jueves, 28 de agosto de 2014

NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA, de PIERRE LEMAITRE

Otro reciente premio Goncourt, a una novela oportuna y oportunista. Publicada en vísperas del centenario del inicio de la primera Guerra Mundial, será la resaca de esa guerra en Francia el meollo central de la historia que, por momentos, y sobre todo por la moraleja, recuerda las novelas del diecinueve y de los primeros años del siglo pasado. Una historia de buenos y malos, con final previsible hasta cierto punto, y el mensaje de que, casi siempre, el que la hace la paga y el que no tiene atenuantes suficientes para disculparle.
La novela arranca en los últimos días de la guerra, en 1918, en uno de esos frentes estancados durante meses, que fueron una de las marcas de identidad de esa inútil, si es que hay alguna útil, contienda que acabó con la vida de millones de jóvenes europeos para nada. Es más dejó un poso tan mal resuelto que resultó ser el punto de partida de la siguiente, aún más sangrienta. Arranca pues en los último días antes del armisticio, cuando un ambicioso teniente, sabedor de que al final de la guerra los méritos contarán para lograr un ascenso militar y social, organiza otro de esos inútiles asaltos a la trinchera alemana. En su pelotón, dos jóvenes  de origen bien distintos que verán unido su destino desde entonces, Edouard y Albert. El ataque fue una catástrofe, Albert quedó sepultado tras descubrir un incidente que bien podía costarle un consejo de guerra al teniente, y es rescatado por Edouard  que durante la operación saldrá gravemente herido y horriblemente desfigurado.
Llega la paz, el licenciamiento y Albert, que se siente en deuda impagable con su salvador, se hace cargo de él y de sus necesidades de morfina cada vez mayores. El teniente sale bien de la contienda y da el braguetazo casándose con la hija de un poderoso hombre de negocios, a la que curiosamente pertenece Edouard.
El dramón por ese lado está servido. Lo mejor, que está basado en hechos reales, viene a continuación cuando el dichoso teniente, sin escrúpulo alguno, se lanza a uno de los negocios más rentables de aquellos años, proceder a la recuperación de los cuerpos de los soldados muertos y su traslado a distintos cementerios por todo el país. Se fragua entonces uno de los mayores escándalos de la postguerra, ya que el enterramiento de los héroes se hace sin control algunos, intercambiando cuerpos y metiendo los restos en cajas minúsculas que nada tenían que ver con el previsto homenaje a los héroes. La cosa se complica cuando Albert y Edouard deciden vengarse y preparan un timo a escala nacional aprovechando la prisa de muchos políticos por erigir monumentos a los héroes de la guerra por todo el país.
La novela describe muy bien todas las tropelías envueltas en semejante caso de corrupción, en el que se ven atrapados políticos, funcionarios, empresarios y trabajadores, cada uno a su nivel. Una descorazonadora visión de la Francia de postguerra que deja un sabor amargo y que lleva a disculpar acciones delictivas que apoyamos por aquello de castigar de alguna manera a una sociedad que se permitió tales desmanes. En fin, más allá del folletón la novela resulta muy atractiva por referirse a hechos reales, para mi desconocidos, y que han conmovido una vez más a la sociedad francesa. Bienvenidas estas novelas en aniversarios de tanta trascendencia.

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