Celati pone el foco, en las tres partes en que divide la novela, en otros tantos personajes especialmente singulares. Por un lado está Pucci, un chaval silencioso donde los haya, que vaga todo lo que puede por la ciudad, acompañado de un gordo sin complejos Bordignoni, obsesionado con las mujeres con tetas abundantes y en concreto con la madre de Pucci. El segundo personaje es Zoffi, un joven metido a estanquero a la fuerza, tras la muerte de su padre, que se pasa el día filosofando con la panda de jubilados que se reúne en el local. Y Por último Tritone, un escritor de novela histórica, gloria nacional de las letras, que no sabe si le alaban por la calidad de su obra o solo para alagarle y que duda de que muchos de los que le aplauden y jalean hayan leído siquiera una línea de sus textos.
En fin, una hermosa inmersión en el pasado, perfectamente digerible y que deja un regusto agridulce, más por nostalgia que por la situación contada.
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