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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

LA OFENSA



Llevaba unos meses oyendo comentarios, buenos, sobre la obra de Ricardo Menéndez Salmón, un filósofo gijonés metido a editor y escritor, que, dicen, va creciendo con cada nuevo texto que publica. La Ofensa es una novela de apenas ciento cuarenta páginas, de renglones generosamente extendidos y muchos espacios en blanco. Cuenta una historia aparentemente convencional, la de un soldado cualquiera, alemán, enrolado por llamamiento, e inmerso en esa locura desatada por Hitler que fue la II Guerra Mundial. La historia de Kurt, tal y como la cuenta en la primera parte de la novela, podría ser de lo más vulgar: un joven de una ciudad media alemana, cuya familia posee una sastrería, en la que estaría llamado a pasar el resto de su vida si el viento de la guerra no le llega a arrancar de su casa. Fueron aquellos primeros meses un tanto apacibles, las tropas alemanas se paseaban sin dificultad por media Europa, que no parecían tener nada en común con el vendaval trágico que se abatiría sobre el continente hasta mediados del 45. Menéndez Salmón emplea en esa primera parte un tipo de narración bastante aburrido, con muchos lugares comunes y un lenguaje un tanto rebuscado, casi antiguo, con destellos de pedantería. Pero hacia la mitad da un primer giro a la tuerca, pillando por sorpresa al lector ante una horrible masacre que tendrá un efecto inesperado en Kurt, la pérdida de toda sensibilidad. Entra ahí la narración por derroteros filosóficos, bien conocidos por el autor que reflexiona sobre la separación de cuerpo y hombre (¿alma?), sobre cuánto dolor puede soportarse, sobre la posibilidad de una vuelta atrás, de una redención, de una esperanza. Mientras el horror sigue abriéndose paso en Europa, seguiremos la penosa, pero insensibilizada vida de Kurt, al que todavía aguarda otra vuelta de tuerca más, hacia un final insólito e inquietante. Desconcierta un poco la forma de narrar de Menéndez Salmón, al menos a quien como yo está acostumbrado a textos más fáciles, sin tantas cargas de profundidad. Pero está claro que estamos ante una novela pensada retorcidamente para que reflexionemos sobre los males de este mundo y el desconocimiento que tenemos de nuestros propios cuerpos.

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