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GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS
Un lector por libre. Leo lo que me apetece en cada momento, lo que encuentro, por ejemplo rebuscando en la biblioteca pública, o cualquier título que me llame la atención en una librería. No soy metódico, me dejo influir, qué remedio, por lo que va saliendo, pero guardo un mínimo espíritu anárquico para que no todo sea al dictado. Este blog no pretende ser guía para nadie, ni una recopilación de críticas. Sólo reseñas de lo que cae en mis manos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

FORMAS DE VOLVER A CASA

Alejandro Zambra es uno de esos autores encuadrados en lo que llaman la nueva generación chilena, la misma que vivió la niñez mientras el país estrenaba la tiranía de Pinochet. Y esta "Formas de volver a casa" es una novela sobre esa etapa, no tanto la dictadura como las vivencias personales de un niño en una etapa tan negra. Zambra, sin esfuerzo aparente, recrea el Chile de aquellos años, desde la mirada de un niño de nueve años sobre todo por descubrir día a día la vida que tiene alrededor, lo que hay más allá de su hogar, de su barrio, de su escuela. De interpretar el comportamiento de los mayores. De que más allá del juego hay misterios por descubrir. De ahí que para él fuera un juego el encargo de una niña mayor de vigilar a uno de sus vecinos, sus movimientos, quien entraba o salía de su casa. Sólo avanzando en la novela descubrimos que esa vigilancia aparentemente inocente dejaba al descubierto las formas de supervivencia de algunos de los perseguidos por la dictadura, el miedo generalizado, la vida en la clandestinidad o la complacencia de otros con el régimen. Todo parece muy personal en esta novela, hasta el retrato de unos padres que prefirieron mirar para otro lado y se convirtieron, por omisión, en cómplices del dictador.
Aunque la dosis de amargura está presente, la simplicidad del lenguaje, la inocencia de los comentarios la visión, en definitiva, del mundo a través de los ojos de un niño, la convierte en una novela amable, muy digerible y que se lee de un tirón. Y más cuando ya sabemos que aquellos tiempos oscuros ya pasaron. En todo caso las situaciones que describe nos resultan muy familiares a los que vivimos en países que también sufrieron dictaduras, desde Argentina a Uruguay o la misma España.

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