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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

sábado, 26 de octubre de 2013

UNA MEZCLA DE FLAQUEZAS, de Robertson Davies

Robertson Davies, escritor canadiense fallecido hace dieciocho años, cierra con UNA MEZCLA DE FLAQUEZAS, la llamada trilogía de Salterton, tres novelas independientes pero que tienen como enlace esa localidad y una pareja, Solly y Verónica, cuya relación se va conociendo a lo largo de las mismas. Solly es hijo de Louisa Bridgetower, una rica y engreída señora de toda la vida, de esa ciudad. La muerte de esta desvela un testamento de armas tomar. A su hijo le deja apenas una pensión de cien dólares y condiciona que le entreguen el resto de su fortuna a que tengan un hijo varón. Mientras tanto todo queda en manos de un fideicomiso, cuyos intereses anuales se dedicarán a pagar la formación artística de una joven que habrán de elegir con cuidado.
Un dineral que le tocará a una joven, Mónica, que destaca por su voz, que malgasta en el coro de una iglesia. Como si le hubiera tocado la lotería, la joven elegida se va a Londres para formarse bajo la dirección de un prestigioso músico que a su vez la derivará hacia otros expertos en composición, canto, y cultura general.
Como esperar, Londres deslumbra a la joven paleta al principio, en un divertido ejercicio de contrastes entre la sencillez del Dominio canadiens y los estiramientos propios de la sociedad londinense. Aparecen personajes muy peculiares, muy british, no faltan los tópicos y en medio del humor que marca casi toda la novela no faltan momentos dramáticos que ayudan a sobrellevarla.
Es una novela de los años cincuenta y como tal se queda bastante anticuada, sobre todo por unos comportamientos sociales ya superados. Pero tiene cierto interés, en especial por saber como ven los canadienses a la antigua metrópoli, aunque el autor no salva del escarnio ni a sus compatriotas. En definitiva, interesante pero prescindible.

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