Primera novela de Donna Tartt, de la que solo he leído EL JILGUERO, que fue publicada en los primeros años noventa y que treinta años después tiene más éxito que cuando salió. Me acabo de enterar que es tendencia en Tiktok, mejor ahora porque si o llego a saber antes la hubiera desechado sin más. Y no es que haya supuesto un descubrimiento deslumbrante, pero es cierto que, de alguna manera, te atrapa esperando sorpresas o giros argumentales que le den más valor a la cantidad de horas que uno invierte en leer semejante tocho, que supera las 700 páginas.
Algo indudablemente tiene esta historia para retener la atención, en un argumento quejica en torno a la vida, que no milagros de un reducido grupo de estudiantes de clásicas en una elitista universidad en noreste de Estados Unidos, y en los años ochenta. La autora conoce bien el centro universitario en el que centra la acción, ya que estudió allí, y lo que nos cuenta, a través de los ojos de un advenedizo, una californiano sin recursos que entra de chiripa en un grupúsculo elitista, que. asiste a las clases de griego de un sofistacado, al menos él se lo cree, profesor huraño y que se cree por encima del bien y del mal.
Son un grupo de niñatos ociosos, que estudian griego para marcar la diferencia, que ponen distancia con el resto de los estudiantes y que dedican la mayor parte de su tiempo a leer, emborracharse, mantener conversaciones competitivas y que escapan a la comprensión general, sobre dioses, gestas, actitudes...sin ninguna referencia actual, que se drogan y que mantienen un difícil equilibrio grupal, reforzado por ese ser diferentes en el campus. Una actitud vital que les llevará a cometer un primer asesinato, en una noche de excesos de cuatro de ellos, que provocará una segunda muerte, en este caso de un miembro del grupo que no había participado en el primero, por amenazar el secreto de este. Buena parte de la novela es un intento de justificar lo injustificable y describe las maniobras para eludir la responsabilidad en los crímenes que se quieren presentar como necesarios.
En fin, una primera novela de Donna Tartt, excesivamente larga, con unos personajes bien alejados de la realidad circundantes, que inexplicablemente te mantiene en vilo ante una historia que no acaba de cuajar.
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