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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 28 de septiembre de 2015

HOMBRES BUENOS

Con Arturo Pérez Reverte me pasa lo que con muy pocos autores. Me puede apasionar en un momento, aburrir en otro y cansar en otro más. Sensaciones encontradas y ,entre ellas, la más importante, que no te deja indiferente. Esta nueva entrega tenía  buenos ingredientes para resultar muy atractiva, y más cuando la base de la historia la constituyen hechos y personajes reales, que aderezó con un poco de ficción por aquí y nombres muy conocidos, que nada tuvieron que ver con la historia principal, por allí. Total que abordé la novela con precaución, pero con mucha curiosidad.
Cuenta Pérez Reverte que cuando buscaba en la biblioteca de la RAE material sobre Don Quijote, se encontró con los 28 tomos de la Encyclopédie de Diderot y D´Alembert, aquella gigantesca obra que convulsionó la Francia prerrevolucionaria. De ese encuentro fortuito surgió la idea de novelar el viaje que dos académicos de la Lengua hicieron a París, a finales del siglo XVIII, para conseguir esos tomos. Una empresa llena de dificultades, entre ellas de la conseguir la obra original, de la que quedaban pocos ejemplares, y que además estaba prohibida oficialmente, aunque consentida.
Pérez Reverte se embarca así en la historia de ese viaje, protagonizado por el marino Pedro Zárate y el bibliotecario Hermógenes Molina, representantes además de las dos Españas de siempre: el primero el que busca el cambio, la innovación y la modernidad de la sociedad, el segundo el que se aferra a las tradiciones conservadoras y siente pánico ante los cambios, tanto si se refieren a la estructura del estado como al papel de la iglesia Católica. Se luce el autor en la escenografía de ese viaje, en la descripción de los personajes y en los intensos duelos dialécticos en los que es tan ducho. Hay un par de situaciones que cierra con demasiada prisa, como si estuviera harto de la historia o alguien le presionara para que la acabara cuanto antes. Por lo demás la narración es tan ágil como suele ser en este autor, muy visual y entretenida.
Pero la novela incluye un recorrido paralelo, el que realiza el propio escritor por los lugares y paisajes que debieron recorrer los dos académicos, y que le sirvieron para recrear mejor las distintas situaciones de la historia. Por momentos esta parte se antoja excesiva y no sé hasta que punto tiene interés saber como se las agencia un autor para dar vida a sus historias. A mi esa parte me aburrió, y mucho, me pareció excesiva y fuera de lugar; más propia de un taller de literatura o de análisis de cómo confeccionar una novela.
En general me gustó, aunque no puedo dejar de señalar que me cansan esos arranques patrióticos que regala con tanta frecuencia Pérez Reverte en muchas de sus obras. Un lamento por la España que pudo ser y que no fue, un tanto baldío  y  que resulta ya fatigante, por reiterado.

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