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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

domingo, 28 de julio de 2013

LA INVENCIÓN DEL AMOR

Le dieron el premio Alfaguara de este 2013. Y esto me lleva a cuestionarme, una vez más, qué criterios se utilizan a la hora de otorgar un premio. Allá ellos.
Es la primera vez que me acerco a una obra de José Ovejero. No sé, por tanto, cómo son las demás. Esta, flojita.
El protagonista es un cuarentón poco afortunado en amores, que ve pasar el tiempo, su tiempo, más bien aburrido y solo confortado por los momentos, cada vez más frecuentes, en los que se refugia en sus terrazas con vistas privilegiadas sobre los techos de Madrid.
Es en medio de ese aburrimiento vital donde una llamada anónima le anuncia la muerte de una tal Clara, a la que no conoce, y que pondrá en marcha una investigación, en la que se verá cada vez más implicado, para saber quién era, cómo era, a que dedicaba su vida, en fin....
No es original. Es extravagante. Si el principio pudo ser estimulante, la continuación, por inverosímil, carece de interés y se desmorona a medida que avanza hasta el punto de querer llegar cuanto antes al final, porque se adivina demasiado previsible.
No hay acción creíble. Hay mucho tópico, sobre todo en los personajes marginales. La historia no se sostiene casi en ningún momento. Y no es que la idea primigenia no sea buena, pero el desarrollo deja mucho que desear. No tiene mucho fundamento eso de meterse de lleno en investigar quién fue la tan Clara, construir una imagen a todas luces falsa de ella, y mentir una y otra vez para conseguir la información sin que los demás sospechen.
No sé, a lo mejor es el momento en que la he leído. Pero las historias de desamor hay que contarlas con más enjundia, porque sino no se sostienen. Una pena.

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