Chicago, años ochenta. Una floreciente comunidad gay, que empieza a gozar de unas libertades y unos derechos que han podido ir arrancando, se enfrenta, entre el miedo y la irritación ante la desidia de las autoridades, a una de esas plagas bíblicas de origen misterioso que avanza implacable ante el desconcierto y el desconocimiento de los médicos: es el sida. Llega y golpea con virulencia a esa comunidad, como a otras muchas en todo el mundo y enfrentarse a la situación varía según cada cual: unos optan por la negación y el vivir el día a día, otros por extremar las precauciones hasta límites patológicos y otros aterrados ante la posibilidad que esa terrible lotería les acabe tocando.
La novela arranca con un funeral, el de Nico, en el que iremos conociendo a los personajes de la misma, hasta centrarnos especialmente en dos: Fiona, hermana de Nico, y una especie de Madre Teresa laica para todos aquellos jóvenes gais, y Yale, que está al frente de una galería, tiene una relación estable y teme que todo se derrumbe ante el implacable avance de la plaga. A través de esos dos personajes iremos viendo el impacto dramático del avance de la enfermedad, el goteo constante de muertos en condiciones terribles y la impotencia de médicos y sanitarios ante una plaga de la que desconocen casi todo y frente a la que carecen de medios.
Rebecca Makkai retrata con enorme precisión y una mirada muy empatiza y solidaria la realidad de aquellos años en Chicago, similar a la de otros lugares, haciéndonos partícipes de los miedos, las tímidas esperanzas y en definitiva la lucha por la supervivencia de miles de jóvenes gays que se negaban a volver a los armarios a pesar de la amenaza mortal que les acechaba.
Una estupenda novela, con bastantes e interesantes flecos, para recordar una situación creada no hace tanto por el vih, para verla ahora cuando la enfermedad está ya controlada y parece cuestión de poco tiempo que se alcance una vacuna que la erradique.
No hay comentarios:
Publicar un comentario