Datos personales

GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

jueves, 4 de noviembre de 2021

PEQUEÑAS MUJERES ROJAS, de Marta Sanz

 

"pequeñas mujeres rojas", así, en minúscula, es como presenta Marta Sanz la novela que con la que cierra su trilogía negra del detective Arturo Zarco, aunque este no es aquí protagonista, aunque se le mencione con frecuencia.

Es una novela difícil de leer. Y no por su estructura, ni por sus referencias literarias, ni por su desarrollo gramatical. Por su contenido. Es una historia cruel. Y no podía ser de otra manera porque se mete a fondo en ese cenagal que no acaba de aclararse a pesar de los esfuerzos de la Ley de Memoria Histórica.

Es una novela que se mete sin complejos en unas historias que pudieron ser las de miles o decenas de miles de españoles asesinados vilmente durante la guerra civil y la postguerra. Un inmenso crimen al que buena parte de la sociedad española volvió la espalda durante todo el siglo XX y sigue mirando de reojo, cuando no conniventes hartazgo, en este siglo XXI, quizá por temor a que se despierten los odios fratricidas de este país.

Marta Sanz nos invita a sumergirnos en esas historias que quizá fueron verdad o que fueron muy parecidas, que dejaron arrasadas a decenas de miles de familias, que llevaron a cientos de miles a mirar para otro lado, y que, imperdonablemente, enriquecieron a otras muchas, convencidas además de que actuaron bien y que sus delaciones, crímenes saqueos y robos solo fueron la herramienta para preservar la sociedad de bien.

El relato tiene momentos de una crueldad inusitada, posiblemente muy parecida a la real, que que casi nos fuerzan a apartar la vista de la página. Y es que es difícil separar ese mirar para otro lado, del resulta muy duro de recordar.

La protagonista es aula, una trabajadora de Hacienda, ex-esposa del mencionado Zarco, que decide aprovechar sus vacaciones para contribuir a la recuperación de los cadáveres de los asesinados por el franquismo y sus diferentes ramas. Para ello acude a un pueblo, Azafrán, para ayudar a localizar las tumbas en cunetas y campos de los represaliados.

Es a través de sus cartas a Luz, su ex-suegra, y las elucubraciones y deducciones de esta, que descubrimos el terrible horror vivido en esa localidad y tapado por un pesado manto de silencio. Ahí encontramos a esa familia que preside un bondadoso centenario, ejemplo de emprendimiento y de vivir como Dios manda. Escarbar saca a la luz el olor nauseabundo del proceder de ese patriarca, ejemplo todavía del delator, confidente, señalador y ladrón interesado que con la excusa del patriotismo se deshizo de quien le caía mal, se quedó con sus propiedades y mostró durante décadas la forma en que hay que vivir en la España de bien.

Insisto, una novela difícil, brutal, cruel pero imprescindible. Un aldabonazo más en la conciencia colectiva a ver si de una vez por todas se paga esta deuda histórica con la mitad de la sociedad española. El olvido nunca es justo.

No hay comentarios: