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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

martes, 31 de enero de 2017

PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE

Estamos ante uno de esos fenómenos editoriales de hace unos meses, que he  metido en el cajón una temporada para luego acercarme a él sin tanto condicionamiento. Y ya lo he hecho. Y, primera conclusión, no es para tanto.
Parece que editoriales y críticos andan rebuscando con qué sorprender, más que atendiendo la calidad literaria de lo nuevo. Y así las primeras dan uno de esos pelotazos que tan bien les vienen para sus balances anuales.
Pero pongámonos en situación. Estamos ante la primera obra, al parecer puramente autobiográfica, de un veinteañero francés que ha encontrado en la literatura la mejor forma de compartir sus traumas infantiles con el gran público antes que contárselos a un psicólogo o psiquiatra. Porque de eso va, de la narración de una infancia desgraciada que le lleva un día a huir de su familia y su pueblo y en su huida hasta se deja nombre y apellidos y se los cambia por Édouard Louis.
Tiene mérito ese striptease personal, valiente sin duda, pero otra cosa es su valor literario. Y, para mí, deja bastante que desear.
La narración de esa infancia terrible no deja indiferente. Tenía todas las papeletas para ser desgraciado: una familia pobre de solemnidad, padre alcohólico, pueblo del norte de Francia con  para muy alto, nivel de vida muy bajo,y donde cultura o literatura son algo completamente ajeno. El niño vive señalado además desde muy pequeño por su amaneramiento, es el marica de la escuela con el que se ensañan los matones tipo, y tiene que soportar durante años e impotente el acoso de compañero de colegio y niños del pueblo.
Un cóctel realmente explosivo para un niño que ya adolescente decide decir basta, poner tierra por medio y denunciar y contar una infancia que odia con todas sus fuerzas y que le llevó a refugiarse en París.
El lenguaje es crudo, la realidad que pinta espantosa y el único futuro que propone es la huida y darle la espalda a lo que fue su pasado y todo lo que implica.
En fin, una obra literaria menor, una autobiografía demasiado fresca a la que quizá le falta un poco más de distancia. Y la confirmación de que los fenómenos editoriales no siempre merecen la pena.

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