jueves, 20 de julio de 2017

TORMENTAS COTIDIANAS

Hay títulos de novelas que realmente no se sabe a que corresponden. No son afortunados. O, por lo menos, no en su traducción al castellano. Este es uno de esos casos. Y no porque en la narración no haya "tormentas", que las hay, sino porque no son, ni por asomo, cotidianas. Dicho esto, recupero esta novela de William Boyd, de hace unos siete años, por aquello de asegurarme un texto de calidad garantizada. Pero, en esta ocasión, no ha sido para tanto.
Y es que la historia que nos cuenta Boyd suena un tanto manida. Como que ya la hemos visto en algún telefilm o en otras novelas parecidas. La gran tormenta es la que generan unos empresarios farmacéuticos que dejan muy escondidos sus escrúpulos éticos para intentar sacar al mercado una revolucionaria medicina contra el asma. El mercado es inmenso y las ganancias ingentes en muy corto plazo.
El problema lo tienen con el científico que dirige la investigación, que es un estorbo y que puede frenar toda esa macrooperación.
Esa es en esencia la tormenta en la que Boyd nos irá adentrando poco a poco. Y para darle color coloca como protagonista a un joven climatólogo que pasaba por allí y que, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en un asesinato del que aparenta ser culpable, lo que le lleva a intentar pasar completamente desapercibido, en una ciudad como Londres en la que le buscan policía y asesinos a sueldo, y en la que tendrá que ingeniárselas para adquirir una nueva identidad y de paso investigar de que va todo el lío.
La historia está bien contada, sin sobresaltos, con personajes de todo tipo, desde la alta sociedad a el inframundo londinense pero, insisto, la historia suena un poco manida y el final muy previsible.
No estamos ni mucho menos ante el mejor Boyd, pero es un interesante pasatiempo, sobre todo como lectura de verano.

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