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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

viernes, 26 de febrero de 2021

REVANCHA, de Kiko Amat


 Revuelo ha causado esta novela de Kiko Amat, un ejercicio de violencia extrema a lo largo de dos décadas, con origen en la periferia barcelonesa y connotaciones neonazis. Durante la lectura no se me fue de la cabeza Juan Marsé, excelente narrador y conocedor de esa periferia de la capital catalana en años anteriores. Por algo será.

Lo que cuenta: dos personajes centrales, Amador y César, cuyas acciones o efectos colaterales parece que les llevan inexorablemente a coincidir, aunque hasta entonces no se conozcan. Amador, de un extracto social muy bajo, marcado por fuertes carencias afectivas y con una niñez que prefiere enterrar, es el número dos de un grupo ultra del Barça, de estética nazi, y especializado en dar palizas, trapichear con drogas y extorsionar a personas y negocios. Su jefe, El Cid, un tipo proveniente de la burguesía catalana, empeñado en ser marginal y obligado por tanto a ser el más violento y despiadado. Amador está enamorado del jefe y este le usa sexualmente mientras le interesa. A sus órdenes están los LOKOS, todos de extracción social muy baja y tirando a descerebrados.

César también es un superviviente de los suburbios. Antiguo jugador de rugby vive para proteger a su hermana y sobrina, ejecutando las órdenes de Fundador: castigar brutalmente , por encargo, a pederastas y maldecidos de ese tipo.

Ninguno de los dos va mucho más allá de sobrevivir cada día y protegerse. Sobre todo Amador, sabedor de que si trasciende su homosexualidad estaría perdido.

La novela ofrece momentos de violencia y brutalidad extremos, que no llegan a justificar las luchas personales por ser mejores personas o buscar una alternativa que les permita salir de semejantes agujeros. 

La Barcelona de extrarradio que pinta Amat puede resultarnos muy lejana, pero la presencia de esos grupúsculos de violencia gratuita y extrema es algo que aparece de cuando en cuando en la prensa, por sucesos cuyos límites nos resultan inalcanzables.

No sé si Kiko Amat es el nuevo Marsé, ni siquiera si ha buscado esa referencia, pero a mi me lo recuerda.

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