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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

JERNIGAN


David Gates es uno de esos periodistas norteamericanos que sienten el gusanillo de la literatura. Bien conocido por su quehacer como redactor jefe de Newsweek, es autor de numerosos cuentos y de varias novelas. Con JERNIGAN, que publicó en 1991, logró ser finalista del premio Pulitzer. JERNIGAN es algo así como una foto fija de un hombre que llegado a los cuarenta se sumerge en la crisis propia de ese momento generacional y empieza a caer y caer sin que se vea el fondo. Su mujer se suicida, le despiden del trabajo de la inmobiliaria con el que había ocupado su vida los últimos diez años, y no sabe como manejar a su hijo adolescente, que apenas pisa la casa. Es la suya una caída lenta, pevisible, sin grandes aspavientes, que vive mirando al mundo desde una borrachera cada vez más habitual y un creciente sarcasmo. Ni siquiera el inicio de una relación con una vecina divorciada, madre a su vez de una hija enganchada, novia de su hijo, parece ser el revitalizante que necesite para salir de la situación.

Es una novela sobre gente corriente, sin demasiadas expectativas, de la que seguramente podremos encontrar muchos ejemplos alrededor, aunque sin tanto histrionismo. Es una excelente disección del ejemplar cuarentón que ha perdido el rumbo, que tampoco tiene especial interés en encontrarlo, agobiado un tanto por los problemas cotidianos, como pagar la hipoteca, perder el trabajo, tener un adolescente perdido que se fuma las clases, y cada vez más aficionado a tirar para adelante a base de darle al alcohol...Lo que está claro es que esta novela, como muchas películas norteamericanas, nos pintan una visión de Nueva Jersey penosa, ese jardín al lado de Nueva York, llamado a ser el escenario idílico de la familia burguesa, que bajo el césped artificial esconde un mundo de depresiones, falta de ilusión y aburrimiento extremo cuyos desenlaces son imprevisibles. En definitiva, una entretenida novela, de fondo tragicómico, que refleja como un espejo esa realidad que muchas veces tenemos delante y no vemos por ser tan corriente.

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