va mucho más allá de los amoríos y dificultades que tendrán que pasar los dos jóvenes y sus familias y la alternativa del exilio que ya, desde hace varias décadas, parece ser la única salida para quien quiere dejar el horror de una vida en Siria.

jueves, 19 de enero de 2017

TAN POCA VIDA

Van pasando la semana y se me acumulan los libros leídos, sin reseña en este blog. Y como uno no es de los que hace buenos propósitos para el año nuevo, pues así estamos...En fin, que para recomenzar nada mejor que por la última lectura. Este tocho que firma Hanya Yanagihara, dicen que todo un éxito en el mundo anglosajón, y de aterrizaje reciente, bueno del verano pasado o por ahí, en España. La verdad es que el libro, con sus más de mil páginas, echa un poco para atrás. Son incómodos esos tochos para determinados momentos de lectura. Y dan hasta pereza, si uno no tiene claro lo que va a leer y tiene la mosca tras la oreja cuando viene precedido de tanta publicidad. Pero...como casi siempre, me equivoqué en esa primera sensación. Y eso que en las trescientas primeras páginas estuve al borde del abandono. Menos mal que no tiré la toalla.
A ver, estamos ante una novela, novelón, aparentemente sin ambición alguna, aunque tanta página debería hacernos sospechar. Decía en la faja promocional que cuenta la historia de cuatro amigos, a través de varias décadas. Que trata de lo que dicen y de lo que callan los hombres; de dónde viene y dónde va la culpa; de cuánto importa el sexo; y de qué precio tiene la vida y cuándo deja de tener valor.
Y sí, va de eso. Y de mucho más. Es cierto que trata de cuatro amigos, y de algunos personajes muy importantes que van apareciendo a lo largo de la trama. Pero también es cierto que la autora se vuelva en dos de ellos, mejor dicho en uno, Jude, y su compañero inseparable, Willem. Jude es el personaje. Sobre él gira todo. Una infancia desgraciada y espeluznante que vamos conociendo a retazos. Una infancia traumática que marcará toda su vida y cuyas secuelas no sólo le afectan a él sino a cuantos le rodean. Una historia de superación escrita sobre el dolor y el olvido obligado. Un desafío a la vida que va saliendo adelante gracias a amistades puestas continuamente a prueba. Un amor profundísimo, donde no hay cabida para el sexo. Una historia de amistad sometida a pruebas casi inimaginables. Una profunda reflexión sobre la vida y sobre si merece la pena vivirla o continuar viviéndola.
Es una novela inesperadamente dura, fascinante, que arrastra a una exploración de emociones a la que no solemos estar acostumbrados. Esta autora norteamericana, de origen hawaiano y coreano, nos presenta un cuadro de autodestrucción que no parece tener límites, y que cuando no se desborda es por la fortaleza de unas amistades de raíces muy profundas, sometidas a tensiones y pruebas de supervivencia por la que pocos, por no decir nadie, apostarían. 
Es una historia que conmueve, que golpea duro, aunque el escenario y los personajes puedan estar socialmente tan distantes de nosotros. Pero el mundo de las emociones es patrimonio de todos. Y ahí nos atrapa.
Hay que leerla. Pero, ojo, hay que ponerle ganas. Suerte.