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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

lunes, 14 de noviembre de 2011

VIDA DE PABLO

No me gustan las novelas que aparentan ser autobiográficas y no lo son, ni las que se convierten en un mero ejercicio onanista que demuestra que no le importa un carajo lo que hay más allá de sus narices. Si además añadimos un componente generacional, en este caso muy distante, tenemos el elemento definitivo para que el texto no me diga nada en absoluto o, lo que es peor, me aburra soberanamente. Esta es la conclusión a la que he llegado tras esforzarme para llegar hasta el final en esta "Vida de Pablo" que firma Carlos Pardo. Lo que pretende ser un acercamiento a la vida del tal Pablo, un joven pintor que abandona sus ínfulas artísticas para ponerse detrás de la barra de un bar, se le fue la inspiración, acaba derivando en una introspección creciente del narrador, el propio Carlos, que se pasa el resto de la novela haciendo ombliguismo, lamentándose a ratos de su situación, mientras combate su aburrimiento vital con mucho alcohol, dosis abundantes de drogas y una aventura amorosa difícilmente sostenible. Y es que Carlos es otro reflejo de esa parte de la juventud que pone siempre el yo por delante y ve poco más allá de sus narices y de sus fatigosas insatisfacciones. Es poeta, o pretende serlo, a ratos se permite mirar por encima del hombro a los demás, malvive como pinchadiscos y en casas prestadas y probablemente busca, aunque sea de forma inconsciente, un cierto malditismo que dé sentido a su creación literaria.
La obra es lenta, desquiciante a ratos, y con unas disgresiones literarias y filosóficas un poco forzadas.
Me acerqué con interés, pero me aburrió. Quizá porque hay todo un abismo generacional. Quizá porque aborrezca cada vez más a ese sector de jóvenes que hacen de su marginalidad forzada una forma de ir tirando. Pero eso ya no es original. Hace mucho que está inventado, y solo certifica la pobreza de su mundo.

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