
Bunker debe haber volcado muchas de sus vivencias en el retrato de Max Dembo, personaje central de la novela, que, en primera persona, irá contando su salida de prisión, en libertad condicional, su meditada decisión de iniciar una nueva vida alejada del crimen y las circunstancias que le vuelven a conducir a esa vida, convencido de que no tiene alternativa y decidido a vengarse de una sociedad y un sistema judicial que le dan la espalda. Aparentemente hay mucho de autobiográfico en esta novela, ya que Dembo, al igual que Bunker, es un lector voraz en prisión, y utilizará la escritura para verter su amargura y su crítica feroz a un sistema que no está pensado para la reinserción, sino que condena al reo a volver una y otra vez al crimen. La novela, y sobre todo la parte final, suena a venganza, aunque sea literaria, contra todo ese estado de cosas, aunque deja entre bambalinas la sensación de que además del problema social hay un problema personal del preso liberado, y es que en el fondo aspira a retornar a la cárcel, el lugar donde se siente más seguro frente a un mundo que cada vez entiende menos.
La novela está escrita con un lenguaje muy directo, muy visual, y, a veces muy crudo, y fue base de la película LIBERTAD CONDICIONAL, en la que Dustin Hoffman daba vida a Dembo. En todo caso estamos ante un texto imprescindible para todo amante de la novela negra y fuera, al menos para mí, de la lista de autores habituales en el género.
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