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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 26 de mayo de 2008

AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA

He recuperado esta primera novela de Michel Houllebecq por la buenísima impresión y poso que me dejó sus Partículas Elementales. Es esta una novela distinta, un tanto deprimente si uno no se encuentra en el campo de los triunfadores y una reflexión, sin distancia alguna, sobre las vidas anodinas que recorren-recorremos muchos en la sociedad actual. El protagonista es un informático que, con escasa convicción, parte de gira por Francia para contar las excelencias de la nueva tecnología, contratado por el ministerio de Agricultura francés. Nada va bien desde el principio, pero no porque no se crea el trabajo que tiene que hacer, sino por que está ya herido, sumido en la apatía, el desconsuelo, la desilusión, el desinterés por las cosas públicas y por las relaciones personales. Le acompaña Tisserand, un tipo feo entre los feos, virgen a sus años, y obsesionado con dejar de serlo cuando antes, pero consciente, cada día más, de su patética situación. La novela, desde el principio, anuncia que se trata de una caída en picado, de una bajada a los infiernos, cuando a uno apenas le quedan recursos para explicarse su vida en este mundo y recurre a tremendas fábulas protagonizadas por animales. Es una novela dura, sobre todo si no te pilla en un buen momento emocional, pero necesaria porque detrás de ese rumbo hacia la depresión podemos reconocer a muchas personas que tenemos alrededor. La desgana vital gana terreno página a página y el delirio empieza a imponerse en una vida cotidiana que transcurre además en las semanas previas e inmediatas a la Navidad. En fin, algunos críticos destacaron que se trata de una obra de humor negro. Yo diría que extremadamente negro. En todo caso, en la línea de calidad que siempre ofrece Michel Houellebecq.

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