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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

JUEGO Y DISTRACCIÓN, de James Salter

Dicen los entendidos que JUEGO Y DISTRACCIÓN supuso la consagración de James Salter como novelista y le convirtió en un nuevo clásico de la literatura norteamericana. Si ellos los dicen...La novela fue escrita en los sesenta, publicada en 1967, pero tiene tal frescura que podría haber sido escrita en la actualidad. Es verdad que la acción transcurre en la Francia de esos años, y que aquellos americanos ociosos que se permitían largas estancias en nuestro dulce país vecino, parecen ser cosa del pasado. Pero la descripción de los sentimientos, de la pasión, de los entresijos de una relación son absolutamente modernos.
Salter utiliza un lenguaje muy sencillo, con abundancia de frases cortas, para contarnos la relación imposible entre un joven norteamericano, Dean, que abandona Yale y se va a Francia, con el dinero de su padre, a encontrarse a si mismo. Una excusa como otra cualquiera para pegarse la vidorra hasta que el padre corta el grifo. Meses en los que deambulará por la Francia profunda, con un descapotable, al que incorpora a una joven provinciana, Anne Marie, por la que siente una pasión irrefrenable. A lo largo de la novela asistimos al avance de esa relación, al sometimiento de la joven a Dean, a las primeras dudas de este, y a su anunciada fuga al final, cuando decide, la falta de dinero aprieta, que lo mejor es volver al redil, es decir a Estados Unidos. La narración parece tranquila pero esconde algunas cargas de profundidad en lo que se refiere a la relación amorosa y su discurrir y cuenta la peculiaridad de que es narrada por un tercero, amigo de Dean, que más parece un voiyeur que un narrador imparcial. Claro que es este el que nos conduce desde el principio por esta historia que tiene datos colaterales, como sus amistades en París, todas de posibles, o su retiro a la provinciana Autun, donde no está muy claro que hace aparte de leer y observar los amorios de su amigo. El mismo narrador advierte que todo lo que cuenta no responde fielmente a la relación, sino que tiene aportaciones propias, fruto de su imaginación y de lo que deduce de lo que le cuenta Dean.
Hay quien compara a Salter con Hemingway y Scott Fitzgerald. Son palabras mayores. Pero lo cierto es que estamos ante un redescubrimiento del primero que nos confirma su extraordinaria habilidad como escritor y contador de historias. Desde luego en esta se luce.

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