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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 23 de febrero de 2009

EN EL CAFÉ DE LA JUVENTUD PERDIDA

Insisto con novela francesa, tras el buen sabor de boca que me dejó "La elegancia del erizo". En este caso me he dejado arrastrar por una novela de Patrick Modiano, de nombre más que sugerente, "En el café de la juventud perdida", autor que, por otra parte, viene avalado por prestigiosos galardones en su país y un amplio reconocimiento. De hecho esta novela fue declarada por Lire la mejor de 2007. Dicho esto se puede entender que uno se acerque al texto con muchas ganas y curiosidad. Y más cuando situa el argumento en el París de los sesenta, aquel que tantos eslóganes dió a la juventud de entonces y de las décadas siguientes, aquellos años que hicieron creer que bajo los adoquines estaban la arena y el mar. Pues bien el texto de Modiano es gris, mucho y el argumento se va desbrozando como si peláramos una cebolla. A través de distintos narradores vamos descubriendo algo de la misteriosa Louki, apodo de una joven que entra un día en el café Condé, que se convierte desde entonces en un lugar habitual. Un café de los de entonces, donde acampaban algunos representantes de la bohemia que más parecen hablar para escucharse a sí mismos que para interesarse por sus interlocutores. Ni que decir que son casa uno un cuadro. Lo que fascina a los narradores es el halo de misterio que envuelve a Louki, de la que casi nada se sabe y de la que iremos recomponiendo parte de su biografía a través de las escasas aportaciones de cada uno de ellos. Salvo en la creación de esa atmósfera grís, tan desolada, propia de los inviernos parisinos, la novela me ha dejado aburrido. Ni siquiera ese misterio que rodea a la protagonista logra captar el interés necesario y, así, el resultado me parece más bien pobre. De agradecer que sea un texto mas bien corto y muy bien escrito. Pero no solo de forma vive el espíritu. En fin, para olvidar.

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