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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

EL VIAJERO DEL SIGLO

Cuesta entrar en esta novela del argentino Andrés Neuman, un tocho de más de quinientas páginas, ambientada en el siglo XIX en una zona presumiblemente alemana. Pero hay elementos que poco a poco van asentando el interés y por momentos recrea unos ambientes y debates del todo apasionantes.
"El viajero del siglo" tiene como protagonista a Hans, un traductor que sobre todo se dedica a viajar y que en su destino a Dessau para para pasar la noche en una extraña ciudad, Wandernburgo, inexistente, que resulta ser un feudo católico en medio del mar protestante. Desde el principio hay algo raro en esa ciudad, parece que se mueve, que nada está en el sitio que se suponía que estaba, pero también hay algo que atrapa que de alguna manera impide abandonarla.
La breve estancia de Hans se va a ir alargando a medida que conoce a distintos personajes: el organillero, el español Alvaro, los asistentes a un salón de debate y tertulia los viernes y, sobre todo, la anfitriona de ese salón, Sophie, con la que iniciará una apasionada historia de amor.
Las muchas páginas que dedica a los debates en el salón, se convierten en un escaparate magnífico para entender los debates políticos en la Europa postnapoleónica, en los que está ya el germen de la necesidad de una unión europea, para hacernos una idea de la increible actividad de los filósofos de esos años, de los apasionados debates sobre religión y moralidad.Hay también apuntes muy interesantes sobre el eterno drama español.
La novela es muy ambiciosa, abarca tanto que por momentos parece desbordarse, pero es un mosaico increiblemente bien construído que nos permite no solo conocer lo que fue el apasionante XIX sino muchos debates que se abrieron entonces y que están plenamente vigentes.
Con esta obra, Neuman ganó en 2009 el premio Alfaguara, sin duda bien merecido.

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