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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

viernes, 7 de octubre de 2016

FRANCAMENTE, FRANK

Cuarta entrega sobre Bascombe, el personaje que más juego le ha dado a Richard Ford. Ha pasado un tiempo desde que completó su conocida trilogía, que abría "El periodista deportivo" novela seguida por "El día de la independencia" y "Acción de Gracias". A través de ellas conocimos casi toda la vida de Bascombe, sus tumbos, sus prioridades y sus estancias en distintos puntos del país, lo que nos ayudo a acercarnos a esa América (EEUU) cotidiana, la de los problemas reales. Y esta cuarta entrega nos presenta al mismo personaje, ya con 68 años, lo que nos indica la intención de plantear una reflexión sobre los años últimos de la vida, cómo se afrontan y como se viven día a día.. El envoltorio es el de siempre, con un Bascombe que insiste en relativizar casi todo y darle un toque de humor a su visión de la vida y del mundo que le rodea. Es consciente que está en la última etapa y por eso reduce su vida diaria a estar con su mujer, visitar de cuando en cuando a su ex, preocuparse por sus hijos, un par de acciones solidarias y un puñado de amigos a los que quiere conservar hasta el final. Hace una interesante reflexión sobre  la amistad, subrayando que está sobrevalorada. Pone Ford en boca de Bascombe que la amistar es algo que necesita mucha dedicación y tiempo, y que pretender tener muchos amigos es un imposible, porque como mucho no pasarán de ser conocidos circunstanciales. Bascombe ya está jubilado, tiene una vida relativamente cómoda, aunque todo a su alrededor parece en ruinas: la zona sufre los efectos devastadores del huracán Sandy, y el negocio inmobiliario, al que dedico mucho tiempo en años anteriores, se convirtió en un fiasco que arruinó la vida y los fondos de muchos. A ello hay que sumar los cambios que se producen en los pueblos y barrios, la llegada de inmigrantes, las dudas ante la muerte y si hay algo después. Un clima de decrepitud ante el que Bascombe intenta poner buena cara y seguir adelante. La novela no defrauda, y más si se han leído las anteriores, ya que supone acompañar a Bascombe en la que, probablemente, es su última etapa literaria.

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