Le costó, y mucho, a Douglas Stuart encontrar quien le publicara esta novela que al final, para vergüenza de los que le rechazaron, ganó el premio Booker en 2020. Un rechazo inexplicable ante la calidad de la escritura y de la historia que cuenta, que está llena de huellas personales.
En las algo más de quinientas páginas, Stuart nos invita a sumergirnos en una experiencia personal y social que se vivió en el Reino Unido en los años ochenta, en los que la política ultraliberal de Margaret Thatcher sumió a capas importantes de población en una absoluta miseria. El escenario es Glasgow una de las ciudades más castigadas por las reconversiones y cierres de minería y otras industrias. Nos centra en Shuggie en dos momentos: uno en los noventa, cuando intenta sobrevivir en una pensión de mala muerte, con un trabajo de mierda y una asistencia irregular a clases para intentar salir a la desesperada de su situación. Pero gran parte de la novela retrocederá a los primeros ochenta para que conozcamos a fondo las razones por las que el adolescente ha caído en la desgracia más absoluta: Shuggie vive con su madre y dos hermanastros, mantenidos a medias por un padre taxista más preocupado por añadir conquistas a su largo historial que por su familia. Asistimos a la deriva alcohólica de la madre, hija a su vez de padres alcohólicos, a la que solo le preocupa recuperar a su marido y vestir adecuadamente cuando sale a las calles. Gran parte del escaso dinero que entra en casa va a las necesidades acohólicas de la madre, mientras los hijos comen cuando pueden.
La situación irá a peor cuando se trasladan a vivir a un barrio ultradegradado, donde prácticamente todos están parados tras el cierre de las minas. El abandono de la gente y del barrio es total. El alcoholismo y la miseria marca toda la vida en la zona. Y ahí es donde Shuggie habrá de vérselas para sobrevivir, mientras sus hermanos dan la espantada y su madre se hunde cada día más en el abismo del alcohol.
La novela es por momentos espeluznante en la descripción de esas grandes bolsas de miseria que creo el thacherismo, en esa degradación social imparable y, junto a ello, el acoso que sufre el niño, al que pronto le cuelgan la etiqueta de marica, y la voluntad del mismo de intentar salvar a su madre de esa derrota personal que cada día parece más irreversible.
Un libro emocionante, emotivo, y por momentos muy duros. Un ejemplo de como muchas veces la política puede tener efectos terribles sobre las vidas de muchos que acaban ingresado en esa masa creciente de parias del mundo. Absolutamente recomendable
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