
Lo que diferencia a los urcas es que era una comunidad de bandidos, de hecho ellos mismos se definían, con orgullo, como criminales honestos. Tenían como referente el respeto máximo por los lazos familiares, la protección de los más débiles, la vida sin ostentaciones y otra serie de valores que chocan frontalmente con los nuestros. Por ejemplo odian profundamente a los políticos, al estado, a los ricos y sobre todo a los policías. De hecho matar policias es algo así como ponerse medallas. Vivían sobre todo de atracos, asaltos y trapicheos de todo tipo, vamos delincuencia pura, que convirtieron en una forma de ser y en orgullo de la comunidad. Por eso muchos de ellos pasaron gran parte de su vida en prisión, donde seguían protegidos por la comunidad que seguía fuera. Tenían sus propios medios para comunicarse entre los distintos grupos dispersos por la URSS e incluso Europa Occidental, que escapaban por completo al control de las autoridades pertinentes.
Pues bien, en el seno de uno de esos grupos dispersos nació Nikolái Lilin, el autor a través del que conocemos el fascinante y a veces espeluznante modo de vida de los urcas. Lo que nos cuenta en esta novela, de claras referencias autobiográficas, fue su niñez y primera juventud en Bender, una ciudad del Trandniester, también llamada Transnistria, territorio moldavo constituido en república independiente desde hace casi veinte años, tutelado y tolerado por Rusia, y escondite favorito para todo tipo de redes criminales: no solo los urcas, tambien georgianas, ucranianas, armenias, moldavas... En fin, lo mejor de cada cas. Un lugar, en todo caso, en el que había reglas claras y acuerdos explícitos que les permitían convivir y al mismo tiempo vivir al margen.
El libro no tiene desperdicio, y como dice alguna crítica, para abordarlo hay que dejar atrás las definiciones que tenemos sobre el bien y el mal, para entender una forma de pensar, actuar y vivir tan lejana a la nuestra. Hoy de aquella comunidad, cuenta Lilin, no queda nada, pero es un fenómenos todavía muy reciente, que nos habla de la complejidad de lo que fue la URSS y de sus despojos a través de los ojos de un niño, y más tarde un joven, que creció con un extraño código de honor en el que lo de menos era el asesinato o la violencia sobre los demas. Espeluznante.
1 comentario:
En primer lugar felicidades por su rincón literario; lo veo sincero y sin pretensiones aleccionadoras. Lo ciero es que "Educación siberiana" me ha dejado totalmente frío- lo acabo de leer en un curso literario. Ni las salvedades anti comunistas, ni las coartadas más o menos religiosas me permiten considerar a éste libro como una buena novela; lo encuentro pobre, lineal y sin un ritmo narrativo que supla todas la carencías (mías por supuesto).
Un saludo
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