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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

viernes, 21 de agosto de 2009

LA VIDA DURA

Es curiosa la forma que tenemos de acercarnos a algunos libros. Tengo que confesar que en este caso fue la portada, con ese campanario y esas nubes , envuelto todo en color verde, lo que me atrajo, quizá en un reflejo por huir de este calor que nos apabulla estos días. No había oído hablar para nada de Flann O'Brien, pero el título de la novela y, más, el comienzo de la misma, ese "No he conocido a mi madre solo a medias. Conocí solo la mitad de ella, la mitad inferior..." además de la portada tuvieron el suficiente atractivo para entrar al trapo.
Con lo que me he encontrado es con una novela muy irlandesa, ambientada en la época eduardiana de Dublín, bien escrita, aunque el lenguaje nos resulte ya un tanto anticuado, como lo es también el ambiente que describe, pero llena de humor y con jugosos diálogos acerca del omnipresente catolicismo. Gira la historia en tono al domicilio del señor Collopy, a donde van a parar dos sobrinos huérfanos, uno más que espabiladillo y el otro que actúa como narrador. Lo más interesante las discusiones de Collopy con el padre Fahrt, un jesuita con el que comparte muchas tarde generosos vasos de whisky. Como en toda novela de la época que se precie no falta ese personaje extraño, medio criada, medio familia, que pulula siempre por casa y cuya peculiaridad es que a cualquier cosa responde siempre con la misma palabra "aparentemente".
O'Brien fue un funcionario muy pero que muy aburrido, que tuvo mucho tiempo para escribir esta y otras novelas y que tenía una prestigiosa columna en el Irish Times, todo un azote del mundo, que, por supuesto, firmaba con pseudónimo. En fin, encomiable la labor de Nórdica por acercarnos este tipo de literatura, de difícil acceso si no fuera por colecciones como esta de Otras Latitudes. En todo caso, sólo para quien le gusten estas novelas de fuerte sabor añejo.

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