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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

martes, 23 de junio de 2009

LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE

Tengo que reconocer, y seguramente avergonzarme, de haberme dejado seducir a arrastrar por todo el ruido mediático y la gigantesca campaña de propaganda que ha rodeado esta tercera entrega de Millenium de Stieg Larsson. Lo cierto es que resistí un día, pero el sábado pasado me dejé tentar porque tenían el libro ¡hasta en el Opencor de debajo de casa!. Una rareza, vamos. Total que fue comprarlo y dejarme abducir por esta tercera novela del sueco,cuyas ochocientas cincuenta páginas he devorado en tres días. Ya mas sereno, y buscando razones, tengo que reconocer que las dos anteriores habían dejado un gusanillo difícil de aplazar, y, además, con este calor, nada más refrescante que una novela negra, cuya calidad estaba asegurada, tras las entregas anteriores, y que te mete de lleno en la historia desde la primera línea. Era Larsson uno de esos autores que conocían bien el lenguaje cinematográfico, porque te mete inmediatamente en situación y asistes en primera fila, casi te sientes un privilegiado, a esta nueva vuelta de tuerca sobre las penalidades de la increible Lisbeth Salander. Larsson aprovecha una vez más la ocasión para alertar contra los sobrepoderes de ciertos órganos del estado, la necesidad de mantener la vigilancia y la lucha para mantener el sistema democrático frente a tantos intereses. La novela es trepidante y en ningún momento decae el interés, a pesar del número crecientes de personajes y de intereses e historias cruzadas. A veces las situaciones, sobre todo en la segunda parte de la novela, se vuelven demasiado obvias y algunos personajes están demasiado trillados. Y, también, como si tuviera mala conciencia, se le ve un poco atacado de buenismo al poco menos que santificar a determinados servidores públicos, pintando al tiempo a los malos de malísimos. Todo se le perdona porque está muy bien escrita, logra el principal objetivo, que es divertir y entretener, y de paso cuela algunas reflexiones pero que muy interesantes sobre la necesidad de preservar el control para evitar, sobre todo, los desmanes de algunos funcionarios públicos que deberían estar al servicio del ciudadano y no empeñados en salvarnos, lo que provoca que el desvarío rija sus actuaciones. Absolutamente recomendable y ¡peligrosa! porque una vez que empiezas no hay quien te desenganche.

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