Hay tres cuentos que se refieren a la importancia de los sentidos y las dificultades que provoca su carencia. Uno es el de la vista, donde Barnes nos cuenta los incomprendidos esfuerzos de un médico en Viena por curar la ceguera de una joven, probablemente causada por la presión familiar,con unas dotes para la música inigualables que podría perder si recupera la visión. Otro nos cuenta el quehacer de un pintor sordo que en Norteamérica se gana la vida pintando retratos de gente que se siente importante y que quiere parecerlo aún más en los cuadres. Y un tercero, Pulso, que da título a la colección de cuentos, es sobre el olfato que pierde, por razones inexplicables, el padre del que nos narra la situación y que no dudará en someterse a la acupuntura china y su teoría de los pulsos.
Casi todos los cuentos entran en las dificultades para la convivencia en pareja, que a veces se soslayan entregándose con pasión a la jardinería o a las caminatas, potenciando lo que tienen en común para evitar afrontar otras cuestiones. Y cómo, a veces, ese sobreentendido sirve para que la pareja permanezca unida. Otras veces es imposible y la incomprensión lleva a la soledad y a la incomunicación.
En todo caso una buena ocasión para acercarse a uno de los mejores narradores británicos. El disfrute está asegurado.
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